011 - Tu padre esta aqui [SF]

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Rei nunca se había considerado un hombre afectuoso, mucho menos amoroso o más

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Rei nunca se había considerado un hombre afectuoso, mucho menos amoroso o más.

Pero ver a la pequeña que cuidaba junto a su casi algo llorando mientras les contaba cómo el monstruo bajo su cama había vuelto a aparecer y tenía miedo de dormir allí, era algo que lo quebraba.

Y es por eso que aunque jamas se imagino que en algún momento de su vida terminaría en esa situación, acostado junto a su Kazuki y esperando a que la niña se durmiera, no podía estar inusualmente feliz por eso.

Ya había revisado bajo la cama a pedido de Miri, que solo confiaba en él para mirar porque "Papa Kazuki es muy lento y probablemente el monstruo se lo comería".

—Papá –. Llamo la pequeña, y extrañamente ninguno sabía a cuál estaba llamando –. Papá Kazuki...¿me puedes contar un cuento?

—Eh, claro –. Murmuro el rubio, recordando algún cuento de su infancia para relatarle.

—Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, había una princesa, y ella –. Antes de seguir, el hombre fue interrumpido por la pequeña, quien entre un bostezo pidió "Un cuento que sea de dos chicos, como papá Rei y tú", y si bien los dejo pasmados por unos buenos segundos, ambos volvieron a su tranquilidad en busca de que la menor se durmiera —. bueno, Miri, como decía, hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, había una princesa, la cual tenia un gran amor, un hombre apuesto, de bellos ojos rojos y claro cabello.

—¡P-pero yo quiedo que shea de dos vadones! –. Pidió adormilada la castaña, haciendo reír a el azabache junto a ella.

—Tranquila pequeña, deja que la historia fluya –. Pidió bajo él de el otro extremo, acariciando con amor los cabellos castaños —. Como decía, la princesa tenía un gran amor, pero había un problema, este era un plebeyo, al cual sus padres jamás aceptaron, y fue un día de primavera, bajo un bello árbol que ambos se encontraron, dándose un beso de amor verdadero, y así, engendrando a una pequeña niña castaña, la más bonita de todo el pueblo. Todo habría sido hermoso, si no fuera porque los padres de la princesa no querían que esta pequeña se quedara, le dijeron palabras crueles, apagando lentamente a su propia hija y mandando a deshacerse de la pequeña –. Un bostezo interrumpió el cuento, así como ojos perezosos medió cerrándose le pidieron en silencio seguir la historia.

No sabía cómo, pero sabía que Miri aún no dormía, por lo que siguió el cuento buscando en su imaginación algo para armarlo, su mente pensaba en un final catastrófico para la historia, pero eso no haría que Miri durmiera, ¿o si?.

— Entonces la princesa, triste por lo que debía hacer, encontró a una pareja, dos hombres adultos enamorados, quiénes lastimosamente no podían tener hijos, para darles a ellos a su pequeña y que así esta tuviera un final feliz como la princesa no pudo –. Comenzó el hombre, y notando como el otro sonreía con suavidad, pensó que había acertado —. La pequeña creció, demasiado rápido para el gusto de los hombres, quienes si bien en un momento fueron rechazados por el pueblo, habían podido hacer una pequeña cabaña en el bosque, donde vivían felices...pero pasó algo, una vez la princesa creció, esta comenzó a tener un miedo, ¡le aterraban los monstruos! Lo bueno es que tenía un caballero sin armadura, su padre, quien todos los días y sin falta iba a su cuarto, revisando que no hubiese ningún monstruo bajo la cama.

Estuvo a punto de acallar la historia y dejarla sin terminar, pensando que ambos habían dormido, pero dos adormiladas voces le impidieron.

"¿Y que más?" Preguntaron entre un bostezo.

—Bueno...luego de revisar, el padre se
acercaba a la cama de su hija y siempre decía lo mismo, "Cierra tus ojos, no tengas miedo. El monstruo se fue, esta huyendo y tu padre esta aqui –. Comenzó, recordando la canción que solía cantar de pequeño cuando estaba asustado, ya no sabía que tan calmante le resultaba aquella tonada, pero el oír a Kazuki siguiendo sus palabras en un suave ritmo case le hacía volver a amar esa canción.

—Hermosa niña" –. Terminó Kazuki, con una sonrisa en su rostro y ojos apenas abiertos.

Muy lentamente, Miri se giró y se apego a él, en un suave abrazo que no le permitía irse, más que porque no pudiera, porque no quería.
Podía oír los leves ronquidos de la pequeña, además de la saliva que caía a su camisa, pero no importaba, nada importaba más que su bienestar y tranquilidad.

—Buenas noches Miri, nos vemos en la mañana –. Murmuro suavemente Kazuki a su lado, quien segundos después volteó levemente la vista para ver a su acompañante.

Rei supuso que así se sentía el amor, viendo los preciosos ojos de su compañero, y sosteniendo a su hija en sus brazos, no quería nada más en el mundo.

Levantó su rostro, mirando así los bonitos ojos rojos de su acompañante.
¿Estaba bien pensar que eran tan atractivos como la sangre o era tal vez algo loco?

El rubio se sentó sobre un banco, mirando la mesada de la cocina con nulo interés, su mano hacia movimientos circulares con la cuchara, removiendo el líquido que yacía dentro de la taza, mientras su mente era un revoltijo de emociones y pensamientos

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El rubio se sentó sobre un banco, mirando la mesada de la cocina con nulo interés, su mano hacia movimientos circulares con la cuchara, removiendo el líquido que yacía dentro de la taza, mientras su mente era un revoltijo de emociones y pensamientos. No hacía mucho que había dejado la habitación de Miri, donde Rei y la pequeña disfrutaban de un suave y lindo sueño.

Desearía hacer lo mismo, pero su mente lo abatía entre el proceso de cerrar sus ojos.

Tenían que dejarla, Miri estaba en peligro con ellos, había sido secuestrada, ofendida, gritada e incluso había presenciado cosas que un adulto aveces no puede manejar.
No era una cuestión de ellos, era su pobre Miri, era su..no, no su hija.

Aquella no era Miri Suwa, o Miri Kurusu..era Miri Unasaka, quisieran o no.
Un suave llanto comenzó a llenar la cocina, pero fue apagado brevemente ante la propia mano de Kazuki, quien no quería despertar a los otros dos.

Dentro de la habitación de la menor, Rei pudo sentir una presión en el pecho, como si algo fuera a pasar, y su primer instinto fue sostener a su hija con fervor, ahora que estaba aceptando esto, no podía ser más feliz.

Dentro de la habitación de la menor, Rei pudo sentir una presión en el pecho, como si algo fuera a pasar, y su primer instinto fue sostener a su hija con fervor, ahora que estaba aceptando esto, no podía ser más feliz

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2023 ⏰

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