« Porque a Rei no le podía importar menos todo lo que pasaba a su alrededor.
Hasta que se acercaban a ellos. »
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- Inspiración de historia : Mi imaginación
- Personajes sacados de un Anime de Ficción; Bu...
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Rei miraba hacia su lateral con atención, se encontraba arrodillado tras una pared, sosteniendo una pistola con fuerza entre sus manos. Estaba preparado para todo, debía rescatar a Kazuki lo antes posible, no podía dejar que el enemigo lo tuviera en sus manos por más tiempo.
No, debía ser preciso, era Kazuki lo que estaba en riesgo, casi se sentía como en la búsqueda de un tesoro. Aunque si lo pensaba bien, el cabello de Kazuki es tan dorado como el oro, como un tesoro.
¿Eso contaría como que Kazuki es su tesoro?
Ignoro sus pensamientos, rodando hacia la izquierda con agilidad, dirigiendo su cuerpo hacia una pared, la cual sin querer tiró, y así hizo caer a las otras consecutivamente.
"Mierda" pensó afligido.
—¡Papá Rei! Otra vez tiraste todo –. Regañó enojada la más pequeña, comenzando a levantar los almohadones que cumplían la función de pared con rapidez, Miri tenía un pequeño tutú morado, a juego con su blusa lila y su tiara rosa suave.
Pero la cereza del pastel era un pequeño artefacto alargado que se encontraba en su mano izquierda, con una estrella en su punta, la cual también tenía un pequeño botón que prendía luces. O como Miri lo llamaba «El arma super mega mágica asesina malditos», y si, Kazuki si lo había pateado por esto ya que 'estaba implantando ideas en la menor'.
—¡Hmff! –. Refunfuñó el rubio amordazado, quien realmente tenía una cinta sobre los labios y estaba atado con una soga roja, que habían comprado para que Miri utilizara, supuestamente para saltar.
—Ya me canse, ¡mejor voy a jugar a otra cosa! –. Exclamó enfadada la niña, soltando su varita y corriendo hacia su habitación para tomar su oso rosa.
El rubio volvió a patalear en la silla, Rei se había pasado de emoción para atarlo, ni que fuera un cerdo.
—Hm –. Aburrido, el azabache tiro su pistola de agua hacia el sofá, caminando hacia su amigo entre un bostezo —. Ya te la quito
De un tirón le quitó la cinta de la boca, llevándose un par de bellos faciales, dejando los ojos rojos con lágrimas por aquella brusquedad.
—¡Eres un bruto! –. Grito enfadado, mirando a el contrario con ganas de darle un muy merecido golpe —. ¡Desátame, ya me duele!
—¿por favor..? –. Preguntó retóricamente, y por su voz burlona se podía notar que no iba en serio, aunque la mirada de puro odio que se ganó casi le hiela la sangre.
Ni cuando casi se muere por unos perros se había asustado tanto.
—¡Papá Rei! Ven conmigo –. Llamó la menor, haciendo que el azabache fuera con ella sin dudarlo, dejando a el otro hombre de la habitación aún atado en la silla, además le servía de excusa para no tener que aguantar la pesada mirada de su pareja.
