Santiago 1:22
El hospital parecía despertar con los primeros rayos de sol, mientras el Dr. Jeon Jungkook se dirigía hacia la habitación de su paciente, Lee Jung Ho. Había sido una noche larga y tensa, pero la noticia de que Lee había sobrevivido al grave accidente automovilístico traía un poco de alivio a su carga de responsabilidad.
Al entrar a la habitación, Jeon notó que los padres de Lee no estaban presentes, lo que le permitió un momento de intimidad con su paciente. Lee, con una mirada de agradecimiento y alivio, saludó al médico con una sonrisa débil.
—¿Cómo te sientes esta mañana, Lee?— Le preguntó Jeon mientras revisaba las lecturas en el monitor junto a la cama.
Lee miró a su alrededor antes de responder. —Me siento mejor, gracias a ti, doctor. De verdad, gracias por salvarme anoche.
Jeon asintió con humildad. —Solo estoy haciendo mi trabajo, Lee. Me alegra verte mejor.
Una conversación se desencadenó entre ellos. Jeon, con su tono tranquilo, preguntó sobre las circunstancias del accidente, y Lee comenzó a compartir los detalles. Había sido un choque causado por la distracción de su novio, Taeyang.
Un silencio tenso llenó la habitación antes de que Lee comenzara a narrar los eventos que llevaron al accidente que casi le arrebata la vida.
Lee explicó cómo Taeyang había insistido en un gesto romántico mientras conducían, lo que había llevado a una discusión sobre sus creencias religiosas y su relación. Taeyang presionó a Lee, tratando de convencerlo de que el amor entre ellos no era un pecado, pero Lee estaba convencido de que el accidente era una señal divina.
—Todo comenzó con Taeyang— Fue que comenzó Lee, su voz resonaba con un matiz de dolor y confusión—. Él intentó besarme mientras conducíamos, pero me negué. Me dijo que eso era lo que hacían los novios, y que como yo era muy creyente en Dios, debería superarlo para poder amarnos sin prejuicios.
Jeon frunció el ceño, asimilando la complejidad de la situación. "Entiendo", murmuró, alentando a Lee a continuar.
Lee continuó, su relato marcado por la angustia y el pesar. —Intenté terminar con él, pero Taeyang se negó a aceptarlo. Decidió presionar mi pierna, donde está el acelerador, mientras yo intentaba controlar el auto. Aceleré demasiado y terminamos estrellándonos contra una barranca.
El silencio pesado colgaba en el aire mientras Jeon procesaba las palabras de Lee. La historia revelaba un conflicto interno y una lucha entre el amor y las creencias arraigadas.
—Es difícil, ¿verdad?— murmuró Jeon, su voz cargada de compasión—. Sentirse atrapado entre lo que creemos y lo que sentimos.
Lee asintió, sus ojos brillaban con una mezcla de resignación y dolor. —Sí, es difícil. Pero sigo amando a Taeyang, a pesar de todo. Aunque creo que el accidente fue una señal de Dios de que moriría si estaba en pecado.
Jeon escuchó atentamente, comprendiendo la complejidad emocional detrás de cada palabra de Lee.
—Amar no es un pecado, Lee— dijo con calma, sus palabras resonaron con una sabiduría tranquila—. Pero las relaciones que te hacen sentir inseguro o te ponen en peligro no son saludables.
Jeon reflexionó sobre las palabras de Lee, reconociendo la profundidad de su fe y su lucha interna.
—Yo creía lo mismo hasta que alguien me dijo las mismas palabras "Amar no es un pecado"— Miro atentamente al menor que se miraba inseguro de si mismo y de lo quería y creía deber hacer—. Pero quedarse en una relación que te lastima no es amor.
Lee asintió lentamente, absorbiendo las palabras del médico. En ese momento de vulnerabilidad y reflexión, la habitación del hospital se llenó de una sensación de paz y entendimiento.
Lee bajó la mirada, luchando con sus propios sentimientos y creencias arraigadas.
—Sé que debería terminar con Taeyang, pero es difícil— Le admitió con sinceridad— Epero que esta sea una señal de Dios para mí.
Antes de que Jeon pudiera profundizar en la conversación, los padres de Lee entraron en la habitación, interrumpiendo el momento de confidencia. Jeon observó cómo los padres de Lee, con expresiones preocupadas y devotas, se acercaban a su hijo.
Decidiendo proteger la privacidad y la confidencialidad de Lee, Jeon optó por no revelar la naturaleza de la relación entre Lee y Taeyang. Respetó la fe y las creencias de la familia de Lee, reconociendo que la situación requería delicadeza y comprensión.
Mientras los padres de Lee rodeaban la cama de su hijo con amor y cuidado, Jeon se retiró silenciosamente, llevándose consigo las palabras y los dilemas de su joven paciente. En ese momento de la mañana hospitalaria, la luz del nuevo día trajo consigo reflexiones sobre el amor, la fe y el peso de las decisiones que debemos tomar en nuestras vidas.
El pasillo del hospital estaba impregnado de una atmósfera cargada de emociones cuando el médico Jeon Jungkook salió de la habitación de su paciente, Lee Jung Ho. Sus pensamientos seguían revoloteando en torno a las palabras de Lee sobre el conflicto entre su fe y su amor.
En ese preciso momento, se encontró con el sacerdote Park Jimin, quien se dirigía hacia la habitación de Lee con un semblante sereno pero determinado. Jeon sintió un leve estremecimiento de disgusto ante la idea de la religión que parecía haber traído más sufrimiento que consuelo a su joven paciente.
—Park Jimin— Fue que de forma informal saludó Jeon al sacerdote, su voz teñida de escepticismo mientras cruzaban miradas en el pasillo del hospital.
Jimin respondió con una inclinación de cabeza respetuosa, pero sus ojos brillaban con la determinación de un hombre de fe.
—Doctor Jeon Jungkook— Respondió con calma, notando la tensión en la postura del médico.
Jeon no pudo contenerse. —¿De verdad crees que tu religión hace la vida más fácil para la gente, Park Jimin?— cuestionó con un tono de incredulidad palpable.
Jimin mantuvo la compostura, sus palabras impregnadas de una profunda convicción.
—La fe no hace la vida más fácil, Jeon. Pero nos da la fuerza para enfrentar los desafíos y nos guía hacia actos de bondad y compasión— Le respondió con serenidad.
Jeon arqueó una ceja con escepticismo. —¿Y cómo puedes estar tan seguro de eso? ¿No es solo una forma de autoconsuelo, una forma de lavar nuestros propios pecados a través de los demás?— dijo, su voz llevaba una carga de sarcasmo.
Jimin no se inmutó, sus ojos reflejaban una profunda comprensión.
—La fe es más que eso, Jeon. Es un llamado a vivir de acuerdo con los principios de amor y bondad, a no faltar el uno al otro incluso en los momentos más difíciles— Respondió, manteniendo su compostura.
Jeon frunció el ceño, sintiendo un destello de incomodidad ante la firmeza de las palabras del sacerdote. Sin embargo, no pudo evitar recordar un momento pasado, un momento de vulnerabilidad compartida entre él y Jimin.
Jimin, buscando iluminar la mente incrédula del médico, citó un versículo de la Biblia: "Sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos" (Santiago 1:22).
Jeon, sintiendo una chispa de recuerdo y desafío, se inclinó hacia Jimin y le susurró con un tono áspero.
—¿Realmente practicas lo que predicas, o es solo una forma de absolver tus propios pecados a través de los demás?— recordándole aquel momento incómodo en el que, sorprendido por la situación, había intentado besar al sacerdote y este no había rechazado su gesto, aunque tampoco lo había seguido.
Con eso, Jeon se apartó, dejando atrás la conversación tensa pero cargada de reflexión. Mientras se alejaba por el pasillo del hospital, se preguntaba sobre las verdades profundas que yacían en el corazón de la fe y la humanidad, y sobre los caminos sinuosos que llevaban hacia la comprensión y la redención.
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𝐆𝐔𝐈𝐀𝐌𝐄 𝐀 𝐌𝐈 𝐏𝐄𝐑𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍 [ʝӄ+ʝʍ] (ᴇɴ ᴘʀᴏᴄᴇꜱᴏ)
FanfictionDevoto sacerdote Park Jimin, cuya fe y vocación se ven desafiadas cuando conoce a Jeon, un atractivo y rebelde médico. A medida que Jeon confiesa sus pecados sexuales al padre Jimin, la intrigante atracción entre ellos crece hasta que finalmente ca...