AU Medieval/AU Bélico
Las alianzas y acuerdos deben respetarse entre naciones, Mondstadt y Liyue son conscientes de la importancia de su propio tratado de hermandad, por eso, cuando se enteran de que el monarca de Khaenri'ah firmó en secreto un pac...
Nota: Este cap contiene algo que a lo mejor algunxs deseaban, aunque tal vez no como les gustaría.
Tardé más de lo esperado con este fic porque enero fue un mes muy activo, primero por las fiestas de fin de año, reuniones familiares por el verano (aquí en sudamerica estamos en verano), porque me tome 6 días de vacaciones en la playa (en los cuales no escribi mas de 400 palabras por día), hice tramites de salud con mi viejo, also me pelee feo con mi viejo as usual, y por ultimo fui a un funeral, aun así logré repuntar.
De todos modos, en marzo comienzo la carrera de ilustración, así que mi ritmo de escritura me tiene con algo de incertidumbre, quiero creer que al adoptar el habito de escribir como mínimo 1.000 palabras diarias, el hecho de estudiar ilustración no va a hacer mucha diferencia.
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Kaeya no durmió en toda la noche, tenía un vacío en su pecho que lo sofocaba, porque sabía que una persona dulce e inocente perdió la vida por tener una relación con él, cosa que lo hacía agarrarse la cabeza y retorcerse de dolor, odiando a Barbatos y odiándose a sí mismo por ser imanes de desgracias para los demás; la cabeza le dolía tanto que ya no era capaz de llorar, pero la sensación de angustia jamás se fue de su interior. Quería gritar, quería golpear a Venti, o estrangularlo de ser posible, pero eso era imposible de lograr para alguien débil como él.
Por eso, a media noche, se sentó sobre la cama, lloró con ira y se agarró los cabellos hasta arrancarse algunos mechones, ya no podía contener el odio, así que ahogó un grito contra el colchón, lo golpeó con los puños, y se levantó súbitamente bufando; de repente tuvo el impulso de patear los postes de su catre, luego de eso pateó también sus muebles, y quebró en el piso sus jarrones y decoraciones de porcelana mientras chillaba en un desgarrador llanto. Su arranque de ira no paró hasta que todos y cada uno de sus preciados objetos quedaron destruidos, cayó de rodillas, y miró al cielo con cansancio, sintiendo como todo su dolor debilitaba su cuerpo.
Entonces volvió a agachar la mirada lentamente, y notó el desastre en el que se convirtió la habitación, llena de trozos de porcelana, afilados, más que cualquier objeto que no le prohibían tomar; con inseguridad tomó uno en sus manos, y repasó el contorno con el dedo índice. Si Barbatos iba a castigarlo por tomar algo que podía considerarse "cortopunzante", no le importaba más, nada en su vida tenía el suficiente valor para protegerlo, pues en esos momentos, solo deseaba morir haciendo algo importante; por esa razón tampoco le importó que Venti se diera cuenta de las marcas que iba a dejar en su propio cuerpo.
En sus antebrazos, en las muñecas, y sus muslos.
Cuando el alba comenzó a aclarar ligeramente el oscuro azul de la noche, el príncipe seguía en el mismo sitio, de rodillas, observando la pieza ensangrentada de porcelana, ya era otro día, y aunque necesitaba pasarlo en su cuarto para seguir llorando en su luto, no iba a perdonarse jamás el quedarse quieto, encerrado allí a la merced del rey y sus burlas y castigos. Por eso, con la cabeza fría, tomó una toalla de su baúl, se limpió la sangre, volvió a meterla al baúl, y se levantó para ponerse algo de ropa negra en caso de que siguiera sangrando y manchase la tela; además se colocó guantes con los cuales esconder sus muñecas, pues ese día lo ocuparía para poner en marcha su plan.