「12」 𝔩𝔞𝔰𝔱 𝔬𝔣 𝔲𝔰

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CAPÍTULO DOCE
lo último de nosotros
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De sus muslos Alicent Hightower le dio la vida y cómo Valerius la trataba demostraba cuánto valoraba la vida que le habían dado los dioses y Rhaenyra

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De sus muslos Alicent Hightower le dio la vida y cómo Valerius la trataba demostraba cuánto valoraba la vida que le habían dado los dioses y Rhaenyra.

Y de la semilla al polvo había un alma por encima de todas las demás a la que siempre debía mostrar paciencia, respeto y confianza y esta mujer era su madre. Y cuando su alma partiera de su cuerpo y los actos de Valerius Targaryen se pesaran contra la pluma solo habría un alma que pudiera salvar la suya.

Alicent era su madre.

Cuando el corazón del universo le preguntara si fue gentil y amable con ella, entonces su corazón se vería obligado a confesar que la amaba más que a nada. Solo sus hijos podrían compararse.

Esta mujer cuyo corazón había visto el suyo antes que nadie en el mundo y cuyo vientre había abierto la puerta para que sus ojos violetas experimentaran la luz y más... esa era su madre.

Así que, no importaba si su madre era cruel, manipuladora, abusiva, venenosa, o simplemente infantil. Valerius la amaba.

Ella lo había engañado con anterioridad, él la perdonó y le mostró el camino correcto con simple sabiduría, gentileza y amabilidad.

Alicent sacrificó su sueño de poner a Aegon en el trono para hacer realidad el de su hijo: Valerius como rey consorte al lado de Rhaenyra en el Trono de Hierro.

—Deberían quedarse aquí —sugirió Alicent a Valerius en la oscuridad del palacio.

El pelinegro había intentado venir cuando ella estaba con los hijos de Helaena, con la esperanza de que se acostumbraran a ver su rostro y al hecho de que era su tío en aquellas visitas poco fructíferas en donde venía a buscar a Aegon.

—Estamos en una situación crítica —dijo Valerius—. No puedo simplemente quedarme aquí después de lo que pasó en la cena.

—Claro que puedes—insistió Alicent con una fiereza poco característica. —Aunque estoy segura de que preferirías un palacio con menos recuerdos, o que Rhaenyra preferiría uno donde no volviera a ver mi cara, ésta es la única opción que se me ocurre para que todo permanezca en orden.

Valerius suspiró. —No lo sé, madre. Siento que quedarme aquí es una pérdida de tiempo. Debo comenzar a reunir aliados para cuando sea el momento y asegurarme de que...

Su mamá lo interrumpió.

—Soy la Reina, Valerius, independientemente del trato que se me dé. A los ojos de los Siete y de Poniente, soy la esposa del Rey y puedo confiar en que no pasará ninguna estupidez bajo mi cuidado aquí en la Fortaleza Roja.

El pelinegro bufó con una pequeña sonrisa entre labios. —No sé si mi esposa deseará estar lejos de Rocadragón después de este espectáculo, recuerda que yo solo soy el príncipe consorte.

SNOWMAN | Rhaenyra Targaryen ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora