— ¡Mi Hayden favorita! — exclamó Hama, dejando de barrer las hojas del frente de su casa con el viento que salía de sus manos. Intenté no parecer encantada con tal despliego de magia. —Hace tiempo no tenía el honor de tu visita.
— Tía Hama —cuando llegamos hasta ella, Killian la abrazó con cariño y cuando se soltaron, la bruja líder del clan Häxa se giró hacia mí, cambiando su expresión a completa seriedad. —¿Recuerdas a Elizabeth?
— Cómo no hacerlo. —asintió y me tendió su mano, esperando que la tomara así lo hice. — Veo que has decidido unirte al otro mundo.
— Así es. —musité.
—Me alegro por ti. — respondió —Lamento no poder decir lo mismo por el resto de los clanes. Tu sola presencia invoca el peligro.
Toda la confianza con la que había llegado, se esfumó en un santiamén.
—Venimos en busca de esclarecer nuestras dudas, Hama. —habló Killian en mi lugar, obteniendo toda la atención de la bruja. Lo agradecí internamente —Cuando Allec estuvo aquí la última vez, poco y nada nos ha ayudado. En busca de respuestas andamos.
Ignorando que la última frase de Killian había rimado, mantuve mi seriedad, al tiempo que Hama nos hacía el ademán de que pasáramos a su hogar.
Nos sentamos en el mismo lugar que en la visita anterior, con la única diferencia de que en dónde antes estuvo Allec, ahora estaba su melliza. Miramos a Hama atentamente.
—Lejos de ser la fuente de las respuestas, mis instintos me dicen que han descubierto cosas. —exclamó y me miró con sus ojos penetrantes. —He de oírlas en este instante.
Insegura de qué explicarle, comencé por contarle lo que Jason ha descubierto respecto a mi aura, que aparentemente era normal, pero cuando alguien utilizaba sus poderes en mí, ésta se volvía blanca y de lo que me he enterado en la madrugada respecto a mi madre. Hama mantuvo su gesto serio en todo momento y cuando terminé de hablar cerró sus ojos, conectándose con algo que pareció llevarla a ausentarse por un minuto o dos.
Era incomprensible, pero sentía su energía fluir y la intensidad con la que ésta trabajaba. Algo o alguien hablaba con ella, lo que no sabía, era porqué podía saber todo esto.
—¿Puedes sentirlo, no es así? —preguntó, sin abrir los ojos.
Mi garganta se secó.
—S-sí.
—¿Qué? ¿Qué sientes? —Killian pareció preocuparse. Hama extendió una mano hacia ella con la palma en alto, indicándole de forma silenciosa que esperara un momento.
Le tomó unos cuatro o tal vez cinco largos minutos volver al plano terrenal, y cuando lo hizo, todo su cuerpo palideció con rapidez. Killian se acercó en caso de que colapsara de forma inesperada.
—Los espíritus han hablado —exclamó —, y su pedido fue claro.
—¿Qué dijeron? —inquirí, impaciente.
—Que todo se sabrá a su debido tiempo. —me miró, como si frente suyo tuviera un jeroglífico imposible de traducir —Pero tu... posees más poder del que deberías.
Tragué la poca saliva que quedaba en mi boca y por alguna razón mi corazón comenzó a latir con fuerza. Quería saber más, necesitaba saber más.
¿Cómo es que tenía poder? ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué pude sentir cómo ella se comunicaba con esos supuestos espíritus? ¿Y cómo es que lo hice si ni siquiera sabía que podía hacerlo?
—¿A qué te refieres, Hama? —esta vez fue Killian la que no sonó muy paciente.
Recomponiéndose, su piel volvió a su color natural y negó con suavidad.
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Me perteneces
Ma cà rồngElizabeth sabía que había aspectos de su ficha personal que no encajaban en su vida, o en su rompecabezas, que es como le gustaba verse a ella misma. Creía, sin embargo, que la psicología sería la clave para poder entender todas esas discrepancias y...