Capítulo 4: Bajo el cuidado de los tíos [2]

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El rostro de los 3 estaba pálido y con una expresión de desagrado al ver que el molesto Qi Rong llegó ese día.

—Que tranquilo que está todo, ¿Mi primo no está?

—¡Eso es obvio! Si Su Alteza y Hua Cheng estuvieran aquí ya te hubieran sacado a patadas.

Qi Rong sólo miró con descontento a Feng Xin pero se abstuvo en decir algo desagradable y vulgar al ver que Hua Xiao estaba observando a sus 4 tíos.

—¡Hua Xiao, mi dulce manjar! Tu tío favorito llegó.

Qi Rong empujó a Feng Xin y se dirigió hacia Hua Xiao para tomarla y empezar a restregar su rostro contra el suyo, Mu Qing y Feng Xin se enfadaron de inmediato.

—¡Deja de acercar tu horrible rostro! Es desagradable, podría contagiarse de algo malo.

—Jodanse ustedes dos, Hua Xiao nunca se ha sentido mal cuando me acerco a ella.

—Qi Rong bastardo, devuelve a la niña.

Los 3 empezaron a pelear para  hacer que Qi Rong pusiera de nuevo a la niña, Pei Ming sólo observaba en silencio mientras suspiraba.

Después de unos minutos peleando, se callaron cuando escucharon que la niña hizo un pequeño ruido, los 3 la observaron al mismo tiempo y pudieron ver su expresión.

—Ay no.

—No no no...

La niña explotó y empezó a llorar de inmediato haciendo que sus tíos se alarmaran. Pei Ming se acercó muy preocupado.

—¿Qué rayos le hicieron?

—Nosotros no hicimos nada malo.

—¡Pei Ming trata de calmarla!

Pei Ming la cargó y empezó a meserla para hacer que se calmara pero los intentos eran inútiles, ni el mismo Pei Ming podía calmarla así que la puso en su cuna.

—¿Ahora qué hacemos?

—¡Ya sé! De seguro tiene hambre.

Mu Qing se dirigió rápido a la cocina y regresó con un tazón pequeño que contenía un poco de papilla que Yin Yu había preparado.

—Bien, vamos a darle de comer.

Pei Ming tomó el tazón y una cuchara pequeña para darle de comer pero la niña rechazó de inmediato el bocado.

—General Pei, no lo está haciendo de la manera correcta.

Feng Xin tomó el tazón con la cuchara que contenía un poco de la papilla y así cambió su voz para ponerla algo más aguda.

—A ver mi princesa, abra la boca para comer.

Pei Ming y Qi Rong de inmediato miraron a Feng Xin con un rostro que mostraba la mayor vergüenza, les daba dolor en los oídos solo de escucharlo hablar así.

Aún así ese método tampoco funcionó y la niña también le volvió a rechazar el bocado así que Mu Qing intervino.

—¡No lo estás haciendo bien!

—¿Y qué sabes tú de cuidar niños?

—Pues tengo mucha mejor experiencia que tú.

—¿¡Ah sí!? Entonces iluminame con tu enorme sabiduría señor sabelotodo.

Mu Qing algo orgulloso le arrebató el tazón a Feng Xin y así se agachó para ponerse frente a Hua Xiao.

La bendición y sus dos calamidades |HuaLian| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora