Dos años después...
HyungWon terminó de comer su plato de Jajangmyeon y se limpió la boca con una servilleta.
—¿Qué harás ahora? —le preguntó su compañero sirviéndole otro vaso de soju con cerveza.
—No lo sé, no tenía planeado nada —dijo vagamente mirando hacia la calle. Todavía le costaba trabajo acostumbrarse al ritmo del mundo exterior. Había estado dos años en el ejército y ahora tenía que pensar qué iba a hacer de ahora en adelante. No podía volver a Seúl y tampoco quería quedarse en Gyeonggi.
Su compañero, un muchacho alto y de aspecto similar al suyo le sacudió la mano animado.
—Entonces ven conmigo.
HyungWon dio un sorbo a su soju y barajó las posibilidades. Necesitaba un lugar donde echar raíces.
—¿Dónde era que vivías?
El chico sonrió.
—Nonsan —dijo—. ¿Entonces... vendrás?
Llamó a la chica que los había atendido y pagó.
—Bueno, no tengo otro lugar dónde ir...
El viaje había sido largo y cansador. Ambos muchachos estaban cubiertos de polvo y cuando por fin bajaron del micro, se pusieron a estirar las piernas.
—¿Siempre hace tanto calor aquí? —preguntó Wonnie abanicándose con un folleto que encontró en el micro.
—¿Qué esperabas? Estamos en junio. Ahora vamos que aún nos queda un tramo más que recorrer.
—Hwi, ¿tu familia sabe que vienes acompañado?
El muchacho asintió y comenzó a caminar hacia la carretera.
—Claro que sí. Están muy emocionados con nuestra llegada. Dijo mi madre que preparará Jjimdak.
HyungWon asintió y se afirmó la mochila y el bolso para empezar a andar tras su amigo. Todo era muy bonito de ver, con grandes porciones de verde, calles amplias y casas pintorescas. Podría fácilmente acostumbrarse a la tranquilidad del lugar.
—...te voy a llevar a conocer un... ¡ouch! —Hwi había tropezado por estar hablando sin mirar la calle y cayó despatarrado levantando una nube de polvo rojizo. Cuando se levantó, Hwi tenía la cara sucia de tierra.
La risa desafinada de HyungWon hizo que su amigo lo mirara con sorpresa.
—¿Qué? —preguntó entre carcajada y carcajada—. ¿Qué miras, tonto?
—Nunca te vi reír así —dijo Hwi limpiándose la tierra de la ropa— deberías hacerlo más seguido. Tienes una sonrisa muy linda. Mi hermana va a adorarte.
HyungWon cesó la risa en el acto y ayudó a su amigo a limpiarse la ropa.
—Tú presta atención al camino, un día vas a lastimarte.
Cuando llegaron a la casa de Hwi, sus padres estaban esperándolos con mucha comida y música. HyungWon agradeció las palabras afectuosas de los señores Kim y cuando terminaron de cenar, Hwi le enseñó su habitación. Estaba muy agradecido con la familia de su amigo por haberle ofrecido alojamiento, pero no quería incomodar así que pronto empezaría a buscar empleo o a aprender un oficio. No tenía nada más que el contenido de su bolso y debía empezar de nuevo de cero. En un nuevo lugar. Lejos de todo lo que había conocido. Pero sobre todo lejos de él.
Durante dos años se forzó a enterrar los recuerdos de Hoseok. Dos años donde sólo se enfocó en canalizar el dolor que sentía y transformarlo en una furia de la que no se sentía capaz y que lo ayudó a sobrellevar el duro ambiente de la milicia. Había construído una coraza impenetrable alrededor de sus emociones al punto de ya no reconocerse a sí mismo. Ya no lloraba. Y tampoco volvió a sonreír. Hablaba lo justo y necesario. No se quejaba y trabajaba con disciplina y determinación. Cuando la fecha de alta de servicio se iba acercando, empezó a embargarlo una sensación de pánico. Se sentía seguro en el campo de entrenamiento, pero una vez que saliera no podía volver a su vida anterior. Había decidido cortar de raíz todo lo que lo uniera a él. Y ahora debía aprender a vivir solo de nuevo.
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Nobody Else
Fiksi PenggemarHyungwon es un joven de una belleza deslumbrante que atrae miradas y suspiros allá donde va. Sin embargo, tras años de ser juzgado solo por su apariencia y marcado por un error del pasado, ha aprendido a desconfiar de todos. Hoseok, un muchacho apas...