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Eternidad

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Eternidad

Era como un sueño, casi se sentía que ambos estaban viviendo el mismo sueños una y otra vez sin darse cuenta de la dulce monotonía que ambos estaban experimentando. La belleza de la juventud en sus amores les había hipnotizado totalmente;  tomandos en las manos veían el cruel tiempo pasar enfrente de ellos con total descaro, el tiempo que pasaban juntos fue tan delicado que no se logró sentir hasta que un día se detuvieron a recordar todo lo que habían vivido. Ya no había nada ni nadie que estuviera en medio, Aonung veía a lo lejos a su ex-novio Keitan y este de la verguenza evitaba mirarlo, después de aquella pelea que tuvo con Neteyam se dio definitivamente porvencido; con el corazón roto aceptó que el corazón de Aonung no es ni será suyo otra vez.  

Pasaron los meses y sentían que solo existían ellos dos, ellos, el infinito mar y el eterno cielo que les acompañaban en cada uno de sus isleños besos y pasiones nocturnas. Ambos vieron como ese pequeño milagro nació al amanecer, sus padres le pusieron así porque se había vuelto el amanecer más precioso de sus vidas. 

-!Mulaw¡-dijo el nombre de su primer hijo, sentía que había logrado todo en la vida después de ver sus bellos ojos de su hijo. Ese bebé era una mezcla utópica y preciosa de sus padres; sus ojos, cola y brazos eran Metkatyina pero su piel era Omatikaya, lo que más lo distingió eran sus manitos que sin duda fueron heredadas de su padre.

Aonung y Neteyam veían a su sobrino crecer, ellos hicieron parte de la crianza de Mulaw; el niño iba hacía ellos cuando se sentía solo, la mayoría del tiempo era Neteyam quién siempre estaba en el kelku en el que vivía con Aonung. Llegó ese día, esa noche en la que ellos recordaban como habían unido sus almas y corazónes. 

-Buenos días, feliz cumpleaños y feliz aniversario.-dijo Neteyam en voz baja para despertar a su novio.-Ya son dos años juntos.

-Los mejores dos años de mi vida, y los que nos espera.-añadió mientras se sentaba en la orilla de la cama.-¿Lo que huelo es tarta de frutas?

-Si, tu favorito...tu madre me enseñó a hacerla.-dijo mientras le entregaba un trozo junto con un té de hierbas, típico de los Omatikaya.- Aunque nunca me quedará tan bien como a ella.

-¿De que hablas? está muy rico. 

Ambos se quedaron hablando, recordando un poco el pasado y sus momentos juntos, Aonung tenía en su mente siempre aquel misterio sobre lo que vivió Neteyam los siente años que duró desaparecido; cada vez que preguntaba Neteyam cambiaba el tema o fingía ocuparse en algo más. 

-Neteyam sé que es un tema complicado para ti, pero llevamos dos años juntos y la verdad yo si quisiera saber la verdad, ¿Que pasó cuando te fuiste? en esos siente años...porfavor, quiero saberlo. Sé mucho de ti pero ese suceso es un misterio. 

-Suprimí esos siente años de mi vida, simplemente no hacen parte.

-Pero pasó, Neteyam, no puedes borrarlo...bueno tal vez si puedes hacerlo.-se acercó a Neteyam quién estaba sentado a su lado.-Soy tu novio, confía en mi.

-Lo hago, Aonung, confió en ti...pero duele.-su voz estaba rota, sentía que su pecho le ardía y su garganta se cerraba evitando que las palabras salgan de él.

Aonung notó su dolor, así que se acercó a él para besarle en los labios con gentileza y ternura.-Aquí estoy, llora si necesitas llorar.-tal vez eran las palabras o el momento, pero Neteyam se refugió en los amplios brazos de su novio para llorar en paz en ellos. 

-Yo no estaba muerto, estaba en una clase de sueño profundo no sé realmente como fue, solo sé que desperté y mis pulmones estaban llenandose de agua; me dolía el cuerpo pero salí como pude. Pensaba nadar hacía ustedes pero me sentía tan tonto, tan poco merecedor de mi familia. No sé realmente que pensaba en esa epóca, solo sé que quería irme para resurgir en alguien mejor a mi regreso, creí que si me iba y cambiaba cada parte de mi yo sería mejor hijo, mejor hermano y mejor amigo.-decía en voz baja aún refugiado en los brazos de Aonung.-Fui a una isla virgen, estaba solo yo y me dolor; por el disparo algo se afectó en mi columna, no lo notaba al nadar pero cuando intentaba caminar simplemente caía al suelo...fue humillante tener que arrastrarme para moverme en el reducido espacio que tenía, estuve escondido para evitar que animales me ataquen porque simplemente no estaba en condiciones de dar pelea, tuve que aprender a caminar de nuevo. Aún tengo secuelas de eso pues en ocaciones mi espalda me genera un dolor insoportable.-se enderezó para mirar a Aonung a los ojos.-Luego de recuperar mi caminar, mi estabilidad y equilibrió, estuve solo entrenando día y noche para ser más fuerte, ágil y preciso. Y si, mi cuerpo se fortaleció al igual que mi mente, pero lo que no sabía era que el poco tiempo que estuve contigo...tu sembraste una semilla en mi, que aunque tardo en germinar ;en los ultimos dos años que estuve solo, no dejaba de pensar en ti, no entendía porque pero lo hacía.-suspiró y sonrió ante ese único dulce recuerdo.-Soñaba contigo, con regresar, pedirte perdón por todo lo que dije y que nos demos la oportunidad de amarnos, me di cuenta de muchas cosas sobre mi estando en esa soledad. Que soy mucho más fuerte de lo que creía, por fin entendí porque de joven ninguna chica me llegó a interesar y que soy tan perfeccionista y exigente conmigo mismo que aunque haga todo bien nada es suficiente, y me sigo sintiendo así. 

-Neteyam, me duele pensar que pasaste por todo esto tu solo.-añadió con el corazón conmovido, abrazó a su novio feliz de tenerlo ahí con él. En eso tomó a Neteyam de los hombros y agregó.-Y eres suficiente, eres buen cazador, eres muy fuerte y el más rápido de todos.-suspiró.-Gracias por contarme, sé que no ha sido facíl para ti pero quiero que sepas que puedes confiar en mi, y nunca estarás solo de nuevo Neteyam.-Aonung tomó las manos de su novio y agregó.-Eres el chico perfecto, y así no lo seas...me encantas. 

-Aonung...¿Soy un buen novio?-preguntó mirando fijamente a Aonung a los ojos como si los ojos celestes de este tuvieran la respuesta escrita en ellos. 

-No.-dijo a secas sin pensarlo, Neteyam se sintío decepcionado desviado la mirada.-No eres un buen novio, porque no eres mi novio.

-¿Que?

-Eres un buen esposo.-Aonung de su espalda sacó un pequeño brazalete hecho por él, delicadas cuerdas, semillas y conchas de mar tan pequeñas que se tenían que mirar de cerca para admirar cada precioso detalle.-Neteyam, ¿Puedo tener el honor y privilegio de ser tu esposo?

Neteyam le dio un pequeño puño en el hombro a Aonung, cruzandose de brazos y mirando a otro lado, respondío en voz baja y con el ceño fruncido.-Si, acepto que seas mi esposo.

-No te enojes mi amor.-dijo con una voz burlona, Neteyam quería seguir fingiendo estar molesto pero no puedo evitar mirar a Aonung con una sonrisa.-Deja te ayudo a ponerte esto.-Aonung le puso el brazalete, para luego besar su mano.-Se te ve lindo. 

-Te amo, Aonung.

-Esperame un momento, bonito.-Aonung se pusó de pie dirigiendose rápidamente hacía la puerta, la abrío para luego sacar la cabeza y gritar con fuerza.-!Rotxo, Neteyam aceptó ser mi esposo¡

-No puedo creerlo.-Neteyam se puso a reír.-Ven aquí, tu me diste un regalo y yo también tengo uno para ti...cierra la puerta, esposo. 

𝑆𝑎𝑙𝑡𝑦 𝐾𝑖𝑠𝑠𝑒𝑠 ┊𝐴𝑣𝑎𝑡𝑎𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora