8. 𝙴𝚕 𝚖𝚒𝚎𝚍𝚘 𝚊 𝚕𝚘 𝚗𝚞𝚎𝚟𝚘

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Cuando iniciamos el 2006, mi padre, Mario y yo estábamos trabajando en la granja de papá porque se aproximaba un concurso importante sobre cuidado de animales. Yo no entendía bien de qué servía ese concurso, pero mi padre insistió en que quería ganar al Sr. Sunshine a toda costa para restregarle en la cara otra nueva victoria. Al contrario que él, el padre de Tyler era muy agradable pese a ser un urbanita y tener bastante dinero, por lo que quedar alguna vez en segundo lugar ─detrás de mi padre─ no le suponía un problema. Incluso lo felicitaba por haberse esforzado tanto en llegar hasta el primer puesto.

─Es año no me robará la copa ─gruñó mi padre, mientras cepilla a una de las dos vacas que teníamos. Ya estaba un poco mayor, pero papá la mimaba como a una reina pese a que el dinero no siempre nos sobraba─. Juro que mi bonita Bessy será la ganadora, y no una segundona como ocurrió el invierno pasado.

Papá se refería, más bien, a cuando Bessy se dañó una pata por culpa del hielo y no pudo pasearse frente a los jueces por demasiado tiempo. Sólo tuvo una torcedura, pero como no pudo seguir, se quedó en el segundo lugar al tener una piel tan lustrosa y bien cuidada. En cambio, la vaca del Sr. Sunshine era impresionante porque era extranjera. Tenia mucho pelo, un flequillo gracioso y parecía estar bien aclimatada al frío y húmedo temporal del territorio para poder pasearse con gracia y paciencia.

─Deberías de intentarlo con Cassy ─aportó Mario, refiriéndose a la vaca joven que compró papá hacía dos años atrás─. Es joven, tiene tiempo de ser una vaca bonita y elegante, pero para eso deberás de dedicarle tiempo, Frank.

Mi padre gruñó a modo de negativa ante su opinión. Yo estaba calmando a uno de los conejos dentro de la jaula del granero, ya que siempre tenía miedo cuando mi perro ladraba cerca. Estos animales eran nervioso por naturaleza, y al no estar en contacto con él, era normal la reacción. 

─He oído que Harvin en esta ocasión participará con un caballo ─acotó su compañero al ver que mi padre no quería decir nada al respecto y yo tampoco─. Tiene una hermosa piel azabache y una crin larguísima que, según chismes, cepilla él mismo todos los días después de un paseo mañanero.

─Tonterías.

─No, enserio, Frank. Debería darle un respiro a la pobre vaca ─suspiró Mario, negando la cabeza, para tomar el cepillo y centrarse en el joven potro de pelaje amarronado─. Esa vaca ha estado en casi tantos concursos como años tiene tu hijo, así que es mejor que le des una vida relajada ahora que puede caminar y trotar en primavera.

Antes de que mi padre dijera algo, el Sr. Sunshine nos sorprendió montando en el caballo que dijo Mario. Era enorme, ancho y su pelo brillaba con la luz de esa mañana de invierno. Parecía bien entrenado, aunque yo tenía pocos conocimientos sobre caballos. De momento, sólo me centraba en animales pequeños o crías, ya que papá me decía que los mayores todavía me venían demasiado grandes pese a conocer mi fuerza en los brazos.

─¡Buenos días! ─saludó él.

Papá le lanzó una mirada feroz, la típica de todos los años, y su bigote rojizo oscuro se sacudió como lo haría una escoba sobre sus labios gruesos. No era raro que él fuera tan fiero, incluso irritante cuando ese hombre andaba cerca, pero me resultaba difícil saber cómo se inició una confrontación que se estiró por varias décadas. El haber perdido un concurso, ahora que ya era mayor, me pareció fútil y en el fondo supuse que la respuesta tendría que ser mucho más profunda y personal. 

─Buenos días para ti, Sunshine ─forzó mi padre una sonrisa de mala gana, elevando su cabeza con un deje altanero y el cepillo en su rechoncha mano─. Hasta donde yo sé, tu granja está en el lado opuesto a la mía. Así que... ¿me estás espiando para ver con qué pienso darte una paliza este año?

𝕮𝚘𝚗 𝚎𝚕 𝓐𝚖𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚖𝚒 𝓥𝚒𝚍𝚊 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora