Veneno para las pesadillas [Gramander]

Capítulo VIII

Advertencia: relaciones sexuales explícitas.

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Para Nagini estaba resultando difícil adaptarse después de la dura vida que le había tocado. Newt la entendía y era paciente, sabía lo que se sentía creer que no mereces amor y pensar que las personas buenas a tu alrededor te tienen lastima o tratan de engañarte. Ahora Nagini tenía un techo, una habitación, tenía la ropa que Queenie le regaló y otro poco que le habían comprado Percival y Newt; ahora también tenía tiempo para sí misma, está aprendiendo a cocinar con Queenie y Jacob y ayuda a Newt con sus animales. Aún le costaba hablar, era muy reservada, pero se mostraba agradecida ante el nuevo camino que le había preparado el destino. 

Ambos magos se habían percatado de que la chica era experta en la magia sin varita y la magia no verbal. Newt la había cuestionado sobre eso y ella le contó que no había asistido a alguna escuela de magia y que nunca había tenido una varita. Otro tema que mantenía activa la curiosidad de Newton era la maldición que sufría la joven, lo poco que les contó es que era un castigo heredado en su familia desde hace generaciones y que algún día se volvería por completo una serpiente. El magizoólogo quería pedirle que lo dejara obtener muestras de su sangre y su piel para buscar alguna cura, pero sabía que aún no había la confianza suficiente. Percival lo consolaba recordándole que ya hacía mucho por la niña. 

Percival y Nagini mantenían un lazo algo extraño. La niña sabía que él cargaba con una especie de enfermedad mágica como ella. Solía buscarlo por la casa y acompañarlo en sus momentos de lectura o de trabajo, sin emitir palabra, a veces ni siquiera lo observaba. Newt pensaba que era una forma de acompañar, de buscar hacerle saber que lo entendía.

Newton estaba sorprendido de que los tres encajaran tan bien. 

Con la muchacha en casa las labores con Credence se habían complicado todavía más, pues los primeros días no se había querido separar de él, intentando ayudar en todo lo que podía. Tenía el consuelo de que Credence se encontraba mejor cada día y se había mostrado empático ante la situación de la nueva protegida de Newt, incluso había dicho que le gustaría conocerla. 

La relación entre Newt y  Percival florecía, como hierba brotando después de un crudo invierno. No recordaba una época de su vida en que se sintiera tan feliz y pleno. Es cierto que adoró viajar por el mundo estudiando los animales, pero siempre lo había acompañado la soledad y el dolor de saber que al volver a casa nadie lo esperaba. Ahora aún tenía sus criaturas pero podía compartir sus saberes y sus pensamientos con personas que lo apreciaban, que se interesaban en lo que tenía por decir, que disfrutaban su compañía y lo amaban en todas las formas posibles. 

Para Percival estos sentimientos también eran novedosos, se sentía feliz y completo, como si un vacío que no sabía que cargaba se hubiera saciado. No solo la satisfacción del contacto físico, se sentía comprendido y acompañado. En el pasado había mantenido como prioridad su crecimiento profesional, al ser sangre pura las propuestas de matrimonio no faltaron, pero nunca se dio el tiempo de conocerlas realmente, su padre lo apoyaba orgulloso y la preocupación de su madre le pareció una exageración hasta que los perdió y supo lo que era en verdad estar solo. Prefirió no sentir lástima por sí mismo y centrarse en su carrera, resaltando y escalando rápidamente en la jerarquía, llenándose de tanto trabajo que no le quedaba tiempo para pensar en lo que no tenía. Después de la tormenta que había volcado por completo su vida, impidiéndole incluso reconocerse, apareció Newton como una vela en la oscuridad; no únicamente por la poción, para él Newton Scamander es un sol, lucía precioso con sus pecas y sus rizos, sus ojos avellana, su honesta sonrisa, la inteligencia, amabilidad y empatía que desbordaba, su forma de ser tan natural y sincera. Sin duda, Percival sentía que se hundía en un campo de flores estando a su lado.