Un profesor infernal

19.-Fines infructuosos

-¡Es un idiota no lo soporto!¡Maldito entrometido de mierda! -chillé mientras me quitaba la blusa y el pantalón y buscaba algo que ponerme en mi enorme armario.

-Deberías calmarte, el solo quiere cuidarte¿Porque no lo dejas?- preguntó.

-Porque no es su obligación, aparte, está el hecho de que si nos ven juntos podrían acusarlo.

-¿Con quién? ¿Con el dueño de esta Universidad?- rió sarcástica-Sabes que nadie se atrevería a meterse con el socio mayoritario de la Universidad, es más, estoy segura de que Ezel nisiquiera tiene que trabajar aquí porque dentro de muy poco, cuando su padre se retire Ezel será el dueño de esta maldita cosa antigua llena de hiedra-Dijo poniéndose un par de levy's.

-Mmm...Lou, sabes que te aprecio pero debo decirte esto...Umm...No puedes usar Levy's en ese club, no podrás entrar.

-Y...¿Que usaré?- preguntó-Solo tengo un vestido negro y no creo que sea muy...Nocturno-dijo haciendo una mueca, la chica era hermosa, no iba a necesitar más que un hermoso vestido, y tenía muchos de esos que ya no me quedaban , tal vez le iban a ir un poco altos , pero por lo demás ella era perfecta.

-En mi closet tengo algunos vestidos de cuando estaba más delgada, creo que la mitad de ellos te pueden quedar señalé, yo escogí uno color púrpura, uno de cuando era más joven, más superficial y más delgada. Dolía tener que haber caído de golpe de ese mundo de nubes de algodón en el que vivía antes de la muerte de mi hermano. Aún sentía que el corazón se me encogía cuando pensaba en el, y que la ansiedad por momentos se apoderaba de mí, era eso lo que había causado mi bulimia, el no poder aprender a controlar ese retorcijón tan feo, hoy, con veinte kilos más de los que tenía en esa época, estoy tratando de cada día sentirme cómoda en mi propia piel, pero ser vista como Daia, la hermana de;Daia la hija de; Daia, la novia de, no ayudaba mucho a que mi confianza y seguridad crecieran. Me maquillé e invertí todo mi esfuerzo en hacerme lucir como Daia la superficial lo haría, no iba a mentir diciendo que esto no solía gustarme, había vivido por esto, por ser perfecta para mí padre, siempre la más hermosa, con los ojos más hermosos, la piel siempre bronceada, los ojos siempre con pestañas postizas, la manicura francesa, hoy no podía hacer todo eso,pero iba a trabajar con lo que tenía, arreglé a Lou quien tenía una hermosa y pálida piel y le puse algo de color a sus mejillas, el vestido que había escogido definitivamente era perfecto, la pobre chica tenía que bajarlo cada cinco minutos porque era algo más corto de lo que estaba acostumbrada pero, iba a estar bien, Lou estaba hecha de puro amor, no me malinterpreten, ella era sumamente fuerte, pero a pesar de difícil que la habían pasado su madre y ella, Lou conservaba ese lado noble, optimista, creo que fue eso, esa buena vibra, alegre la que hizo que le ofreciera una habitación que de no ser por ella habría mantenido llena de mis demás bártulos de boxeo. Ezel también había ido a cambiarse y elegió justo el momento en que me acomodaba el brasier strapless que tenía para aparecer, Lou fue a abrirle.

-¡Wow! ¡Lou, tu luces espectacular!- dijo realmente asombrado, mi amiga respondió con la sonrisa más grande que le había visto; ese era el Ezel que yo recordaba , siempre elogiando a todo el mundo, sonriéndole coqueto a las mujeres.

-Homen paquerador, como sempre- susurré.El volteó a verme.

-Você, tão linda que tira o meu fôlego, como sempre- dijo con la voz entrecortada, había algo salvaje en sus ojos mientras me miraba. Él siempre decía que yo le quitaba el aliento de lo bonita que me veía, frases como esas deberían ser ilegales en los labios de ese hombre .

-¡A este paso voy a tener que aprender portugués!- se quejó Lou-¡No entendí una mierda! Excepto la parte de bonita. Ezel ¿Sabías que está mujer sabe maquillar de una manera impresionante? ¡Mira lo que le hizo a mi cabello siempre rebelde!

-Cuando creces como una futura esposa trofeo, aprendes a diferencias entre la base y el corrector de ojeras antes de tener tres años- bromeé.

-Es hora de irnos- dijo Ezel abriendo la puerta para nosotras-Y Daia, tu nunca serías una esposa trofeo, no la de nadie. Y si tu padre te obligara a qué así fuera, no me quedaría más remedio que pedirle tu mano, no pienso dejar que seas moneda de cambio.