Tyler era un chico muy sociable, siempre rodeado de personas aunque me dedicara siempre un saludo junto a una sonrisa cada vez que me encontraba con la mirada. Parecía que llevaba en su cerebro un radar para que encontrarme fuera sencillo. Aun así, yo solo intentaba ser amable sin prestar atención a los chicos y chicas que intentaban captar su atención.
Tyler no era exclusivamente un chico malo, pero tampoco demasiado bueno.
En el instituto lo veía muy de seguido, ya que íbamos a grupos distintos. Era bueno verle desde lejos y comprender que el mundo a su alrededor ejercería similar a una concha: lo protegía de los que no estaban en la misma onda, si intentaban insultarlo o burlarse de él la barahúnda salía en su defensa, le hacían reír muchas veces... También era muy listo. A veces en la biblioteca lo escuchaba ayudar a gente con problemas de matemáticas o historia, así que supuse que eso era así. O que su padre pagó durante un tiempo a un profesor particular para que supiera cosas muy rápido.
Yo, por el contrario, solía pasar mucho tiempo solo leyendo libros de todas las clases. Leer fue un pasatiempo que me hacía sentir menos solo, pero al mismo tiempo mejoraba mi creatividad para plasmar ideas hacia el futuro.
La gente en este pueblo costero pequeño ya conocía a mi familia, y por descontado a mí también. Algunas cosas cambiaron con el paso de los años, pero otras sólo fueron transformándose de diferentes formas. Todos se habían dado cuenta que cada vez era más alto que los demás y mis brazos se hacían un poco más fuerte por usar la caña con mi padre. Papá siempre me recordaba que tendría unos brazos enormes como él y unas piernas fuertes si seguía corriendo con Dae.
Sin embargo, la gente sólo se quedaba con la superficie: Un chico grande, un poco tímido y solitario que leía libros en la biblioteca o se escondía por el tejado sin que los profesores pudieran encontrarlo. También que tenía unos ojos extraños, los cuales siempre le recordaban a los perros o gatos que salían en internet, redes sociales o la televisión.
Yo era aburrido y monótono: Libros, playa y Dae. Mi mundo seguía esa triada muy de vez en cuando, salvo en los momentos que Tyler se metía en medio y levantaba murallas a mi alrededor para que el mundo fuera menos agresivo y oscuro. Era un sol.
Pero como ya dije, Tyler no era estrictamente un chico bueno: Los tres primer años de instituto pasaron volando con sus pros y sus contras, con problemas que se solucionaban a mi manera y Tyler siendo poco a poco más cercano conmigo aunque yo no siempre le respondiera. Siempre que lo tenía cerca, mi corazón se aceleraba y me sentía nervioso. Aunque, fuera lo que fuera, Tyler hacía cosas impropias de la edad que tenía sólo para divertirse también con los chicos más mayores que nosotros.
Ese tercer año, cuando ambos teníamos quince años, me lo encontré fumando con la espalda apoyada en el viejo cobertizo donde se guardaban los trastos de gimnasia. Al verme tosió mucho, aplastó el cigarro con su zapato y corrió en mi dirección.
─¡Buenos días, Cam! ─Su voz salió de su garganta en una mezcla extraña de agudo y ronca, lo cual no me sorprendía en absoluto.
Conforme iba creciendo, papá me daba charlas de "padre e hijo" sobre lo que era la pubertad, los cambios de voz, el vello en el cuerpo, nuevos intereses que antes no tenía, la rebeldía adolescente, los cambios de humor por las hormonas... A veces me daba un poco de vergüenza hablar con él de esas cosas, ya que se ponía un poco intenso y hacía alusión de que yo sería "un tipo guapérrimo" como él si me alimentaba bien y entrenaba mi cuerpo como fui haciendo con el tiempo de forma pasiva.
─Hola, Tyler ─respondí de forma breve, apeándome la mochila de estrellas de mar. Amaba el mar, la playa, el océano, los ríos... todo aquello que tuviera agua.
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𝕮𝚘𝚗 𝚎𝚕 𝓐𝚖𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚖𝚒 𝓥𝚒𝚍𝚊 [También en Inkitt]
Non-Fiction[Libro Independiente] Cameron Hudson y Tyler Sunshine son, los que los románticos calificarían, como el amor de la vida del otro. Con historia, con recuerdos, con peleas, con caminos que se separan hasta volverse a juntar... pero también lágrimas, c...