Había pasado una semana.
Una semana en la que todo había ido extremadamente bien y creí que sentirse así de feliz y completa jamás iba a estar en mis planes, pero había sucedido de la nada, de puro imprevisto.
Abalev, aquella noche, luego de hacernos creer que todo el buen ambiente se iría por el desagüe, se unió a nosotros a reír, me dio la bienvenida a su mundo y hasta hizo una demostración de sus poderes, los cuales todos me dijeron que no usaba mucho ya que como líder tenía que imponer autoridad sin llegar a necesitar de lo que lo hacía poderoso.
Por otro lado, aquellos tres hombres fortachones y con caras idénticas de asesinos seriales no eran más que los trillizos guardaespaldas de Abalev, que, por razones de seguridad, se mantenían cerca de él casi todo el tiempo. Sus nombres son Francis, Franklin y Frederick.
Ahora bien, nuevo descubrimiento que tuve fue el saber específicamente de qué era líder Abalev. Resulta que no son solo ellos los que viven en este bosque, sino que hay todo un clan de ellos que conviven bajo su liderazgo en armonía con otros clanes, tales, así como el clan de brujas y hechiceros, al que pertenece Jason y es liderado por la bruja que Allec y yo visitamos el otro día, y el clan de híbridos, que abandonan las tierras por tiempo ilimitado, pero suelen volver porque no pasan demasiado tiempo en ningún lugar.
—¿Qué son los híbridos? —pregunté con inocencia.
—Son vampiros nómadas que han recibido la mordida de un licántropo. —explicó Abalev con paciencia. No parecía molesto por mi curiosidad, pero tampoco parecía estar fascinado de compartirlo, se encontraba exactamente en el medio de esos dos.
Me explicó que, en su clan, llamado Večny, había hasta el momento setenta y ocho vampiros que vivían desparramados por el bosque en construcciones parecidas a ésta ya que debían esconderse, o al menos pasar muy desapercibidos de los humanos si llegaban a acercarse, pero que habían tratado de colocar sus refugios en posiciones estratégicas a las que raramente los mortales llegan.
El clan de las brujas, en cambio, había decidido crear un pueblo, que es en el que se encuentra el apartamento, que no fuera tan llamativo y de dimensiones medianamente pequeñas para pasar desapercibidos de curiosos, pero como mantenían una alianza con los Večny, no necesitaban preocuparse de ello porque los vampiros se encargarían de ahuyentar merodeadores a cambio de una convivencia y prestación de servicios básicos; como brebajes, pociones, ungüentos, curaciones y demás que pudieras hacer.
Así que ahora se podía decir que vivía entre brujas y vampiros, lo cual sonaba totalmente genial, con la única complicación de que no tenía a nadie con quién alardear de ello. Era como mi propia broma personal.
Durante los días que le siguieron, intenté procesar la información y acostumbrarme a esta nueva realidad y a que todo el mundo haga uso de sus poderes en cualquier momento y lugar, sin tener que esconderse o limitarse por mí ni por nadie.
Esto, de alguna forma, me acercó más a Allec, con quien no dejaba de robar momentos en cualquier lugar, cuando sentíamos que nuestra conexión nos estaba agobiando.
Algo así como descomprimir el estrés, solo que para nosotros no era estrés, sino tensión sexual y la adicción que parecía crecer en cada uno. Cuánto más tiempo pasábamos juntos, más queríamos del otro.
Sin embargo, había que ser realistas, el hecho de que yo no fuera completamente humana, no significaba que la sangre dejaba de correr por mis venas, y que él tuviera un gran autocontrol, no significaba que pudiera flaquear en cualquier momento. Yo, después de todo, era una estación de alimentación para cualquier vampiro que se me acercara. Es por ello que, aunque quisiéramos hacer más, no podíamos arriesgarnos a tal peligro.
ESTÁS LEYENDO
Me perteneces
VampireElizabeth sabía que había aspectos de su ficha personal que no encajaban en su vida, o en su rompecabezas, que es como le gustaba verse a ella misma. Creía, sin embargo, que la psicología sería la clave para poder entender todas esas discrepancias y...