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Fue un fuerte azote en la cara.

El castaño se quedó inmovil al ver como le cerraban la puerta. ¿Debería golpear otra vez? Se preguntaba. Y así lo hizo. Comenzó a golpear nuevamente, pero esta vez con una pizca de timidez y miedo. No quería ser rechazado nuevamente. No quería ver como le cerraban la puerta en la cara, otra vez.

El omega golpeó unas cinco veces más, hasta que el humano le abre con fuerza, y en su rostro se podía notar la ira que provocó por los golpes en la puerta.

— ¡¿Qué quieres?! ¿Es que no te puedes ir de una buena vez? Dios.

— Debes cuidarme.

— Sí, claro. —bufó, cruzándose de brazos—. Vete, si no quieres que llame a la polic-

— ¡Me iré! —dijo, un poco asustado corriendo lejos de allí.

Jeon observaba como el contrario corría hacia el norte, mientras guardaba con fuerzas el papel arrugado. Lo bueno de esto, es que los del sofá iban llegando para instalarlo dentro de su casa.

¿Lo malo?

Era que el castaño tenía que volver a dormir en aquel callejón. Él ha pasado las últimas dos noches sobre cajas de cartón. Le teme estar en un refugio, le teme a la multitud, y mucho más a las autoridades. Él es uno de los pocos omegas que quedan en Corea del Sur. Debe cuidarse. No importa qué pase. Además, no quiere vivir así, entre callejones y suciedad. Es por eso, que pidió ayuda a alguien y esta persona le dijo que Jeon Jungkook lo cuidaría.

Ahora, el problema es que no aceptó la primera, ni la segunda vez.

Pero la tercera es la vencida.

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(un)usual - km au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora