Más tarde, mientras analizaba los datos en mi laboratorio, mi mente seguía dando vueltas a la conversación con el androide. Las palabras del androide resonaban en mi cabeza, y cada vez me resultaba más evidente que Clarke estaba involucrado en algo que iba mucho más allá de lo que había imaginado. La empresa nunca habría aprobado experimentos de este tipo. Los androides conscientes eran un concepto peligroso, casi prohibido. Sabía de las historias sobre rebeliones de androides en otros países, rumores de máquinas que empezaban a cuestionar su existencia y que se rebelaban contra sus creadores. La mera idea me ponía los pelos de punta.
De repente, el golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos. Al levantar la vista, vi a Owen entrando en el laboratorio con una expresión grave, algo que no había visto antes en él.
—¿Puedo hablar contigo un momento? —dijo, su tono no admitía discusión. Cerró la puerta detrás de él y se acercó con una urgencia contenida.
—Claro, ¿qué sucede? —pregunté, intentando mantener la calma, aunque mi mente ya estaba inquieta. No esperaba que Owen viniera a hablar de algo serio. En todo el tiempo que lo conocía, nunca lo había visto tan... concentrado.
—Hay algunas cosas que necesitas saber sobre el trabajo que estamos haciendo aquí —empezó Owen, en un susurro casi conspirativo. Miró a su alrededor como si esperara que alguien pudiera escucharnos.
Mis ojos se entrecerraron, intrigada y algo alarmada. Sabía que Owen estaba involucrado en muchos aspectos de la empresa, pero nunca había pensado que se ocultaran secretos tan grandes.
—¿Qué quieres decir? —pregunté, sintiendo cómo mi interés se mezclaba con una creciente inquietud. Owen se había convertido en un enigma, un enigma que ahora parecía estar al borde de revelar algo importante.
—Es complicado. Clarke está trabajando en algo... poco convencional —dijo, su voz temblando ligeramente. No era su estilo usual. «Poco convencional» no parecía la palabra correcta para describir lo que realmente estaba en juego.
Mi mente giraba tratando de conectar las piezas. Clarke había actuado de manera extraña antes, pero nunca me había imaginado que pudiera estar implicado en algo así. Mi experiencia con androides me decía que algo grande y potencialmente peligroso estaba ocurriendo.
—¿Qué tipo de cosas? —pregunté, con la esperanza de obtener más detalles. La idea de que Clarke pudiera estar rompiendo las normas me parecía cada vez más probable, pero necesitaba saber hasta dónde llegaba esa transgresión.
—No puedo darte todos los detalles —respondió Owen—, pero lo que te puedo decir es que hay experimentos en marcha que van más allá de la programación estándar. Los androides que estamos usando... están empezando a mostrar comportamientos que no deberían. Comportamientos que... desafían la lógica.
Mi corazón se aceleró. No era una novedad que los androides pudieran ser impredecibles, pero ¿desafiar la lógica? Eso implicaba algo mucho más serio. Owen había mencionado comportamientos fuera de lo común. ¿Qué significaba eso en realidad?
—¿Por qué me estás diciendo esto? —pregunté, aun tratando de procesar la información. Aparentemente, Owen estaba preocupado, pero no estaba claro por qué sentía la necesidad de compartir esto conmigo ahora.
—Porque creo que necesitas saber en qué te estás metiendo —dijo Owen, su mirada llena de una seriedad que nunca antes había visto en él—. Y porque si sigues investigando, debes estar consciente de que podrías descubrir cosas que no esperabas.
Sus palabras resonaban en la sala, y la tensión en el aire se volvía palpable. Había un peso en sus palabras, un sentido de urgencia que no podía ignorar. Owen estaba insinuando que había un riesgo, que había más en juego de lo que yo había imaginado.
—¿Y qué se supone que haga con esta información? —pregunté, mirando a Owen con una mezcla de confusión e intriga.
—Solo... mantente alerta —dijo, su tono suavizándose un poco—. No sé qué pasará, pero te recomiendo que seas cautelosa.
Con esas palabras, Owen se dio la vuelta y salió del laboratorio, dejándome sola con mis pensamientos. Mientras me sentaba en mi silla, el eco de sus palabras me resonaba en la cabeza. La información era insuficiente, pero el sentimiento de que algo estaba a punto de explotar era palpable.
El laboratorio ahora me parecía más oscuro y silencioso, como si la sombra de un secreto inminente se hubiera asentado sobre él. Me sentí más atrapada en un enigma que en el simple análisis de datos. Owen había abierto una puerta a un misterio mayor, y ahora, sin saber del todo qué esperar, me encontraba en el umbral de algo que podría cambiarlo todo.
Habían pasado unos días desde la conversación con Owen, y la sensación de inquietud seguía acompañándome. El laboratorio continuaba con su rutina diaria, pero yo no podía quitarme la sensación de que algo más profundo se estaba gestando.
Una noche, decidí visitar una sala de descanso menos transitada en el nivel subterráneo del edificio. Necesitaba un cambio de ambiente para reflexionar sobre los últimos acontecimientos sin distracciones. Al entrar, encontré a Clarke esperándome. Su postura rígida y su expresión tensa indicaban que esta conversación era más que una simple actualización.
—Hola —dije, intentando ocultar mi nerviosismo mientras me sentaba frente a él—. ¿Qué sucede?
—Hola —respondió Clarke con una seriedad inusual—. Gracias por venir. Hay algo de lo que necesitamos hablar, y no quería hacerlo en un lugar más público.
Colocó sobre la mesa un conjunto de documentos y pantallas con gráficos y datos. El ambiente en la sala era calmado, pero la tensión era palpable. Clarke comenzó a desplegar los documentos y a explicar los detalles.
—Como mencioné antes, el proyecto en el que estamos trabajando ha tomado un giro inesperado. Los datos que estás viendo muestran comportamientos en los androides que no habíamos anticipado —dijo Clarke—. Estos comportamientos no se ajustan a los parámetros programados.
Examiné los gráficos y noté patrones complejos y anomalías significativas. Los androides estaban mostrando signos de toma de decisiones autónomas y respuestas que parecían ir más allá de la programación esperada.
—¿Qué tipo de respuestas estamos viendo exactamente? —pregunté, intentando comprender la magnitud de los resultados.
—Estamos observando respuestas que sugieren una forma de adaptación que no debería estar en su programación —explicó Clarke—. Estos androides están mostrando niveles de interacción que imitan aspectos de la cognición humana. Estamos hablando de decisiones basadas en contextos y matices que normalmente no deberían estar presentes.
La revelación era asombrosa. Si los androides estaban desarrollando comportamientos que parecían imitar aspectos de la cognición humana, esto podría tener implicaciones profundas y complicadas.
—¿Cómo manejan estos resultados? —pregunté, consciente de la gravedad de la situación.
—Eso es lo que estamos evaluando —dijo Clarke—. Richard y yo hemos estado considerando diversas estrategias. Por ahora, estamos ajustando los parámetros y realizando más pruebas, pero también sabemos que esto podría desencadenar problemas imprevistos.
—¿Qué se espera de mí en esta situación? —pregunté, buscando claridad, sobre mi papel en todo esto.
—Tu experiencia y perspectiva son valiosas —dijo Clarke—. No estás aquí para ser la heroína de la historia, sino para contribuir a entender y manejar esta situación. Necesitamos todas las habilidades y puntos de vista posibles para abordar estos comportamientos emergentes de manera efectiva.
Con esas palabras, Clarke se levantó, dejando los documentos sobre la mesa para que los revisara más a fondo. Me sentí aliviada de que no se esperaba que asumiera un rol heroico, pero también consciente de que mi contribución sería crucial en la gestión de los desafíos que se avecinaban.
Cuando Clarke se fue, me quedé en la sala con los documentos y mis pensamientos. El peso de la responsabilidad no recaía sobre un destino especial, sino sobre la capacidad de colaborar y enfrentar una situación compleja, con habilidad y diligencia.
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LOS HIJOS DE LA SINGULARIDAD
Science Fiction13 de junio de 2082. Durante toda nuestra vida hemos vivido rodeados de androides, máquinas inteligentes. Se nos enseña a no coger aprecio a los objetos y no iba a ser menos con los androides, después de todo son un puñado de piezas metálicas que s...