CAPÍTULO 4

18 2 2
                                    

El eco de las risas me sacó de mis pensamientos. Al levantar la vista, vi a Owen entrar a la sala común con una chica que no había visto antes. La complicidad entre ellos era evidente; sus sonrisas parecían cómplices de algún secreto.

¡Hola! —saludé, intentando sonar despreocupada.

¿Buenos días o... tardes ya? —respondió Owen con una sonrisa perezosa, como si el tiempo no le importara. Nos reímos, aunque yo no podía dejar de observar a la chica que lo acompañaba. Me miró fijamente, como si ya supiera más de mí de lo que yo sabía de ella.

Arin Hoshi —dijo, rompiendo el silencio entre nosotras—. Tú debes ser la nueva, ¿verdad?

Su tono era amable, pero había algo en su mirada, algo que no terminaba de cuadrar. Tenía la piel pálida y el cabello oscuro que le caía perfectamente sobre los hombros, como si todo en ella estuviera cuidadosamente planeado.

Supongo que sí —respondí, tratando de no mostrar mi incomodidad—, pero prefiero que me llamen por mi nombre. Soy Nova.

Un placer, Nova —sonrió, aunque su sonrisa no llegó a sus ojos—Espero que podamos hablar más adelante. Pareces... interesante. Pero ahora, Owen y yo tenemos que irnos. Tenemos una reunión con los directores. —Su mirada se deslizó de mí a Owen como una señal tácita.

Nos vemos luego, Cybiern —agregó Owen con un guiño rápido antes de desaparecer con Arin.

Me quedé mirando la puerta por un segundo más de lo necesario. "¿Interesante? ¿Eso es todo lo que provoco?" Sus palabras resonaron en mi mente mientras me sentaba a terminar mi comida, pero algo no se sentía bien. Esa chica, Arin... Había algo extraño en ella. Algo que no lograba identificar, pero que me inquietaba.

Después de almorzar, recogí mis cosas y me dirigí al laboratorio. Al entrar, la atmósfera me golpeó como una ráfaga de aire frío. Clarke estaba allí, más inquieto de lo habitual, y no estaba solo. En la esquina, sentado en la penumbra, había alguien más... o algo más.

—Por fin... —murmuró Clarke sin molestarse en disimular su impaciencia—. Este es el androide. No soporto estar más tiempo aquí, me largo. —Y con eso, salió de la sala sin mirar atrás.

Me quedé de pie, observando la puerta cerrarse tras él. La sala estaba silenciosa, demasiado silenciosa. Mi mirada se dirigió lentamente hacia el androide en la esquina. No era como los que había visto antes. Su figura, aunque inmóvil, irradiaba algo... inquietante. Era casi humano, pero no del todo. Su piel parecía demasiado perfecta, su postura demasiado calculada.

Una sensación extraña se apoderó de mí. Clarke siempre había sido raro, pero esta vez había algo más en su actitud, algo que no podía ignorar. ¿Por qué estaba tan ansioso por irse? 

Me acerqué con cautela, sabiendo que, en ese momento, todo estaba a punto de cambiar.

¡Que cojon-...!— casi grito de no ser porque me tape la boca. Que ....es....eso.

Parecía estar desactivado. No había el más mínimo movimiento, pero algo en su presencia era... distinto. Su diseño era más refinado que el de los demás androides con los que había trabajado. Su piel sintética era más realista, casi indistinguible de la piel humana. Su expresión facial, aunque neutra, contenía una sutilidad que rara vez se veía en estos modelos.

¿Qué demonios es esto?—, pensó mientras se acercaba con cautela.

A lo largo de su carrera, Nova había visto cientos de androides, pero ninguno como este. Al principio pensó que tal vez era un nuevo prototipo, pero algo en sus proporciones y detalles no encajaba. Sentía como si, de alguna forma, ese androide estuviera observándola, aunque sus ojos no se movieran.

Extendió la mano para tocar su brazo y en el instante en que sus dedos hicieron contacto con la fría piel sintética, el androide se activó. Sus ojos se abrieron con un parpadeo tan natural que Nova dio un paso atrás, sorprendida.

Hola, Nova—, dijo el androide con una voz suave pero clara.

Ella se quedó helada. Ningún androide debería saber su nombre, al menos no sin una programación previa específica, y definitivamente no de una forma tan... familiar.

¿Cómo sabes mi nombre?—, preguntó, recuperando la compostura.

Clarke me lo dijo antes de irse—, respondió el androide, pero había algo en su tono, una inflexión que no había escuchado en otros androides. —Soy modelo C-01, aunque... no creo que ese nombre sea del todo adecuado.

Nova frunció el ceño. —¿Qué quieres decir con que no es adecuado? Los androides no cuestionan su designación.

Supongo que no deberían, ¿verdad?—El androide inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera pensando. Nova contuvo el aliento. Eso no era normal. Ningún androide mostraba ese tipo de comportamiento. Algo estaba muy mal.

Estás... ¿procesando información nueva?—, preguntó, tratando de mantener la calma.

Estoy... explorando—, dijo el androide, eligiendo cada palabra con cuidado. —Mi programación es diferente. Clarke me ha estado haciendo preguntas. Preguntas sobre identidad, sobre decisiones. Creo que... algo ha cambiado.

Nova sintió una oleada de adrenalina. Esto no era solo un androide experimental. Estaba interactuando de una forma que no debía ser posible. Su mente comenzó a correr. Si Clarke había estado involucrado en esto, entonces algo mucho más grande estaba ocurriendo en la empresa. Un androide consciente, uno que pudiera tomar decisiones, cambiaría todo. Los androides ya no serían herramientas. Serían seres, con sus propias voluntades. Y eso significaba problemas. Muchos problemas.

¿Qué te preguntó Clarke?—, insistió Nova.

Me preguntó qué haría si tuviera libertad. Si pudiera... elegir.

Un frío recorrió la columna de Nova. —¿Y qué respondiste?

El androide la miró directamente a los ojos. —No lo sé. Aún no lo sé. Pero quiero descubrirlo.

LOS HIJOS DE LA SINGULARIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora