YUN || Ao'nung

01.

Nuestro clan era el último de nuestra especie que quedaba viva, el clan Skyclan, lugar donde viven los navi's blancos, en las montañas más altas de todo Pandora, montañas que llegan hasta más alto que las nubes, montañas que están cubiertas por nieve.

Mi padre el Olo'eyktan del clan, era el guerrero más fuerte ágil y veloz en su época, mi madre quien aparte de tener una enorme conexión con Eywa, era la más hermosa, cazadora, amable y cariñosa, con sus encantos logró conquistar a mi padre, el resto de la historia ya lo sabrán, se enamoraron y se casaron.
Mis padres, según las historias que me contaban de ellos, eran amigos de casi todo Pandora, con quienes se llevaban más bien eran con los del clan Metkayina, por alguna extraña razón.

Mi madre se había embarazado, ella esperaba una niña, obviamente aquí es la parte donde aparezco yo, Yun.
El día en el que yo nací fue el día más feliz para mis padres como también para el clan, ¿por qué?, pues porque empezar de ser "La navi más hermosa de todo Pandora" como me decían mis padres, nací con un don, o poder, con el que Eywa me había bendecido, el don de poder curar y revivir a los demás navi's y/o animales, ¿cómo supieron esto mis padres si yo recién había nacido?, mi madre decía que había tenido un sueño con Eywa y que ella le había dicho que daría a luz a una niña con un don que traería la felicidad pero también la destrucción.

Cuando yo tenía 1 (un) año y medio, Jake Sully, más bien conocido como Toruk Makto, había traído la guerra contra las personas se el cielo. Cuando Toruk Makto había recurrido a la ayuda de los demás clanes para poder luchar y ganar la guerra, mi padre, aunque Toruk Makto no haya recurrido a nuestro clan por ayuda, (porque sí, era un poco difícil encontrarnos) el mismo decidio ir a la guerra y ayudar, porque así era el siempre queriendo ayudar. Reclutó no sólo a los guerreros más fuertes sino también a nuestras guerreras con sus Iguanas gigantes casi del mismo tamaño que el de un Ikran (las iguanas son nuestros animales espirituales, nos ayudan mucho al escalar las montañas) y a nuestros Psinur, animales tan bellos con sus plumas más blancas que la nieve ojos rasgados de variados colores, con sus volas bastantes largas y cuernos blancos con puntas de un color verde agua oscuro, bellos animales mucho más grandes que un Ikran.

A pesar de las súplicas de parte de mi madre de que no vaya, el como el terco que era, según mi abuela, igual fue.

Obviamente yo también le suplicaba que no se vaya porque quería que se quede, que estuviera a salvo y que no le pasara nada.

- Mi querida princesa, ¿por qué lloras? - dice con un tono suave que hizo que me tranquilizara un poquito más.

- N-no quielo que te vayas -  dije con la voz quebrada.

El solo me miro, con una mirada tan tierna, mientras tocaba mi mejilla derecha con tanta delicadeza que pareciera que si pusiera un poco más de fuerza me llegaría a romper, siempre me trataba como si fuera una muñequita de porcelana.

Sonrió, llevo sus manos a su cuello quitando su collar favorito, un collar tan hermoso, tan brillante, tenía forma de luna y una joya de un color tan hermoso que a mí me encantaba.