La puerta se cerró tras de mí y los cuatro pares de ojos que había dentro de la habitación, me miraron atentamente. Uno con molestia, otros con sorpresa y unos... pares de ojos desconocidos me observaban con algo de gracia. Fruncí el ceño.
—¿Dónde has pasado la noche? — la voz de Dave sonaba con el tono de reproche justo, ese que no quería que se notara, pero de todas formas lo hacía.
—Supongo que si ustedes pueden ocultarme cosas —utilicé el mismo tono, cruzándome de brazos —, yo también puedo hacer lo mismo con ustedes.
El desconocido silbó y Killian lo fulminó con la mirada, luego se acercó a mí.
—Saber todo de ti es lo que nos permite ayudarte. —dijo suavemente, apoyando una mano sobre mi hombro. Sus expresiones cambiando a una de pena —Y lamentamos lo de anoche.
No esperaba que se disculpara. Esperaba una evasión y una sentencia final al único pedido que no dejaría de hacer, que tendría siempre la misma respuesta. Pero tuve la impresión de que esta vez iba a ser diferente.
—Eso... —aclaré mi garganta, había sido tomada por sorpresa — eso no cambia nada. No pueden disculparse y esperar a que continúe en la oscuridad hasta que decidan si soy merecedora de su confianza. No funciona así.
—Corajuda. — habló por primera vez el desconocido que al parecer nunca había quitado su expresión de gracia y chasqueó la lengua — Me gusta.
—Jordan. —gruñó Allec, aparentemente molesto por el comentario —Ojos fuera.
El recién nombrado levantó las manos en rendición.
—Solo digo lo que veo. — dijo, parándose y llegando hasta a mí, ofreciéndome su mano —Jordan Leavitt, mejor amigo de la bestia que te tocó por alma gemela.
Acepté su mano y ni bien la toqué la misma sensación que recibí con los hermanos rubios me abrazó. Él también estaba congelado, lo cual, creo que ya no tendría que sorprenderme a esta altura de la situación.
—Elizabeth. —dije, manteniendo mi postura seria. —¿Tú qué haces? ¿Ves auras, irradias electricidad o sólo eres irritantemente coqueto?
De fondo, escuché como Killian soltaba una carcajada y Allec la seguía. De reojo vi a Dave, que solo se había limitado a sonreír. Siempre correcto.
—Y atrevida. —continuó Jordan con su análisis. Sus ojos verdes penetrando los míos en un desafío que estaba dispuesta a tomar, aunque fuera visiblemente más alto que yo y tuviera que inclinar mi cabeza unos centímetros hacia atrás. —Es de las buenas.
Concluyó unos segundos después, rompiendo el contacto visual. Volvió a su lugar en el sofá, recostándose con una confianza que me dijo que al parecer venía seguido a este lugar.
—Volviendo al tema —exclamó Dave, todos giramos para verlo —, hemos decidido que vamos... vamos a explicarte todo.
Al parecer, hasta decir esa frase le costaba. Sospeché que esta no había sido su idea, y que, a pesar de la decisión, él seguía sin estar de acuerdo.
— Muy bien — contesté con facilidad, sentándome en una de las banquetas pertenecientes a la isla de la cocina —, los escucho.
Los mellizos se miraron entre sí.
—No es tan fácil. — Killian suspiró —Primero debes entender que esto no solo nos pertenece a nosotros, sino a todos los habitantes del pueblo.
Fruncí mi ceño. Apenas sí había habitantes en el pueblo y ¿esto también lo incluía a ellos?
—Y que, si de verdad quieres saberlo, primero hay una condición que debes aceptar. —Dave de pronto cambió su expresión a una de seriedad que podría asesinar. Así y todo, se veía guapísimo.
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Me perteneces
VampireElizabeth sabía que había aspectos de su ficha personal que no encajaban en su vida, o en su rompecabezas, que es como le gustaba verse a ella misma. Creía, sin embargo, que la psicología sería la clave para poder entender todas esas discrepancias y...