11. 𝙴𝚕 𝚙𝚛𝚘𝚋𝚕𝚎𝚖𝚊 𝚍𝚎 𝚊𝚖𝚊𝚛 𝚍𝚎𝚖𝚊𝚜𝚒𝚊𝚍𝚘

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Los libros eran capaces de enseñarte muchas cosas, aunque no siempre comprendieras bien la forma de sentirlo o llevarlo a la práctica. A veces uno podía hacerte sonreír porque la situación que hallabas era hilarante e imposible que pasara en la vida real, aprendías sobre nombres extraños, situaciones de otro lugares del mundo o territorios inventados, conocías épocas antiguas, aprendías temas nuevos para el futuro... pero, sin embargo, ningún libro parecía enseñarme a cómo dejar de amar demasiado hasta que se volvió un problema.

Cuando Tyler se fue a la universidad, me besó antes de irse con Dae al nuevo edificio, y le vi alejarse muy emocionado por su nueva etapa de vida... me sentí terrible. Nunca me había dolido tanto ver a una persona marcharse, pero tampoco me había enamorado de alguien tan intensamente. Quizás Mario ya sabía que algo había entre nosotros dos, ya que unos amigos no lloraban tanto y se sentían de ese modo al separarse; pero tampoco dijo nada. Sólo me consoló en silencio y me invitó a almorzar para que la comida llenara el hueco que sentía en mi pecho.

El hecho fue que era una realidad que Tyler fuera el sol que orbitaba a mi alrededor y yo el mar que disfrutaba de su presencia siempre que estuviera cerca. Alguien como él era imposible de reemplazar, de olvidar y de dejar marchar sin derramar un par de lágrimas. 

La ausencia de él y Dae trastocaron mi rutina, aquella a la que estaba habituado: Ya no me levantaba a las seis de la mañana para pasear con Dae y sentir, a mi lado, a un enérgico Tyler que se había tomado un café cargado para no quedarse dormir en su casa; los paseos entre los árboles, llegar al mirador y volver a casa; las caminatas divertidas para pasar por el instituto; sentir el mirador cada día más solitario y silencioso; las películas no las ponía en el reproductor de DVD, y ya no tenía a nadie que disfrutara que le leyera historias o diera explicaciones de biología como me esforzaba por aprender. El granero se llenó de animales, el sofá lo tiró mi padre a la basura una noche que volvió de pescar, y yo sólo tenía un anillo colgando de un cordel en mi cuello para saber que sólo tenía que resistir aunque todo fuera difícil para mí.

Papá se había dado cuenta de que algo me pasaba, pero no me preguntó hasta que un día por la mañana me dijo de ir a pescar con él. Solos.

─Cam, ¿qué es lo que te pasa, muchacho? ─me preguntó tras un tiempo de silencio. Me había sentado en una silla plegable, no hablaba ni me movía. Sólo sujetaba la caña entre mis manos y miraba en algún punto del mar sin darle ninguna atención─. Un padre sabe cuando su hijo está diferente, y mi intuición dice que llevas unos días bastante alicaído.

─Sólo son tonterías.

Él resopló, clavó la caña en la arena y me apoyó su mano en el hombro.

─Hijo... Si algo te preocupa, sabes que puedes confiar en mí ─dijo con una pequeña sonrisa─. Siempre velo por ti, incluso desde que eras un mocoso alegre y tímido con los extraños. ¿Por qué no le cuenta a tu viejo padre lo que te preocupa en realidad? ¿Es, quizás, un problema con una chica con la que intimaste en la noche de la graduación?

Negué.

Mi padre estuvo al día siguiente de la graduación con una sonrisa burlona entre sus labios. Le habían contado Tyler me acercó a un par de chicas para que conversáramos un poco, y pasamos una noche divertida antes de que el alcohol se terminara y el sueño nos invadió. La realidad era que Sasha Vilgres y Dalila Crownfort se sentían un poco aburridas porque no les gustaba beber alcohol y se sentían incómodas, por lo que Tyler me arrastró hasta que nos sentamos en la fogata y desprendió su magia para entretenerla con su verborrea. Yo a duras penas hablé, ya que siempre salían los mismos comentarios sobre mis ojos bicolores, o les llamaba la atención que tuviera unos brazos tan gruesos pese a no pisar un gimnasio. Quizás Sasha era un poquito más cuidadosa con sus preguntas y comentarios, pero yo no era buen conversador con los extraños. 

𝕮𝚘𝚗 𝚎𝚕 𝓐𝚖𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚖𝚒 𝓥𝚒𝚍𝚊 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora