Prólogo

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Un recuerdo doloroso

Park Jimin se subió al autobús que lo llevaría de vuelta a la iglesia. Se sentó en un asiento vacío y apoyó la cabeza en la ventana. Mientras el vehículo se ponía en marcha, Jimin cerró los ojos y suspiró. Había sido un día largo y agotador, y solo quería llegar a su habitación y descansar.

Pero no pudo conciliar el sueño. Su mente estaba llena de pensamientos y emociones que lo atormentaban. Sobre todo, de un recuerdo que lo perseguía desde hacía años. Un recuerdo que había intentado olvidar, pero que seguía vivo y latente en su corazón.

Jimin recordó el día que le confesó a sus padres que era gay.

Tenía 15 años y estaba en el último año de secundaria. Era un estudiante brillante y aplicado, que siempre sacaba las mejores notas y que tenía el sueño de ser médico. Sus padres eran muy religiosos y estrictos, y esperaban que Jimin siguiera sus pasos y se convirtiera en sacerdote. Pero Jimin no quería eso. Él quería ser feliz y seguir su vocación.

Jimin también tenía otro secreto. Estaba enamorado de su mejor amigo, Kim Taehyung. Taehyung era un chico alegre y divertido, que le gustaba la música y el arte. Era el único que entendía a Jimin y que lo hacía reír. Jimin y Taehyung eran inseparables, y pasaban todo el tiempo juntos.

Un día, Jimin decidió que era hora de ser honesto con sus padres y con él mismo. Reunió todo su valor y les pidió que hablaran con él. Sus padres lo recibieron en el salón y se sentaron en el sofá. Jimin se quedó de pie frente a ellos y les dijo:

- Mamá, papá, tengo que decirles algo importante.

- ¿Qué pasa, hijo? ¿Te sientes bien? -preguntó su madre, con preocupación.

- Sí, mamá, estoy bien. Es solo que... hay algo que he estado guardando por mucho tiempo, y que ya no puedo ocultar más -dijo Jimin, con nerviosismo.

- ¿De qué se trata, Jimin? Puedes confiar en nosotros. Somos tu familia y te queremos -dijo su padre, con seriedad.

- Lo sé, papá, y yo también los quiero. Por eso quiero que sepan la verdad. La verdad sobre mí -dijo Jimin, respirando hondo.

- ¿Qué verdad, Jimin? ¿Qué quieres decir? -preguntó su madre, con curiosidad.

- Mamá, papá... yo soy gay -dijo Jimin, soltando las palabras de una vez.

Sus padres se quedaron en silencio. Sus rostros se llenaron de sorpresa, incredulidad y decepción. Jimin sintió un nudo en la garganta y las lágrimas en los ojos. Esperaba que sus padres lo abrazaran y lo aceptaran, pero no fue así.

- ¿Qué has dicho, Jimin? ¿Qué tontería es esa? -dijo su padre, levantándose del sofá y acercándose a él.

- No es una tontería, papá. Es la verdad. Yo soy gay. Me gustan los chicos. Estoy enamorado de Taehyung -dijo Jimin, con firmeza.

- No, Jimin, no. Eso no es verdad. Eso es una mentira. Eso es una enfermedad. Eso es un pecado -dijo su padre, agarrándolo por los hombros y sacudiéndolo.

- No, papá, no. Eso no es una mentira. Eso no es una enfermedad. Eso no es un pecado. Eso es lo que soy. Eso es lo que siento. Eso es lo que me hace feliz -dijo Jimin, tratando de zafarse.

- Jimin, por favor, no digas eso. No sabes lo que dices. Estás confundido. Estás influenciado por el mundo. Estás en una etapa de tu vida. Eso se te va a pasar -dijo su madre, interviniendo y abrazándolo.

- No, mamá, no. No estoy confundido. No estoy influenciado por el mundo. No estoy en una etapa de mi vida. Eso no se me va a pasar. Eso es lo que soy. Eso es lo que quiero. Eso es lo que necesito -dijo Jimin, sollozando.

- Jimin, hijo, escúchanos. Nosotros te queremos y queremos lo mejor para ti. Queremos que seas feliz y que tengas un futuro. Queremos que seas un buen hijo de Dios y que cumplas tu vocación. Queremos que seas sacerdote -dijo su padre, con voz firme.

- No, papá, no. No me quieren. No quieren lo mejor para mí. No quieren que sea feliz. No quieren que tenga un futuro. No quieren que sea un buen hijo de Dios. No quieren que cumpla mi vocación. Quieren que haga su voluntad -dijo Jimin, con voz quebrada.

- Jimin, no digas eso. No seas ingrato. No seas rebelde. No seas egoísta. No seas desobediente. Solo que no eres gay, solo estás confundido -dijo su padre, con voz dura.

- No, papá, no. No soy ingrato. Ni rebelde. Ni soy egoísta. Mucho menos desobediente. solo que amo a los hombres de manera sentimental y quiero a uno de ellos como mi novio.

- ¡Basta, Jimin! ¡Basta de decir esas cosas! ¡O cambias o te vas de esta casa! -dijo su padre, con voz furiosa.

- ¿Qué? ¿Qué me estás diciendo? ¿Tu vas a echar a tu hijo de casa? ¿Me vas a rechazar? -dijo Jimin, con voz angustiada.

- Sí, Jimin, sí. Si no cambias, si no te arrepientes, si no te curas, si no te haces sacerdote, si sigues siendo gay, no eres bienvenido en esta casa. No eres nuestro hijo. No eres nada -dijo su padre, con voz cruel.

- No, papá, no. No me hagas esto. No me digas esto. No me trates así. No me abandones. No me odies. No me niegues, eres mi padre -dijo Jimin, con voz desesperada.

- Lo siento, Jimin, pero es así. Es tu decisión. O eres nuestro hijo o eres gay. No puedes ser las dos cosas. Elige -dijo su padre, con voz fría.

Jimin se quedó sin palabras. No podía creer lo que sus padres le estaban diciendo. No podía creer lo que sus padres le estaban haciendo. Su amor, su apoyo, su familia, su hogar, su vida.

Jimin miró a sus padres con dolor y decepción. Luego, miró a su alrededor y vio sus cosas, sus recuerdos, su pasado. Finalmente, miró dentro de sí y vio su corazón, sus sentimientos, su verdad.

Jimin tomó una decisión.

- Está bien, papá. Seré sacerdote por ustedes -dijo Jimin, con voz firme.

Si bien en algún momento de su vida pensó en ser sacerdote, nunca creyó que se vería obligado a serlo por el simple hecho de ocultar su sexualidad.

𝐆𝐔𝐈𝐀𝐌𝐄 𝐀 𝐌𝐈 𝐏𝐄𝐑𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍 [ʝӄ+ʝʍ] (ᴇɴ ᴘʀᴏᴄᴇꜱᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora