008 - Pijamada

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Maldito sea el día en que habían accedido a dejar que Miri hiciera una pijamada

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Maldito sea el día en que habían accedido a dejar que Miri hiciera una pijamada.
Montones de niños llegaban por doquier, junto a padres extrañamente felices de dejarlos.

Al final eran 5 niños que cuidar, si, muy bonito, en especial cuando todos eran unos putos revoltosos de mierda.

Pero no me leyeron decir eso.

Los niños se paseaban por la casa haciendo un desastre de esta, tiraban cosas, algunas las habían podido rescatar con rapidez, rompían lo que se veía interesante, en busca de que tuviera algo dentro, incluso había un par que casi caían por la ventana.

—¿Por que aceptamos? Apenas podemos con Miri –. Se quejó exhausto Rei, mirando a los niños con aire desganado.

—¡Porque somos los mejores padres! Y además también queremos lucir geniales para que nos acepten –. Dicho esto, el rubio corrió para atrapar a una niña que se lanzaba desde las escaleras hacia un cojín.

—Será una noche larga –. Mencionó el azabache, que segundos después saltó frente a su Play, que estaba a dos segundos de ser destrozada por un niño al saltar sobre esta —¡Phuuu!

—¡Miren, lo desinfle! –. Grito emocionado el pequeño castaño, haciendo que todos corrieran para saltar y así "desinflar" a Rei.

—¡Auh! –. Grito el mayor mientras más de tres niños saltaban en su estómago para quitarle el aire, y en su mente recuerdos muy queridos mientras jugaba con su consola se paseaban.

"Todo por ti, mi querida" pensó el azabache, girando la vista hacia su PlayStation con desolación.

—¡¿Eh?! ¡Niños, dejen a Rei en paz, no es un trampolín! –. Grito Kazuki mientras corría a la fila de niños que esperaban por saltar, así ayudando a el otro a levantarse —. ¿Estás bien? ¡¿Por que siquiera dejaste que hicieran eso?!

—Haría todo por ella –. Susurro con amor, haciendo que el otro lanzara una sonrisa al creer que hablaba de Miri.

—Oh, eso es muy dulce Rei, Miri seguro lo aprecia, pero no creo que quiera quedarse sin padre por verse "genial" ¿entiendes? –. Explicó el oji-rubí, una bonita sonrisa se plantaba en su rostro, y los suaves ojos le miraban con gran cariño, haciendo así que ganara una mirada confusa del otro.

—Hm

Bueno, el ciertamente no iba a desaprovechar la oportunidad de quedar como buen padre. (Le avergüenza decir la verdad)

Dos golpes de oyeron en la puerta de entrada, y Miri, en vista de que sus padres estaban muy ocupados tratando de cuidar a los otros niños de muertes seguras, se decidió por abrir la puerta ella misma.

—¡hola! –. Saludo la pequeña hacia el señor con fachas de repartidor.

—¡Hola pequeñita! ¿Están tus padres? –. Preguntó con una sonrisa el hombre, sosteniendo entre su brazo izquierdo un paquete mediano, y en la mano una tabla junto a una hoja.

Su Protección - ReikazuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora