C I N C O

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Llegamos a la cabaña y yo me baje de la moto de Daryl con su ayuda obvio. Le devolví su campera que me había prestado, por lo cual niega nuevamente.


-¿No, qué?

-Quédatela. –Dicho eso, saco un cigarro y se fue adentro dejándome con la palabra en la boca y me sorprendió mucho que haya dicho eso.


Me quede confundida y miraba la campera y sinceramente no sé porque lo hacía. Pero admito que su perfume quedo empreñado en la tela de la campera de jeans. Aspire su perfume que olía riquísimo y era ya una droga hacerlo.

Lo deje recostado en mi brazo izquierdo y entre a la cabaña con una sonrisa y enseguida, mi amiga me miro con los ojos como platos.


-¿Y? –Se acercó a mí agarrando mis manos.

-Conseguí empleo. –Dije saltando y ella me acompaña festejando conmigo y gritábamos.

-Oh vamos, cierren la puta boca. –Se quejó el rubio, lo cual revoleo los ojos.

-Cállate, Daryl. –Defendió mi amiga. –Cuéntame, ¿Dónde? –Volvió a mirarme sonriendo.

-En una tienda de ropa interior. –Sonreí. –El lugar es genial, mis compañeras también, salvo una pero no me interesa. Me pagaran muy bien y los horario no es ninguna queja para mí.

-Me alegra muchísimo, Nina. –negó sonriendo y me abrazo. -¿Cuándo empiezas?

-Mañana, desde las ocho hasta las cinco de la tarde. –Me separe de ella.

-Excelente horario. –Sonrió.

-De todas formas tendré que levantarme a las seis, para salir con tu padre y esperar una hora para entrar al trabajo. –Negué suspirando. –Pero no es problema para mí, todo es sacrificio.

-Tranquila, papá tiene un auto en la cochera pero tendré que pedirle a Darylina que lo arregle. –Revoleo los ojos.


Me reí por el apodo llevando mi mano a mi boca.


-Eres cruel con ese apodo.

-No le puse yo, Merle fue. –Ríe.

-Que estúpido. –Negué y mire como aquel ballestero estaba tomando una cerveza con su hermano afuera.

-Te gusta.

-¿Qué? –La mire confusa.

-Te atrae mi primo, picarona. –Sonrió.

-¿Qué? No, no, no, nada que ver. –Negaba rotundamente. –Ni nos soportamos.

-A mí no me mientas.

-En serio, Ro. –Le pegue en el brazo jugando y nos reíamos.

-Ya, basta. Está bien te creo.


La mire seria y ella se reía negando, haciendo contagiar.


~*~


La tarde transcurrió tranquila. Rosita y yo preparamos algo de postre para la noche, haciendo unos budines, decorando un poco con algo de naranja y frutilla. Mientras lo hacíamos, pensábamos que cenar a la noche, debido a que me tocaba a mí hacerlo y opte por hacer pastas. Fideos caseros, así que tenía mucho trabajo por hacer.

Love Me Like You Do  | Daryl Dixon | (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora