006 - Calidez [2/2]

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Rei había llegado con una muy dormida Miri sobre su hombro, al final habían tardado más de lo esperado y la pequeña se había dormido del cansancio

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Rei había llegado con una muy dormida Miri sobre su hombro, al final habían tardado más de lo esperado y la pequeña se había dormido del cansancio.

Abrió la puerta con lentitud, buscando no hacer ningún ruido, por suerte el ya era experto en esa área y no hizo siquiera un mínimo sonido de advertencia.
Aunque se confundió un poco al ver las luces prendidas, creyó que Kazuki se encontraría dormido.

Poco sabia el que el rubio se había levantado en pánico una hora antes, aterrado por no encontrarlos y corriendo por toda la casa como un maniático hasta que vio su celular.

Camino a paso sigiloso por el comedor, ya tenía memorizada cada habitación de su hogar, en caso de un accidente o pelea en esta, por lo que no tardo en pasar el sofá incluso sin verlo, trataba de hacer el menor sonido posible para no despertar a Miri, troto las escaleras, pasando de dos en dos los escalones, se elogió en su mente por tanta precisión, que increíble ser se creía.

No tardo mucho en llegar a el cuarto de Miri, tomó sus botas, quitándole estas con delicadeza, para luego hacer lo mismo con su abrigo, camino hasta el pequeño closet, tomando un pijama, y así cambio a la pequeña, dejando un último beso en su frente con deseos de un buen descanso, pero segundos después se giró a verla, pensando seriamente si dejarla allí o llevarla al sofá, sabía que Kazuki haría la cena pronto, si es que no la había hecho, y no quería que ella se la perdiera.

—Déjala dormir –. Pidió su rubio acompañante, quien había llegado segundos antes, y menos mal que Rei era experto en el arte de fingir, porque casi se meaba.

Con el mismo sigilo que entró, camino hacia afuera, dejando la puerta entreabierta para luego girar y mirar a el ojirubi.

—Hola –. Dijo en un susurro, ambos se encontraban de pie, uno frente a el otro, mirándose en silencio.

"Carajo" pensó, no sabía que decir, ni siquiera sabía si el otro quería hablar, tal vez sólo debía pararse en silencio hasta que el otro se aburriera y se fuera.

"¿Es malo querer apreciar su rostro tan tranquilo? Luzco como un acosador" pensaba aterrado el azabache, pero aún así, no dejó de admirar a el otro, no pudo evitar pasar sus mano sobre el rostro en un toque fantasma, apartando el cabello de los rubíes, pensó en un beso, como los cuentos de hadas, donde el otro lo besaría de vuelta con emoción.

Olvido esos deseos con miedo, sacudiendo su cabeza para quitarlos de allí, estaba aterrado de sus propios deseos, ¿besar a su amigo? ¡A nadie se le ocurriría tal cosa, ¡arruinaría toda su amistad por un deseo!

—Lo siento –. Murmuro después del acto, arrepintiéndome al instante por su intrusión a el espacio personal del otro.

—No, esta bien, tranquilo –. Respondió con suavidad, dándole una sonrisa que casi hizo que se arrepintiera de no seguir sus instintos —. ¿Podemos hablar?

Su Protección - ReikazuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora