9. Capítulo

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Capítulo 9

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—Eso es grandioso, Bobby —habló al teléfono. Después de todo, Dean estaba realmente feliz de saber que su amigo Caleb podría tener más días en este mundo.

—Entonces… —Bobby dudó si hacer la pregunta. Bueno, más bien el temió a la respuesta— ¿Cómo sigue nuestro chico?

—¿Me creerías si te digo que en esta semana de tu ausencia todo se fue al demonio? —Dean suspiró con pesadez. Podía sentir como si sobre sus hombros cargara una tonelada.

—¡Diablos! ¿En qué mierda está pensando Sam? —exclamó al sentir que perdía a uno de sus hijos.

—Dudo que siquiera piense en que algo está mal en su burbuja de “yo sé lo que hago” —imitó con fastidio la voz de su hermano.

—Bueno ya terminamos aquí. Caleb está en el hospital y el Pastor Jim se hará cargo de él en cuanto le den de alta. Así que, ya sabes si me necesitas estaré allí tan pronto como pueda —Bobby no quería presionar o inmiscuirse donde no lo llamaban, pero igual dudaba que con o sin su presencia se lograría alguna diferencia.

—Te lo agradezco mucho Bobby, pero yo soy el que tiene que ponerle un alto a Sam —Dean miró la hora en su reloj para darse cuenta que aun tenia veinte minutos de su almuerzo.

—¿Qué vas a hacer, chico?  —inquirió el chatarrero.

—Sam va a tener que decidir qué camino quiere tomar.

—La cura o la enfermedad —dijo adivinando a lo que se refería Dean.

—Exacto —tomó aire —Siento que ya no puedo más, Bobby. Estoy perdiendo esta batalla y no sé cómo vivir con las consecuencias de dar un paso atrás. Pero también estoy cansado, de sus mentiras y de cómo se burla en mi cara cada vez que finge ser mi hermano, mi antiguo Sammy— terminó con un sollozo atrapado en su garganta, sin poder creerse que esté teniendo una charla de corazón abierto con Bobby cascarrabias Singer.

—Te has puesto a pensar en qué pasaría si Sam llegase a tomar el camino oscuro, por así decirlo —Bobby sabía que la vida no era color de rosa y que en la vida siempre hay dos resultados. Y no es por ser pesimista, pero el final de esa confrontación auguraba un resultado trágico y desgarrador.

—Trato de no pensar en ello —Dean miró al cielo como si en el esperase encontrar la solución a todos sus problemas.

Tras Bobby desearle la mejor de las suertes, Dean terminó la llamada con promesas de ponerlo al tanto al día siguiente. Por ahora su única preocupación era poder reparar el motor de ese Camaro y hacerse de unos cuantos dólares, pero esta vez tendría que guardarlos entre sus zapatos a ver si no se desaparecen de allí también.

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Dean estaba cansado de brindarle ayuda a su hermano, porque ¿cómo salvar a quien no quiere ser salvado?

Las cosas se habían salido de control con Sam. Después de que Bobby se fuera en misión de búsqueda y rescate de Caleb, Sam parecía actuar tan normal como antes, yendo y viniendo a clases sin demora, lo único que estaba fuera de lugar eran las salidas los sábados y domingos a la casa de una chica llamada Andrea. Según le había dicho su hermano era para reponer clases.

Dean también se estaba cansando de preguntar una y otra vez y obtener un montón de engaños, por eso mismo no esperó a que Sam le mintiera nuevamente. Ese día, Dean aprendió cosas muy interesantes sobre la amiguita de su hermano.

¿Qué quién era esa niña? Una fichita.

Pero el teatro se le empezó a venir abajo cuando de pronto a Dean se le empezó a desaparecer el dinero de su billetera. Primero, eran sumas ridículamente pequeñas como para atreverse a insinuar algo, pero como iban avanzando los días, la suma se fue elevando hasta terminar en casi medio sueldo. La gota que colmó el vaso fue cuando llegó al departamento, decidido a encarar a Sam, justo como le había dicho a Bobby que haría.

Dear AgonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora