La noche fue larga y extremadamente fructífera.
Allec, a pesar de todo lo que aparentaba ser, es una persona increíblemente interesante. No solo por el hecho de su verdadera naturaleza, sino por el hecho de que no deja que nadie vea este lado suyo que tienen escondido la mayor parte del tiempo.
Caí en esta conclusión casi cuatro horas después de nuestra conversación en la que definimos qué era lo que queríamos hacer o ser.
El tema Fancy no se volvió a hablar, y, de todas formas, ella no era la importante en este momento, porque lo que interesaba más, era conocer a este chico que según la vida y el destino dicen que es mi alma gemela.
No quise comparar, pero mi mente inevitablemente lo hizo, comparó mis sentimientos hacia él con los sentimientos que tengo hacia Raymond y sé que sonará extraño, pero comienzo a entender, por qué en años nunca he tenido un novio, o un sentimiento que fuera mucho más allá del deseo físico y sexual hacia otra persona.
No es que no tuviera mis pequeños compromisos románticos a lo largo de mi adolescencia, es que ninguno fue especial o me hizo sentir completamente enamorada. Eso del primer amor, nunca pasó para mí.
Fingía, en cambio, estar entusiasmada con cada chico que se atrevía a flirtear conmigo, más no dejaba que la situación sobrepasara el límite que había autoimpuesto de manera inconsciente con todos, tal vez esto ya explicaba el por qué.
Cenamos juntos, yo con mi plato de comida mortal y el con su vaso especial de vino tinto espeso, si saben bien a lo que me refiero.
Me preguntó si me molestaba que lo hiciera abiertamente y confesé que no. No era para nada molesto, sino todo lo contrario. Sentía que no solo no me molestaba, también tenía curiosidad por probarlo. Pero no era algo que iba a ser.
Lo puse al tanto de todo lo que había pasado durante el día y obtuve reacciones completamente inesperadas.
Para empezar, el haber ido a ver a Hama por nuestra cuenta le generó algo de molestia e inseguridad.
—No debieron ir sin compañía. —dijo ni bien lo comenté. Fruncí el ceño.
—¿Por qué no?
A pesar de su buena intención, no quitaba el hecho de que Killian era una vampira que podría defenderme de cualquiera que viniera con malas intenciones. Esto ya no se trataba de simples mortales contra algo más grande que ellos, todos éramos un poco sobrenaturales. Ellos más que yo, pero de todas formas ahí estaba.
—Adoro a Hama —aclaró —, ella siempre ha sido como parte de la familia. El caso... es que no lo es. Nosotros somos vampiros, ella es bruja, por mucho que nuestros afectos sean notorios, ella siempre protegerá a los suyos, aunque eso signifique romper la paz entre clanes.
—Pero no tiene que hacerlo —exclamé —, no soy un peligro.
—Aún. —musitó, dándome una mirada profunda. —Por eso no quiero que te expongas más de lo necesario, no soportaría que algo te pasara.
Algo de lo que decía era verdad, si me ponía a pensar en ello con detalle. Hama, tal como Dave me había explicado con su caso, tiene una obligación para con los suyos, y no esperaba que me protegiera a mí antes que a ellos. Más aún cuando fue la única en expresarle a todos que yo no traía más que peligro a este mundo.
Al continuar con la conversación llegamos a la parte en la que le explicaba que había sentido cómo el poder de Hama actuaba. Como éste con el paso de los segundos y la concentración de la bruja se volvía intenso y abría una gran puerta hacia donde no había podido entrar pero que había podido sentir.
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Me perteneces
VampireElizabeth sabía que había aspectos de su ficha personal que no encajaban en su vida, o en su rompecabezas, que es como le gustaba verse a ella misma. Creía, sin embargo, que la psicología sería la clave para poder entender todas esas discrepancias y...