Epílogo
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Un ruido en la sala de su departamento rompió la tranquilidad de su sueño. Hace tiempo había estado en un estado deplorable de entrenamiento, pero gracias a las cacerías ocasionales que realizaba con Dean y Bobby para no perder práctica logró volver a estar en sus cinco sentidos.
Tiempo atrás Sam estaría paralizado al saber que su hogar estaba siendo invadido y el recuerdo de cierto sargento congelaría sus movimientos, dejándolo sumido en una bola de nervios y miedos, pero de ese Sam solo quedaban los malos recuerdos que a veces hacían aparición en sus sueños, pero la diferencia era clara a la hora de reconocer lo que era verdadero y lo que era un gran producto de su mente.
En ese momento Sam tenía la certeza que su hogar estaba siendo invadido, pero sabía que de Barry ni el espíritu quedaba. Y ya fuese humano o sobrenatural estaba más que dispuesto a enfrentarlo.
Una pequeña lucha bien complementada en ambas partes les dejó en el suelo, Sam se posicionó sobre el invasor y cuando estaba a punto de encestar un buen golpe fue que escuchó esa voz que ni aun sordo olvidaría su tono, su ritmo .
—Tranquilo, tigre.
—¡¿Dean?! —preguntó extrañado—. ¿Qué haces aquí?
—Pensé en pasar por una cerveza —se rio con dificultad ante el peso de su no tan escuálido hermano, definitivamente Sam había ganado su buen peso en músculos.
No fue hasta que una voz femenina llamó al menor de los Winchester que la luz se encendió dando paso a la escena completa.
Dean se quedó boquiabierto al ver la hermosura de mujer que su hermano menor había conseguido. En la última visita hace ya más de seis meses que Dean notaba un cambio en Sam, se le notaba alegre y algo reservado. La razón era una hermosa chica rubia con mini camiseta de los pitufos.
—Necesito hablar contigo en privado, Sam —comentó Dean con algo de seriedad.
Sin arriesgarse a que Jessica escuchase lo que Dean le tuviese que decir, optó porque saliesen a la calle.
—Solo quería ver que estabas bien —comentó a modo de disculpa por invadir el hogar de su hermano en medio de la noche.
—Pudiste haber venido en el día y de paso causarle una buena impresión a mi novia —Sam miró con detenimiento a Dean—. Escúpelo.
—Se trata de John. Está desaparecido y quería verificar que no estuviese planeando alguna estupidez cerca de aquí —viendo que su mentira había caído optó por no andarse con rodeos.
—No estoy tan fuera de práctica, sabría si John está en el área. ¿Crees que se fue a una cacería que salió mal?
Sam no había sabido nada de John desde que se había aparecido en la casa de Bobby para burlarse de sus malas decisiones en la vida, y ciertamente no tenía ganas de saber nada nunca más de alguien a quien por años le mendingó amor y solo recibió desprecio.
—Seguramente, el muy hijo de perra se cree invencible —Dean bufó— ¿Quieres hacer algo al respecto?
—No. Si se perdió que encuentre el camino solo —comentó con la indiferencia que realmente se merecía tal prospecto de padre.
—Bien dicho, Sammy. Ahora, ¿no me vas a presentar con mi cuñada? —enarcó una ceja modo de diversión, soltando su mejor sonrisa come mierda como le llamaría Sam.
—Te juro que si sales con una estupidez te saco a patadas. Compórtate , Dean. Lo digo en serio, ya sabes —guardó silencio meditando si terminar la oración, después de un suspiro decidió mirar con determinación a su hermano quien había visto los peores momentos de su vida, claramente merecedor de ser partícipe de los mejores—, Creo que ella es la indicada.
Sam sonrió genuinamente como no lo había hecho en mucho tiempo. Todo lo malo en su vida ahora figuraba como parte de su pasado. Después de mucho tiempo todo estaba bien, estaba al día con sus clases y era uno de los primeros promedios, tenía una magnífica novia y su hermano estaba de visita, aunque de una forma un poco intrusiva, pero era algo que no se cuestionaría mucho.
Dean dejó que Sam liderará el camino, quedándose rezagado para disfrutar del viento que soplaba en esa noche calmada. Con una mirada al cielo Dean deseó que su madre pudiese ver en el gran hombre que Sam se estaba convirtiendo.
El cambio de Sam había sido grande, nada en comparación con el chico adicto a la morfina y mentiroso compulsivo que era antes de su segundo regreso a la universidad. El color de su piel había cambiado, su peso y condición física eran claramente notorios para quienes habían estado a su lado durante los últimos meses.
En una de sus visitas Dean había quedado sorprendido cuando Sam de unas inmersiones a su cuarto sacó un buen puñado de billetes y se los tendió a Dean.
ꟷLamento haberte robado, Dean. En serio lo lamento mucho ꟷSam había bajado la mirada, avergonzado de sus acciones, de lo bajo que había caído.
Dean en ese momento había sentido su corazón hincharse de emoción, ese que estaba frente a el con los ojos llorosos y la cara llena de culpa y vergüenza era su hermano, el niño que él había criado. Por un momento pasó por la cabeza de Dean rechazar el dinero y solamente aceptar la disculpa, pero hacer eso no hubiese estado bien, por mucho que le doliese a Dean, Sam necesitaba aprender la lección, aceptar su castigo y sentir la caliente vergüenza. Después Dean se enteraría que el dinero devuelto había sido más del que había sido sustraído.
El mundo de las drogas era tenebroso y bizarro, y Dean estaba tan agradecido de que Sam ya no formase parte de ese mundo. Algo que Dean nunca le había dicho a su hermano fue que, un año después de su regreso a la universidad en uno de los muchos pueblos con bares de mala muerte que tiene cada ciudad, se había topado con una cara que tiempo atrás había sido fresca y radiante, con un cuerpo esbelto y relleno de carne, ahora solo era piel y huesos, ojos hundidos en sus cuencas y una sonrisa tambaleante que usaba para venderse al mejor postor con tal de conseguir lo que fuese que le ayudase a olvidar el infierno que se había convertido su vida.
Esa mujer era el cascarón de Andrea la amiga de Sam. Esa mujer era lo que pudo ser su hermano de haber seguido en las garras de las drogas. Dean sintió un escalofrió recorrer su espina dorsal al imaginarse a su hermano en las calles, no, su hermano estaba sano y salvo dentro de ese apartamento. Su hermano era feliz con esa hermosa chica que de seguro sería una pieza clave en el futuro de Sam.
Además, Dean decidió con firme determinación que sacaría a Sam del infierno que se metiese las veces necesarias.
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NA1: Ahora sí, hemos llegado al final de esta historia, me vi en la necesidad atar unos pequeños cabos y poner un "final feliz", aunque claro que todos sabemos que el que los chicos no buscasen a John nada cambiaría, Azazel siempre iría tras Sam, y su pequeña y linda burbuja de normalidad y felicidad se acabaría con una llamarada.
NA2: Se imaginan (porque yo sí) de un one-shot de Sam superando su adicción a la morfina (después de una segunda recaída, de esa de las grandes, después de la muerte de Jessica) solo que ahora se ve cayendo en una nueva y nunca pensada adicción; después de la muerte de Dean se ve atraído por las manipulaciones de Rubí y cae en la adicción a la sangre de demonio. ¿Qué opinan?
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Dear Agony
FanfictionSam Winchester pensó que al recibir esa carta de aceptación sería su pase a una nueva vida, poder dejar aquella vida atrás y quién quita, poder demostrarle a su familia que podía ser algo más que un cazador. Pero lo que nunca imagino fue que lo que...