Capítulo 23

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Capítulo 23

NA: Feliz año nuevo, gente. Merecemos un año mejor y espero que este 2023 sea ese año. Me he lerdeado mucho en este fic, pero simplemente me niego a abandonarlo, ya casi llegamos al final. Lamento tanta demora, pero mi tiempo ahora está tan ocupado que apenas y duermo.

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Esa misma tarde Sam y Dean hablaron de temas más banales, más como en los viejos tiempos. Se rieron tanto que sus estómagos dolieron, pero después de todo ese era un maravilloso dolor. Ambos sentían que después de esa cruda y dolorosa charla un peso había desaparecido de sus pechos. El problema había sido sacado a la luz y ahora sólo quedaba cortar el mal de raíz.

Y como en ningún cumpleaños puede faltar un pastel, Sam fue llevado a la cocina por Dean. Allí sobre la mesa del comedor le esperaba una torta de chocolate con velas encendidas.

—¿Qué significa esto?

—Vaya, y yo pensando que eras el inteligente de la familia —comentó Bobby a espaldas de los chicos—. Un pastel de cumpleaños, listillo.

—No hacía falta, ya han hecho lo suficiente —Sam sintió como en su pecho se formaba una pelota.

—¿De qué demonios estás hablando, muchacho? Esto no es nada. Además, no todos los días te conviertes en una quinceañera —Bobby comentó con gracia, dándole una palmada en la espalda al castaño para que se acercase a la mesa.

Las velas encendidas se alzaban en una pequeña danza. Tiempo atrás Sam hubiese deseado que su vida se extinguiese como esas llamas, pero ahora no estaba tan seguro de querer morir. Allí seguía el sentimiento de no querer sufrir más, pero ahora sabía que la muerte no era la solución a todos sus problemas, no diría que el deseo de morir nunca volvería, el no podría saber a ciencia cierta si a futuro todo su mundo se pondría peor.

—Vamos, no lo pienses tanto y pide un deseo que las velas se van a derretir en el pastel —comentó Dean como un niño desesperado por su porción.

Sam miró nuevamente las velas, cerró sus párpados y no tuvo que pensarlo mucho, el deseo estaba allí a la vuelta de la esquina y ya sea por la magia de una vela de cumpleaños o por su determinación, el volvería a ser su viejo yo.

Los platos se sirvieron rápidamente y a pesar de que hace poco habían comido hasta saciarse no pudieron decir que no a ese sabroso pastel.

—Deja de mirarlo tan fijamente mientras sonríes. Es malditamente perturbador —Bobby habló entre bocados, casi tentado de meterle un revés al rubio.

—¿De qué demonios hablas, Bobby? El unico que mira aquí de forma perturbadora eres tu —bufó indignado ante el comentario del chatarrero, aunque a los pocos segundos su mirada se desvió automáticamente al castaño.

—Claro, tu no miras al chico como si fuese tu hijo y te sintiera sentir un padre orgulloso —Bobby se rio con buena intención.

—Se puede decir que yo fui el padre de Sam —comentó a la ligera sin apartar la mirada del castaño—. Y si, estoy malditamente orgulloso de ese chico. Si yo hubiese pasado por todo lo que él pasó, seguramente sería un caso perdido, un desecho de persona, pero míralo, Bobby, se levantó desde lo más bajo y sus ganas de vivir siguen allí. Sam está mejor, sonríe más, come más. Está más vivo que meses atrás.

Ahora Bobby entendía el porque de esa mirada tan intensa mientras el menor comía, cada bocado que Sam daba era una muestra de lo mucho que había avanzado y lo fuerte que era. Él no era tonto, se podía oler que había algo que no le habían contado, pero el no presionaría por algo que no era de su incumbencia.

Dear AgonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora