Capítulo Dos

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Deseos del corazón

No pensaba encontrarse a menudo con Frank Stockley en la academia, pero al parecer, el destino siempre la lanzaba a lo contrario de lo que deseaba, puesto que a cada momento chocaba con el joven en cualquier lugar

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No pensaba encontrarse a menudo con Frank Stockley en la academia, pero al parecer, el destino siempre la lanzaba a lo contrario de lo que deseaba, puesto que a cada momento chocaba con el joven en cualquier lugar. En los senderos; en el salón; en los pasillos; por las habitaciones; en la plaza; y un sinfín de sitios más que ya se le hacía aterrador. Como en ese momento, en donde por haber estado distraída acomodando sus libros en la correa, chocó con Frank, literalmente.

—Oh, lo siento mucho, Frank...

—No te preocupes, fue mi culpa —se adelantó el joven, sonriendo galante hacia Anne—. Es increíble, no creí nunca que pudiera chocar contigo, teniendo en cuenta que tu rojizo cabello me hubiera alertado desde unos metros de distancia.

En otras circunstancias o épocas, hubiera enfurecido completamente, bramado uno que otro quejido en defensa propia y luego hubiera huido con la barbilla en alto, ofendida por lo mucho que su cabello rojizo influenciaba en su vida, pero ya había cambiado. No era la misma Anne de antes, y aunque eso le dolía porque en lo más profundo no quería cambiar nunca su forma de ser, era cierto que había madurado un poco. Además, para ella a pesar de lo poco que lo conocía y la primera impresión que le regaló Josie Pye, sabía que Frank no lo decía con mala intención. No lucía como alguien desagradable.

Por lo que sonrió cortésmente, y apretando con firmeza sus libros, confesó:

—Siempre consideré mi cabello como una terrible maldición, teniendo en cuenta que amo con mi alma el color rosa, el cual lastimosamente nunca podré usar.

—Tonterías —soltó Frank de repente, y Anne abrió la boca sorprendida por su arrebato-. Es cierto que colores como el aqua, azul y rojo resaltan tu belleza como a una sirena, pero si tanto te gusta, ¿por qué no usarlo? Porque una o dos personas te digan que no te favorece un estilo, un color o algo que te agrada, ya abandonas un deseo tan simple que te hubiera hecho feliz. —Anne lo observaba con verdadera sorpresa, estando en total acuerdo con las palabras del joven que no las hubiera dicho mejor. Fue entonces cuando agregó: —El rosa, muy claro, te quedaría estupendo.

Luego de ese extraño y repentino intercambio, Frank se despidió de una anonada Anne, la cual luego de salir de su trance caminó lentamente hacia el exterior de la academia, para poder respirar un poco de aire fresco y buscar algo de naturaleza entre tanta ciudad. Extrañaba caminar por los bosques de Avonlea, descubriendo misterios, lugares y bautizando sitios nunca vistos en donde guardaba momentos únicos que aún gobernaban su corazón aventurero. Podía imaginarlo, a pesar de todo, y estando muy agradecida consigo misma se embarcó en un profundo y placentero sueño lleno de abedules, pinos, riachuelos, ninfas y hadas del bosque que resplandecían a su alrededor, llenando su vestido de mágica luz que le hacía cambiar de color a un dulce rosa, con delicados bordes y mangas abullonadas.

Más que mi Anne | Anne y Gilbert ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora