16. Capítulo

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Capítulo 16

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Dean tragó con dificultad sin atreverse a mirar a su hermano. Sus manos se apretaron con fuerza sobre sus muslos, sintiendo el dolor como un cable a tierra. De pronto su respiración se hizo más dificultosa, incitándole a salir de ese cuarto y buscar un lugar abierto. Dean se levantó y salió casi corriendo, ignorando el mensaje equivocado que estaba enviando a su hermano.

No, no, no, por favor. Dean deseaba y suplicaba que fuese una broma cruel de su hermano. En ese momento agradecería que el chico hubiese estado drogado y todo eso fuese parte del viaje. Pero muy en el fondo él sabía que había algo mal con su hermano, lo había notado en el primer momento en que puso un pie en el departamento de Sam después del intento de suicidio.

Ahora, entendía la obsesión de su hermano por bañarse más de cinco o seis veces al día. Lo arisco y temeroso que se había convertido, las pesadillas y los ataques de pánico. Él pensó que todo ese comportamiento se debía al abandono de las drogas, pero cuando el tiempo siguió su curso y el comportamiento de su hermano empeoraba supo que había algo más.

“…cuando desperté estaba en una cama… yo estaba desnudo y… Dean, yo… no podía moverme”  Dean siente que no puede parar, la voz temblorosa de su hermano, llena de dolor y vergüenza aún resuena en su cabeza. Ante él, parpadea la imagen de la vulnerabilidad de su hermano. Dean siente que no puede más y se detiene de su andar errático por el cementerio de autos.

Se detiene a la sombra de una pila de autos y se deja caer con pesadez sobre el suelo polvoriento, sintiendo como las lágrimas bajan en grandes surcos por sus mejillas. Llora con la espalda pegada a un auto oxidado. Llora hasta que siente que se queda sin aire, hasta que el cálido sol mañanero se torna abrasador.

Alguien había tocado a su hermanito, algún idiota había drogado a su chico y le había hecho lo peor. Dean tenía una regla básica en su oficio de cazador y esa era no matar humanos, pero bueno, dicen que las reglas fueron hechas para romperse ¿no?

Además, cuando él se enteré de quién fue el hijo de puta que lastimó a su hermano romperá mucho más que las reglas. Romperá, quemará y cortará hasta que ese hombre sea solamente una masa de carne suplicando porque le ponga fin a su patética vida.

Dean decidió permanecer un rato más entre el laberinto de autos, o por lo menos hasta que logre calmarse y sacar toda su mierda lejos de su hermano. En ese preciso momento Sam necesitaba que él fuese fuerte por ambos, no necesita lidiar con su drama.

Lo siento, Sammy. Parece que nunca estoy para ti en los momentos que realmente necesitas de un hermano mayor.

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Sam trató de fingir que la rápida escapada de su hermano, justo después de contarle su tragedia no le quemaba en el alma.

Desde que Barry lo había violado sólo hubo una cosa que lo asustó más que tener que ver la cara de su transgresor nuevamente, y esa fue que cuando su hermano supiese lo débil que fue al permitir que algo así le sucediera ya no lo querría más.

Era obvio que su hermano había sentido tanto asco que había tenido que poner distancia entre ellos, seguramente lamentándose de tener un hermano tan débil. Porque después de todo, eso nunca le hubiese sucedido a Dean.

Cuando Bobby subió a decirles que movieran sus culos perezosos y que bajaran a almorzar se preocupó al no encontrar por ningún lado al mayor de los Winchester, y de paso por ver a Sam hecho un mar de lágrimas. ¿Acaso esos idiotas habían estado peleando otra vez?

El nudo se engruesaba en la garganta del chatarrero al ver al menor de los hermanos en tal agonía, era como si el mundo de Sam se hubiese derrumbado de forma definitiva y no hubiese vuelta atrás.

Dear AgonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora