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ROCÍO Y SUS HIJOS finalmente llegaron a Argentina, luego de unas largas horas de viaje. Aunque no terminaba ahí, pues la mujer junto con los niños tenían que hacer otro viaje.
Antes de irse de Qatar, Emiliano y Rocío hablaron sobre sus nuevos planes. Martinez le propuso que vayan a quedarse a su casa en Mar del Plata, algo que a la mujer no le convenció mucho, ya que no quería quedar como abusadora.
Tras tanta insistencia de Emiliano, Rocío aceptó ir a su casa en Mar del Plata, por lo que el arquero enseguida habló con su hermano. Alejandro felizmente se propuso para ir a buscar a su cuñada al aeropuerto, para luego llevarlas a la casa del hombre.
Por esa razón, ahora la mujer y sus hijas se encontraba empacando todas sus cosas. Cuando terminaron, Antonela se ofreció a llevarlas al aeropuerto, sin aceptar las negaciones de Rocío.
Cuando fue el momento de las despedidas, los sobrinos de la mujer no querían soltarla.
— No te vayas, tía —Pidió Thiago— Pueden seguir viviendo con nosotros en casa.
— Ah papá no le molesta, tía —Dijo Mateo— Yo puedo hablar con él para que se le pase el enojo y deje que vuelvan.
Rocío se agachó frente a ellos— Tú padre no nos echó de la casa, mi amor —Aclaró.
— ¿Y entonces por qué se van? —Preguntó.
— Porque son cosas que hacen los adultos cuando consiguen pareja —Dijo Rocío— Pero no nos vamos a dejar de ver, corazón. Nosotras vamos a ir a verlos cada mes, vamos a estar en los partidos de Leo...
— ¿Nos lo prometes, tía? —Mateo alzó el meñique.
Rocío sonrió y entrelazó su meñique con el de sus sobrino— Se los prometo —Murmuró— Ahora denme un abrazo fuerte.
