009 - Busqueda

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Si debía ser honesto consigo mismo, Kazuki estaba un poco cansado

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Si debía ser honesto consigo mismo, Kazuki estaba un poco cansado. Ver cómo Rei ignoraba todos sus intentos por ser "algo más" le dolía increíblemente. Él solo quería besar al azabache y abrazarse mientras disfrutaban de la tv. ¡Ni siquiera tenían que mirar la tv en realidad! Entonces, ¿por qué cada vez que trataba de acercarse, era rechazado? ¿Por qué solo conseguía que su corazón doliera de manera espantosa?

Un suspiro abandonó sus labios rosados mientras Kazuki terminaba su copa. Había ido al estúpido bar de su jefe en busca de una distracción, pero había cometido un gran error en ello, tomando y tomando. ¿Cómo se le ocurría siquiera la idea de declararse a su amigo? Qué idiota.

—Kazuki —llamó el castaño de lentes, mirando al otro con cansancio—. Es mejor que ya te vayas, estás muy tomado y no tengo ganas de aguantarte. Te llamaré un taxi.

"Qué directo", pensó enfurruñado el ojirojo, mirando hacia la pared con enojo mientras oía a Rei teclear en su celular, buscando algún taxi, supuso.

—Bien, ya vuelvo. Llamaré mientras tú... esperas, imbécil —bufó enojado el de lentes, mirando el taburete vacío frente a él y la puerta moviéndose con suavidad—. Ya que.

Rei miraba el techo con enojo, confundido acerca de sí mismo y sus propios pensamientos

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Rei miraba el techo con enojo, confundido acerca de sí mismo y sus propios pensamientos. Arrugas se posaban en su frente gracias a cada hilo de pensamiento que surcaba su mente.

"¿Por qué siento esta opresión en el pecho? ¿Acaso me voy a morir? Mierda, nunca terminé Geometry Dash".

Sabía lo que debía hacer, claramente, pero dejar a Miri sola no era una opción. Tal vez podría llamar a aquella mujer, Yuki, si no recordaba mal. O podría dormir y esperar; Kazuki volvería en algún momento, no tenía que ir a buscarlo, y la cama era muy cómoda.

¿Salir sería una pérdida de tiempo, no?

—Gracias por venir a pesar de la hora —agradeció el azabache mientras abría la puerta a la mujer, dándole paso junto a su hija.

—¡Tranquilo! A esta hora siempre nos levantamos —mencionó emocionada la mujer; el reloj sobre su muñeca marcaba las 7:00 a.m., por lo que habían pasado un total de 11 horas sin que Kazuki volviera. Peor aún, su jefe había llamado minutos atrás, preguntando por su llegada, sólo logrando asustarlo.

Su Protección - ReikazuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora