Capítulo 1

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Un encuentro inesperado

Park Jimin era un sacerdote joven y devoto, que había dedicado su vida a Dios y a su iglesia. Su fe era inquebrantable, su corazón puro y su rostro angelical. Todos los feligreses lo admiraban y respetaban, y él se esforzaba por ser un buen ejemplo y un buen pastor.

Sin embargo, su vida tranquila y ordenada se vio alterada por la llegada de un nuevo médico al hospital cercano. Jeon Jungkook era un joven rebelde y atractivo, que había estudiado medicina por obligación de su padre, pero que no le gustaba seguir las reglas ni las convenciones. Su pasión era la música y la libertad, y su vida era activa y llena de aventuras.

Un día, Jimin fue al hospital a visitar a una anciana que estaba enferma y que era muy querida por él. La señora Kim le había pedido que le llevara la comunión y que rezara con ella. Jimin accedió gustoso y se dirigió a su habitación.

Al llegar, se encontró con una escena que lo dejó sin aliento. En la cama, junto a la señora Kim, estaba Jungkook, abrazándola y besándola en la frente. El médico le sonrió y le dijo:

- Hola, padre. Soy el doctor Jeon, el encargado de esta paciente. Ella es mi madre.

Jimin se quedó helado. No podía creer que el joven que tenía delante fuera el hijo de la señora Kim, y mucho menos que fuera médico. Su aspecto era el de un chico malo, con el cabello teñido de Borgoña, varios piercings y tatuajes, y una chaqueta de cuero negra. Su mirada era intensa y desafiante, y su sonrisa era traviesa y seductora.

- Hola, doctor Jeon. Soy el padre Park, el sacerdote de la iglesia donde va su madre. Vine a traerle la comunión a su madre y a rezar con ella -dijo Jimin, tratando de mantener la compostura.

- Ah, sí. Mi madre me habló de usted. Dice que es muy bueno y muy guapo -dijo Jungkook, guiñándole un ojo.

Jimin se sonrojó. No sabía cómo reaccionar ante el descaro del médico. Se acercó a la cama y saludó a la señora Kim, que lo recibió con alegría.

- Padre Park, qué gusto verlo. Gracias por venir. Usted es un ángel -dijo la anciana, cogiéndole la mano.

- No, señora Kim, usted es un ángel. ¿Cómo se siente hoy? -preguntó Jimin, con dulzura.

- Mejor, gracias a Dios. Y gracias a mi hijo, que me cuida mucho. Él es un gran médico, ¿sabe? -dijo la señora Kim, mirando con orgullo a Jungkook.

- Sí, lo sé. Es un honor conocerlo, doctor Jeon -dijo Jimin, forzando una sonrisa.

- El honor es mío, padre Park. Me gusta mucho su trabajo. Es muy noble y generoso -dijo Jungkook, con ironía.

Jimin sintió una punzada de incomodidad. Notó que el médico se burlaba de él, y que no le tenía ningún respeto. Se preguntó por qué era tan frío y arrogante, y qué habría pasado en su vida para que se alejara de Dios y de su madre.

- Bueno, señora Kim, si me lo permite, le voy a dar la comunión y a rezar con usted. ¿Le parece bien? -dijo Jimin, cambiando de tema.

- Sí, padre, por favor. Eso me hará mucho bien -dijo la señora Kim, con devoción.

- ¿Y usted, doctor Jeon? ¿Quiere acompañarnos? -preguntó Jimin, por cortesía.

- No, gracias, padre. Yo no creo en esas cosas. Prefiero dejarlos solos -dijo Jungkook, con indiferencia.

- Está bien, doctor. Como usted quiera -dijo Jimin, con resignación.

Jungkook se levantó de la cama y se dirigió a la puerta. Antes de salir, se giró y le dijo a Jimin:

- Nos vemos pronto, padre Park. Espero que no se aburra mucho con mi madre. Ella es muy habladora.

Y dicho esto, salió de la habitación, dejando a Jimin con la boca abierta. El sacerdote no podía creer la falta de respeto y de tacto del médico. Se sintió ofendido y molesto, pero también intrigado y curioso. ¿Quién era ese joven que lo había descolocado tanto? ¿Qué habría detrás de su actitud rebelde y provocadora? ¿Y por qué sentía una extraña atracción hacia él?

Jimin sacudió la cabeza y se concentró en su labor. Le dio la comunión a la señora Kim y rezó con ella. Luego, charló un rato con la anciana, que le contó cosas de su vida y de su hijo. Jimin escuchó con atención y compasión, y trató de darle ánimos y esperanza. La señora Kim le agradeció su visita y le pidió que volviera pronto. Jimin le prometió que lo haría y se despidió de ella con un abrazo.

Al salir del hospital, Jimin se encontró con Jungkook, que estaba apoyado en su moto, fumando un cigarrillo. El médico lo vio y le hizo una seña con la mano.

- Hola, padre Park. ¿Qué tal la visita? -le preguntó, con una sonrisa burlona.

- Bien, gracias. Su madre es una mujer muy dulce y valiente. Me alegra que esté mejorando -dijo Jimin, con educación.

- Sí, es una luchadora. Aunque no sé cuánto tiempo le queda. Tiene un cáncer terminal -dijo Jungkook, con frialdad.

Jimin se estremeció. No sabía que la señora Kim tuviera cáncer. Se sintió triste y apenado por ella y por su hijo.

- Lo siento mucho, doctor Jeon. No tenía idea. Debe ser muy duro para usted -dijo Jimin, con sinceridad.

- No se preocupe, padre Park. Estoy acostumbrado. La vida es así. Un día estás aquí y al otro te vas -dijo Jungkook, con cinismo.

- No diga eso, doctor Jeon. La vida es un regalo de Dios. Hay que valorarla y disfrutarla. Y hay que tener fe y esperanza. Dios nos ama y nos cuida. Él tiene un plan para nosotros -dijo Jimin, con convicción.

- ¿Un plan? ¿Qué plan? ¿El de hacernos sufrir y morir? ¿El de prohibirnos ser felices y hacer lo que queremos? ¿El de juzgarnos y condenarnos? No, gracias, padre Park. Yo no quiero ese plan. Yo quiero vivir mi vida como yo quiero, sin ataduras ni restricciones. Yo quiero ser libre -dijo Jungkook, con rebeldía.

- Doctor Jeon, usted está equivocado. Dios no nos hace sufrir ni nos prohíbe nada. Él nos da la libertad de elegir, pero también nos da la responsabilidad de las consecuencias. Él nos muestra el camino, pero nosotros decidimos si lo seguimos o no. Él nos ama incondicionalmente, pero nosotros tenemos que corresponderle. Él no nos juzga ni nos condena, sino que nos perdona y nos salva. Él quiere lo mejor para nosotros, pero nosotros tenemos que cooperar con su gracia -dijo Jimin, con pasión.

- Padre Park, usted está ciego. Dios no existe. Él es una invención de los hombres para controlar a las masas. Él es una ilusión, una mentira, una farsa. No hay nada después de la muerte. Solo hay vacío y oscuridad. No hay cielo ni infierno. Solo hay esta vida, y hay que aprovecharla al máximo. ¿Nunca ha deseado hacer algo pero su religión se lo prohíbe?

𝐆𝐔𝐈𝐀𝐌𝐄 𝐀 𝐌𝐈 𝐏𝐄𝐑𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍 [ʝӄ+ʝʍ] (ᴇɴ ᴘʀᴏᴄᴇꜱᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora