16. 𝙴𝚕 𝚌𝚘𝚗𝚜𝚝𝚛𝚞𝚌𝚝𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚜𝚘𝚗𝚛𝚒𝚜𝚊𝚜

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Tras ese encuentro del 27 de septiembre del 2007 con Ben en Mel's, a veces coincidíamos cuando no quería sentarme en el porche de casa para pensar en mi vida. Bada hacía cualquier cosa para entretenerme, pero a veces eso no era suficiente e iba allá para esconderme entre el bullicio de la gente del pueblo, la televisión con sus programas un tanto rancios y un Ben que a veces volteaba para dedicarme una amistosa sonrisa junto a la señal de su mano para que me sentara a su lado.

Septiembre fue frío, lluvioso y ventoso; pero la sopa de pescado y las conversaciones con Ben volvieron al mes un poco templados.

En octubre el viento gélido se colaba bajo la ropa y los árboles escupían sus hojas de colores cálidos. A veces una foto de mi móvil pillaba el momento justo en el que Bada ponía una mueca divertida cuando la hoja golpeaba su nariz. Y a veces paseábamos hasta la zona de construcción para ver a todas estas personas avanzar con calma en su trabajo. Las lluvias fueron un impedimento para el avance, pero cualquier momento era bueno para adelantar un poco de trabajo. En octubre no vi a Ben mucho por Mel's pero si recibía un enérgico saludo a la distancia antes de que su supervisor le día un manotazo al casco, le gritaba que no perdiera el tiempo y luego lo veía irse corriendo al fondo.

Durante los días de noviembre, la lluvia llegaba muy de vez en cuando y el trabajo de obra se estancaba. Ben se reunía en Mel's con su grupo de compañeros para reírse, compartir comentarios o hablar sobre deportes como el baseball o el fútbol americano. En ese tiempo, Ben me saludaba como siempre, con su enorme sonrisa y la mano grande que parecía una bandera de lo alto que estiraba el brazo; sus compañeros, siendo de su misma quinta, a veces bromeaban de si estábamos tonteando, pero él sólo decía que era un agradable ciudadano que quería llevarse bien con todos. Absurdo, por supuesto, aunque tampoco es que yo dijera algo. Sólo iba, tomaba un desayuno fuerte y me largaba con mi padre a trabajar en la granja.

A papá le gustaba verme mejor de ánimos, agradeciendo en mi fuero interno que no me avasallara a preguntas sobre mi momento de dolor, ni me diera un sermón típico de padre para un caso tan concreto como lo era tener el corazón roto. 

Diciembre pasó demasiado lento para mi gusto aunque la culpa de esa percepción se debía a que pensaba en Tyler. Cómo estaría. Qué haría en navidad. Con quién festejaría el año nuevo. Preguntas de esa clase, pero eso se debía también a que de vez en cuando me mandaba fotos de Dae para decirme que estaba bien cuidado, feliz, y no pasaba frío en el exterior al haberlo metido dentro de su habitación. Desde junio no hablamos ni una sola vez, aunque ganas no me faltaban para tomar el teléfono y llamarle para escuchar su voz. Luego, mi mente decía "No, Cam. No hagas eso. Tienes que darle tiempo, del mismo modo que él te lo estará dando a ti. No seas intenso". 

Nochebuena fue una festividad agridulce, y en navidad terminé yéndome a Mel's para encontrarme a un Ben bastante deprimido en una mesa que daba a la esquina. Tenía un plato de pavo con verduras con a duras penas un par de cortes, una botella de cerveza sin empezar y su teléfono móvil mostrándole un vídeo de su familia para felicitarle las fiestas. En bucle. Aquello me hizo aflorar la empatía que sentía por algunas situaciones, por lo que pedí mi cena y la llevé hasta sentarme delante de Ben. Le ofrecí la mejor sonrisa que podía esforzarme en sacar en aquel momento, y a él pareció gustarle el gesto porque detuvo el vídeo para guardar su teléfono en el bolsillo.

Hablamos durante horas. 

La familia de Ben vivía actualmente en Phoenix, por lo que no podía visitarlos tanto como le gustaría porque estaba ahorrando para mudarse de Hamlet. El segundo hijo de seis, y siendo el único que aceptó meterse en el mundo de la construcción como lo hizo su padre y su abuelo. A sus padres nunca les cayó bien su exnovio, Thomas, ya que lo calificaban como un tipo demasiado vanidoso y tacaño sólo porque tenía un trabajo en una empresa de automóviles; pero él estaba demasiado enamorado, llevaban juntos desde hacía tres años y le gustaba mucho su espíritu aventurero cuando decidían tomar una maleta, un bidón de gasolina y su coche para perderse por la carretera. Pena experimenté cuando les confesó a sus padre que él y Thomas ya no estaba juntos y ellos se alegraban de que "ese gilipollas lo dejara en paz". 

𝕮𝚘𝚗 𝚎𝚕 𝓐𝚖𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚖𝚒 𝓥𝚒𝚍𝚊 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora