I ~ Chica de carretera.

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La abuela me lanza una calceta, resoplo irritada mientras me bajo las cobijas.

—Tu amigo guapo —tras sus palabras pienso en el mayor de los Morris—, no recuerdo su nombre.

—Wyatt.

—Ese, me ha dicho que te diga, que guardes tus cosas para un fin de semana y te largues a Londres para el entrenamiento.

—Dile que no tengo ganas de nada —ya no obtengo una respuesta por su parte por lo que supongo que ha salido de mi habitación.

Vuelvo a tratar de dormir, es lo único que he hecho estos días, dormir, no me apetece hacer nada más. Escucho a mi prima levantarse de su cama, intento girarme pero mi cuerpo no me responde, al menos por unos segundos porque de un momento a otro siento unas manos heladas jalarme por los pies.

Me levanto de inmediato, un mareo me inunda logrando que regrese a tirarme de espaldas, en cuanto puedo abrir los ojos jadeo asombrada.

—¡Wyatt! —no se de donde saco fuerza para lanzarme a sus brazos.

—¡Mackie! —mi prima se ríe y eso me parece bastante raro, hay una sonrisa que no desaparece ni cuando mi amigo le lanza un cojín a la cara—. Hola también Sarina.

—¿Cómo llegaste? —Le pregunto sin evitar el tono emocionado de mi voz.

—En avión es una hora, mi querida Mackenzie —revuelve mi cabello tal y como su padre lo hace—. Sari, nos dejas un momento.

Espero que mi prima se enoje por la manera en que la ha llamado pero eso no pasa, está claro, le gusta. Eliot iba a entrar pero al darse cuenta que Wyatt la llamó así y mi prima no se quejó fue a molestarla.

—Creo que le gustas a Sarina —quito mi mirada de la puerta de una manera muy lenta.

—Solo nos atraemos físicamente —elevó ambas cejas y asiento un par de veces no muy convencida—. Muy bien, a lo que venía, ¿qué fue lo que pasó?

Me quedo en silencio, ha pasado una semana y no lo he comentado con nadie, solo con mis primos una vez. Quiero hacerme la fuerte, no quiero derrumbarme por alguien que no supo lo que quería.

Así que, como respuesta me encojo de hombros, mi amigo rueda sus ojos.

—Mackenzie, te conozco, tu abuela esta en perfectas condiciones hace rato le lanzaba un zapato a Eliot —esto lo dice porque decidí venir con la excusa de la abuela se sentía mal—, se que Payton es tu mejor amigo, pero tu y yo somos como hermanos, sabemos lo que le pasa al otro y ahora quiero que me lo digas, se que te lo has estado guardando.

—Nada de lo que quiera hablar.

—Madison la ha engañado —siento el cuchillo de la traición atravesar mi pecho, nuevamente en menos de una semana.

—¿Cómo que la ha engañado? —me apresuro a ir detrás de Eliot antes que se le ocurra decir más.

Al abrir la puerta muy sigilosamente él palidece y comienza a correr. Lo persigo por toda la casa, una vez que lo alcanzó logró tirarlo al suelo, me siento a horcajadas sobre su espalda, trata de cubrirse la cabeza, el zapato de la abuela cae a mis pies.

—Dale mi Mackie, tu puedes, seguro que se lo merece —la abuela me apoya mientras Eliot no deja de gritar con que pare pero estoy lo suficiente molesta.

Le golpeó en una parte de la espalda con la chancla, no tengo idea con qué fuerza lo estoy haciendo pero supongo que no es muy fuerte, eso espero, ¿o no?, no.

—Mack, ya dejalo —escuchar mi antiguo apodo ser nombrado por Sarina hace que la sangre me hierva más de lo que ya lo hacía.

—¿Cómo me has llamado? —sin pensarlo lanzó la chancla de la abuela hacia ella, le doy justo en medio del estómago.

Solo existe contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora