Capítulo Ocho

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Un partido perfecto

Para la señora Rachel Lynde, dar un paseo cerca del arroyo antes de llegar a su casa era perfecto para despejar la mente y respirar aire fresco antes de la hora del té

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Para la señora Rachel Lynde, dar un paseo cerca del arroyo antes de llegar a su casa era perfecto para despejar la mente y respirar aire fresco antes de la hora del té. Y para ese momento, había arrastrado consigo a la señorita Stacy la cual, para no ser descortés, aceptó el paseo pensando que tal vez también necesitaba caminar un poco y salir de su casa de vez en cuando. Y no solamente para ir a dar clases, claro está.

Es por ello que ambas andaban en lo suyo, charlando como solo la señora Lynde sabía hacer. Y no supo cuándo ni cómo, el tema del matrimonio volvió a salir a la luz, haciendo suspirar a Stacy con pesar.

—Es que no entiendo cuál es su exigencia, señorita Stacy. Solo tiene que aceptar el buen partido, sin pararse a mirar si es guapo o buen hombre. Claro está que no estaría mal que fuera un hombre guapo, pero con que le dé estabilidad económica y protección ya es más que suficiente.

—Yo no busco estabilidad económica, señora Lynde. Vivo de lo que gano y estoy muy contenta en el techo dónde duermo —defendió Stacy, escuchando el quejido de la rolliza señora—. Si he de buscar un esposo, solo sería porque quisiera enamorarme de nuevo y compartir mi vida con alguien más. Alguien que me sea de valor y yo serle a él, como compañeros.

Rachel iba a quejarse de nuevo, hasta que se detuvo por unos segundos, confundiendo a Stacy. Al levantar la mirada se encontraron con una escena un tanto conmovedora. Sebastian estaba en un pequeño día de picnic con su hija Delphine, el cual reía mientras le daba con una pequeña cuchara su comida. El joven padre aún no se había percatado de la presencia de las dos mujeres y la señora Lynde suspiró, posando una mano en su cadera.

—Es un buen hombre, sería el partido perfecto. Su única desgracia es ser...

Stacy enarcó una ceja en su dirección, haciendo que la señora Lynde no terminara de decir lo que pensaba. En el fondo sentía un poco de pesar al expresarse de esa forma de Sebastian, pero sin parar a retractarse, resopló ante la mirada recriminatoria de la señorita Stacy y acomodándose su vestido, erguió la espalda, caminando con total elegancia e indiferencia.

—Nunca comprenderé a la generación actual... Viven sin inhibiciones y no les importa pecar ante Dios. Si nuestros difuntos padres vieran todo lo ocurre en Avonlea actualmente, hubieran tomado sus cómodos ataúdes y ellos mismos lo hubieran cerrado.

Ante esos quejidos, la señorita Stacy solo supo reír.

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2023 ⏰

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