12. Pacto (Primera Parte)

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Nota: El motivo de la demora fueron las entregas de fin de semestre, jamás en la vida había estado tan ocupada con los estudios, en este caso, con completar dibujos. De todos modos, espero conseguir organizarme mejor para retomar el ritmo de escritura... Debo confesar que, gracias a una de las clases que tome en la carrera de ilustración, que se llamaba "taller de narrativas", conseguí el impulso para trabajar en una novela original, así que sueño con que pueda ser publicada, quizá no este año, pero si el siguiente o en dos años más.

Por cierto, desactive mi twitter, ahora mi red más activa sera el instagram de nightray1997, espero poder seguir subiendo dibujos, ahorre todo el semestre para comprarme una tablet que pueda transportar al instituto, así que espero sacarle provecho. 

Disfruten, los quiero muchísimo 

Albedo se había quedado en el laboratorio del palacio durante toda la noche sin dormir, con la incertidumbre de que el príncipe Alatus podría acusarlo de traición por el altercado que tuvieron; de todos modos, estuvo sentado con una expresión seri...

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Albedo se había quedado en el laboratorio del palacio durante toda la noche sin dormir, con la incertidumbre de que el príncipe Alatus podría acusarlo de traición por el altercado que tuvieron; de todos modos, estuvo sentado con una expresión seria y serena en una silla, mientras miraba la piedra roja que Rhinedottir le heredó como su "hijo". Había un gran poder en ese objeto, no todos los alquimistas eran capaces de crear una piedra filosofal como esa, y el hecho de tener una en sus manos le daba cierta ventaja, pero a la vez, podía sentenciarlo si llegaba a usarla.

Estuvo horas planteándose la idea de destruir todo Mondstadt con quimeras si Barbatos pretendía apresarlo otra vez, ya no iba a tolerar ningún abuso de poder sobre él y su amado, así que estaba mentalizado y predispuesto a que muy pronto, todo se acabaría de una u otra forma, le diría adios a su trabajo en el palacio, a sus propiedades, a su reputación, incluso a su libertad, con tal de ver libre de una vez quien ocupaba su corazón. Sin embargo, existía un gran riesgo, y si fallaba, Kaeya no iba a gozar de su protección, por ende, parte de lo que le impidió dormir durante toda la noche, fue pensar en una forma de salvarlo incluso si él no podía salvarse a sí mismo; por esa razón, unas horas antes del amanecer, el Jefe Alquimista encendió un fundidor de metales, y comenzó a formular algo tan prohibido como su piedra roja.

Cuando el príncipe salió de su cuarto, Albedo lo estaba esperando en el pasillo, los dos no pudieron dormir por sus preocupaciones, pero en cuanto Kaeya vio que su amado seguía sano y salvo, se lanzó a los brazos del Jefe Alquimista, aliviado. Su amante le besó los labios de forma breve, y le tomó la mano para sacarlo del palacio por la puerta trasera; por precaución el príncipe de Khaenri'ah soltó a Albedo y guardó distancia de él cuando pasaron cerca de los guardias, el Jefe Alquimista suspiró, ya que estaba harto de tener que fingir que no ocurría algo evidente entre ambos, aunque de todos modos, sabía que pronto iba a poder decir con total libertad que amaba con locura a Kaeya Alberich.

Ese día no perdieron el tiempo, y fueron directamente hacia la residencia donde Albedo guardaba sus trabajos artísticos, la cual había limpiado a profundidad el día anterior antes de irse a "El obsequio del Ángel" con su príncipe; el Jefe Alquimista fue a la cocina para encender un fogón y así prepararle algo de comer a su amado, Kaeya lo observó desde la puerta, y sin hacer ruido se fue hasta el cuarto. Albedo dejó el fuego preparado, y se dirigió a ver a su amante en la habitación, el príncipe Alberich ya se encontraba desnudo sobre la cama, adormilado pero en una pose grácil y sensual.

Bird Set Free/Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora