(un)usual - km au.

•21•

Jimin corrió hacia él y sin pensar en cómo caería en sus brazos, saltó envolviendo sus piernas alrededor de su cadera, mientras se sostenía con ambas manos en los hombros del contrario. Jungkook ya estaba acostumbrado a tenerlo, no era problema sostener su cuerpo; es más, le encantaba sentirlo así de cerca.

— ¿Es mío?

— Todo tuyo —contestó sonriente—. Debes darle un nombre, debes alimentarlo y cuidarlo.

— Como todo ser viviente, Koo. —dijo burlón, mirando los finos labios del humano—. ¿Puedo besarte?

— Por favor, hazlo. —musitó, viendo como Jimin acercaba su rostro hacia el suyo.

Los besos fueron lentos, y llenos de romanticismo. ¿Cómo puede haber romance en un solo beso? No se sabe. Quizás en la forma en que ambos labios se mueven al mismo tiempo, o quizás porque el par estaba a ojos cerrados... O... Porque Jimin se reía entre cada beso.

Será la forma en que Jeon lo sostiene con delicadeza, o la forma en que el omega se mantiene aferrado como si fuese el último día.

O el último beso.

— Besas tan bien... —murmuró el castaño, sintiendo sus mejillas tornarse rosa—. Me gusta.

— Tú también besas bien. Me gusta mucho.

Al escuchar ese cumplido, las orejas de Jimin aparecen de la nada en su cabeza. Jungkook se sorprendió por un milisegundo, pero sonrió al darse cuenta que le estaba entregando felicidad al omega. Podía acostumbrarse a ver esas tiernas orejitas.

— ¿Feliz?

— Muy... —respondió con timidez—. ¿Comeremos algo?

— ¿Kimchi-jjigae?

— Kimchi-jjigae, chef Jeon. Yo preparo la mesa, y usted cocina para mí.

— Será un placer entonces.

¿Acostumbrarse a esto? ¿Cómo no? Vivir así es un sueño. La costumbre que sentía Jeon no era la misma que solía sentir antes de conocer a Jimin.

Por primera vez le gustaba su rutina.