12. Capítulo

458 49 11
                                    

Capítulo 12

. _. _. _. _.

Sam miraba desconcertado la escena frente a él. Su cuerpo se encontraba en la cama de su apartamento mientras la sangre se escurría de sus muñecas. Al principio no comprendió que era lo que pasaba allí, pero como si de una descarga eléctrica se tratase, todo vino a él. La carta de aceptación, la pelea con su padre, el enganche con las drogas, Dean, Bobby, las mentiras, Wallas, Barry, la desesperación y las ganas de morir que día a día fueron ganando la batalla.

Él sabe que debería de sentirse culpable o con cierto grado de miedo al saber que va a morir, pero en cambio lo que siente es la paz que desde hace meses había estado buscando en las drogas. Al fin va a dejar de sufrir. Las pesadillas se detendrían y el dolor punzante que cargaba dentro de su pecho se apagaría.

Por un momento desvía la mirada de su cuerpo en la cama para posarla en la cuchilla tirada en el suelo. El rostro devastado de su hermano es lo primero que cruza por su mente al ver la cuchilla, su hermano sufriría más que nadie, al principio. Luego lo superaría rápidamente, nadie extraña para siempre a personas como él. Indeseables.

Echaría de menos al viejo cazador que fue más padre para el que John. También echaría de menos a Stephen y a los pocos cazadores que en su infancia llamó tíos. Pero como dicen, no siempre puedes ganar y esta vez tendría que hacer un viaje ligero.

Sam estaba preparado para partir, ya podía sentir como la poca vitalidad de su cuerpo se escurría como la sangre de sus venas. Todo estaba perfecto, o eso fue hasta que dos paramédicos invadieron su departamento, yendo al cuerpo en la cama y tomando cartas en el asunto.

¡No, no, no! —gritó con desesperación, esa era su oportunidad y se la estaban arrebatando con sus desesperados intentos de resucitación.

Sam vio como cargaban su cuerpo inerte en una camilla y lo sacaban de su hogar para meterlo en una ambulancia. Él quiso quedarse plantado en la acera, pero fue en vano su intento ya que apenas la ambulancia se alejó se encontró sentado al lado de su cuerpo. Al parecer el hilo que ataba su alma a su cuerpo aún no se rompía. Aunque no por mucho.

Morirás —se habló a sí mismo.

Pasados tres minutos los monitores se alzaron en alarma, mostrando el asecho de la muerte al joven en la camilla.

Sam estaba feliz, él podía sentir como su corazón se forzaba a bombear sangre a su cuerpo, sangre que se encontraba en el suelo y mayor parte de su cama. Inevitablemente el órgano se detuvo y Sam se desvaneció con una sonrisa en su cara.

. _. _. _. _.

Para cuando Dean logró llegar a Palo Alto, ya era casi medio día. Era sábado, por lo que las calles no estaban tan atestadas de universitarios, era como si el ambiente estuviese lleno de una paz digna de contemplar. Dean odió esa sensación, odió ese lugar; también empezó a odiar los sábados.

Dean condujo su nena hasta detenerse frente al complejo de departamentos donde vivía su hermano.

Los pasillos del edificio estaban completamente despejados ni siquiera se topó con la casera, cosa que era una rareza en ese lugar. Era como si una fuerza mayor le estuviera despejando todos los caminos, encargándose de que diera con el lugar donde su hermano casi le pone fin a la vida de ambos.

El mayor de los hermanos Winchester se sintió aliviado de aún conservar la llave que su hermano le había dado para que no tuviese que esperarlo hasta que llegase de clases. Bueno, no es como si Dean no pudiese forzar la puerta con sus ganzúas, pero quería por todos los medios invadir lo menos posible la privacidad de su hermano menor.

Dear AgonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora