Seis

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 Yoona;

El señor Jeon condujo adentrándose por los portones que lo llevaban al interior de su casa y detuvo este cerca de la puerta.

—Iré por la billetera —dice, antes de bajar.

—Ven, Yoona. Te enseño mi casa mientras —me sonríe Somin y asiento para dejar la mochila y entonces bajar del auto.

El señor Jeon entra a la casa y Somin me toma del brazo haciéndome entrar con ella.

Y la casa, sin duda era hermosa. Pero sobre todo, acogedora y familiar. Y habían varios porta retratos de Somin cuando chiquita. Y algunos del señor Jeon que confirmaron que incluso estando en preparatoria era guapo. Negué tratando de no pensar en esas cosas. Y mientras veía tantas fotos de ellos juntos, realmente era capaz de notarse lo unida que era Somin con su padre.

—Un día cuando tengas tiempo, te  invitaré. Además, quiero que hagamos pijamadas —me dijo la castaña sonriente.

—Está bien —le sonreí.

—Te enseñara mi cuarto, pero no va a dar tiempo. ¿Quieres algo de tomar?

—No, no te preocupes.

El señor Jeon capta nuevamente mi atención cuando baja las escaleras, indicando que ya podíamos irnos. Somin me dio un abrazo de despedida y entonces salí con el Sr Jeon de la casa hacia su auto. Pensé en volverme a sentar en el asiento de atrás pero él abrió la puerta del asiento copiloto para mi, y le agradecí en un susurro antes de entrar al vehículo. Mientras me puse el cinturón de seguridad él rodeó el auto sentándose en el asiento de chófer. Se colocó el cinturón de seguridad y luego encendió el auto retrocediendo para salir y entonces dirigirnos a el lugar donde arreglarían el teléfono.

Al inicio, el recorrido era en silencio. Y siendo sincera, me sentía incómoda. Y no, no era en el sentido de que estaba mal. Sino porque me resultaba prácticamente imposible ignorar su presencia a mi lado. Era como si me cohibiera. Como si de repente me sintiera tensa, nerviosa. Y la verdad es que no sabía como explicarlo exactamente.

—¿Eres siempre así?

Lo miro cuando habla. Me observaba levemente y volvía a concentrar su mirada frente a él. Y manejaba tan relajado; con una mano en el volante y la otra encima de la palanca del auto. Trato de no mirar por mucho tiempo la forma en que las venas se resaltaban un poco en sus manos.

—¿Así... Cómo? —lo sigo viendo.

—Tan callada. Siento que es culpa mía —se detiene, cuando el semáforo nos indica que paremos para que los peatones pudiesen avanzar. Gira su cabeza hacia mi y me pierdo por un segundo en sus ojos cafés.

—No es culpa suya —respondo desviando la mirada.

—No tienes que seguir pensando que es una molestia —dice y vuelvo a mirarlo—. No pasa nada, de verdad.

Vuelve a encender el auto cuando se nos permite el andar y luego de unos cortos minutos nos detenemos frente a un taller de reparar celulares. Yo bajo del auto, ya que el sr Jeon debía ir a paquear el auto y esperé en mi sitio. Él no tardó en regresar y entramos al lugar, dirigiéndonos a uno de los técnicos que habían disponibles.

—Ven —el señor Jeon toma el celular que estaba en una de mis manos y le tiende este al hombre—. ¿Puedes cambiar esta pantalla?

Observo al hombre, que toma el celular y comienza a observarlo detenidamente. Y la verdad, es que estaba al intentar decirle de nuevo al señor Jeon que no era necesario y que no hacía fata. ¿Como iba a mirarlo a los ojos si el arreglo era muy caro? Además, me moriría de vergüenza con Somin.

Daddy Issues |𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora