EPÍLOGO

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Los años pasaron

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Los años pasaron. Ambas naciones eran prósperas y abundantes, pues luego de la union de ambos monarcas todo habia cambiado.
La mirada que poseía el mundo exterior hacia ambas naciones ahora era bastante  diferente a semejanza de antes. Si bien algo estaba en claro era el mero hecho de que Wakanda y Talokan no podían ser un enemigo, pues las consecuencias ya estaban más que obvias.
El declararle la guerra o conspirar contra una implicaría la intervención de la otra nación. Eran una después de todo.
Fuera de las relaciones políticas algunas cosas habían resultado bastante bien. La constante investigación de la reina y su equipo dio un gran resultado. Un pueblo más unido y una tecnología aún mejor de lo que ya era anteriormente. La tecnología de Talokan principalmente.
Por otro lado la vida de nuestros dos enamorados no podría ser mejor, pues luego de su luna de miel se habían dedicado a reinar y amarse mutuamente.

Actualmente se encontraban descansado con flacidez. Ambos estaban muy cansados y ahora consideraban el dormir como algo sumamente complicado de conseguir, en especial por un pequeño detalle.

Llantos a mitad de la noche.

Aquellos llantos provenían de una cuna en la cual yacía una pequeña e indefensa bebé.
Dichos llantos cesaron cuando unos brazos llevaron a la pequeña hacia un cálido y firme pecho. Un pequeño beso fue depositado en la frente de la niña, quien suspiraba bruscamente.

— Shhh, táan in waye'— susurró el rey calmando a la pequeña — Ma' a yok'ol, ka'an. Way yanene', shhh, way yanene', way yanene' — le cantó a la bebé por lo bajo mientras mecía a dicha con suavidad.

La reina se estiro entre las sábanas de su cama al oír al rey para después sentarse y observar aquella tierna escena.

— ¿Kukulkán cantando? — se mofó el joven príncipe, quien se observaba todo desde la puerta entreabierta — Nunca pensé verte así, Namor — bromeó.

— Algún día tu tendrás hijos, Toussaint y créeme que serás su bufón personal — habló la reina a lo que el príncipe rió bajamente — ¿Qué haces despierto a estas horas? — el príncipe se encogió de hombros.

— No puedo dormir. No sé, estoy un poco nervioso — respondió mientras observaba a la pequeña bebé.

— ¿Te gustaría cargarla? — preguntó Namor a lo que Toussaint negó con una leve sonrisa — Juro que no muerde —

— No podría. Ella aún es muy pequeña y temo hacerle daño — Shuri extendió sus brazos hacia Toussaint, quien soltó un suspiro y se acercó a abrazarla — Ya no soy un niño pequeño, tía Shuri. Ya soy un adulto — la reina negó divertida.

— Para mi siempre lo será, majestad — habló burlona — No importa que tan mayor seas para mi eres y siempre seras ese pequeño que conocí en la playa — dijo mientras ajustaba y llenaba de besos el rostro de su sobrino, quien reia divertido — ¿Estás listo? — preguntó mientras señalaba a la princesa que yacía en los brazos de su padre.

ᴍɪ ɴᴀᴄɪᴏɴ / ɴᴀꜱʜᴜʀiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora