「3」𝔪𝔬𝔱𝔥𝔢𝔯'𝔰 𝔰𝔬𝔫

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CAPÍTULO TRES
Hijo de su madre
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Alicent Hightower reconocería a su hijo de cabellos oscuros solo con tocarlo, solo con olerlo; lo encontraría aun estando ciega, solo con oír sus respiraciones y escuchar sus pisadas sobre la losa fría de la Fortaleza Roja

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Alicent Hightower reconocería a su hijo de cabellos oscuros solo con tocarlo, solo con olerlo; lo encontraría aun estando ciega, solo con oír sus respiraciones y escuchar sus pisadas sobre la losa fría de la Fortaleza Roja. Lo conocería en la muerte, en el fin del mundo.

No le gustaba jugar a los favoritos (no quería convertirse en Viserys), pero la realidad es que Valerius era su favorito. Aegon era un chiquillo tímido que creció para ser un adolescente con gusto por el vino, Helaena vivía en su propio mundo y odiaba que Alicent la tocara por demasiado tiempo, Daeron había sido enviado lejos antes de que ella pudiera encariñarse demasiado. Aemond era el único que podía presentar un desafío para el amor que Alicent sentía por su hijo que nació muerto.

Por él, Alicent a veces creía poder comerse al mundo.

Su querido y dulce hijo la podría convertir en una asesina si él así lo quisiera (no era el caso). Su corazón era de dulce caramelo por el único hijo que salió de ella y terminó pareciéndosele de forma intrínseca y accidental gracias a Rhaenyra. Con todos los hermanos de su pequeño Val, Alicent tenía que buscar conscientemente el parecido que compartían con ella; la cara en Aegon, la nariz en Helaena, el sentido del deber en Aemond. En Daeron tal vez nunca lo encontraría.

(Buscaba el parecido para no repudiarlos).

No era la madre perfecta que muy en el fondo desearía ser, pero nadie fuera o dentro de la corte podía jactarse de que no protegía a sus hijos. Debido a esto y a sus ojos marrones y perceptivos, Alicent había logrado cachar a Rhaenyra conviviendo con Valerius.

No le gustaba.

Ella sabía (su padre se lo había gritado en la cara) que Rhaenyra no dudaría en matarlo a él y a todos sus otros hijos si la oportunidad se le otorgaba. Alicent era muy, muy, muy consciente de ello. Su hijastra era una persona deshonesta (mintió por Daemon y sus fechorías) y una mujer que no dudaría en poner a todos los hijos de Alicent bajo el filo de múltiples espadas solo para llegar al trono con sus bastardos.

— ¿A dónde vas? — cuestionó al fin cuando su hijo de ojos púrpuras se levantó de su lugar a sus pies.

Helaena estaba situada en el piso, murmurando incoherencias y dándole forma a un bordado. Eran dos dragones; el dragón dorado parecía querer devorar al plateado. Alicent pensó que era algo extraño, puesto que Fuegosol y Fuegohielo compartían una relación tan estrecha como la de sus jinetes. Por ello, la mujer Hightower ignoró el primer presagio de la danza.

Por su lado, Valerius había estado sentado junto a su hermano, Aemond, mientras el mayor le enseñaba lo que sabía de Alto Valyrio y señalaba algunas páginas de un libro que el menor tenía en sus manos. Pero ahora, Valerius estaba de pie con una sonrisa plasmada en su redondeado rostro y había dejado a Aemond con un ceño fruncido en uno de los sillones junto a la chimenea después de cargarlo hasta allí con todo y libro.

SNOWMAN | Rhaenyra Targaryen ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora