XVI ~ Ruedas de la fortuna

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Madison.

—¿Para qué vamos a París? —le pregunto a mi novia impacientemente.

Literalmente ayer llegó a nuestra casa después del trabajo y me dijo "Arregla tus maletas porque nos vamos a París", en realidad ella organizó mi maleta yo solo me arregle para hoy y vine a sentarme en este avión a verme bonita.

—Sé que hay una razón y que llevas planeando esto desde hace tiempo —ella solo me dedica una mirada inocente logrando que yo entrecierre los ojos hacia ella.

—Bien, me dijiste que si no te proponía matrimonio en París no te casarías conmigo —me quedo en blanco.

—Pero ¿por qué me lo dices como si no fuera nada? —ella sonríe de medio lado mientras siento que todo en mi interior está vuelto loco.

Siento como si no tuviera en cuenta la magnitud del asunto, todo pasó en unos segundos que estoy intentando procesarlo. Se quiere casar conmigo, quiere que sea su esposa, no lo logró procesar, alto...

—¿Esa no fue la pregunta o si? —mi cara demuestra mi confusión pero emoción al mismo tiempo.

—¿Estamos en París? —niego con una sonrisa tímida que no se mueve de mi rostro y lo más seguro es que no se vaya de ahí por horas—. Pero, está atenta, una vez que pongamos un pie en la ciudad de l'amour en cualquier momento puede suceder, pero igual disfruta.

Mi mente se pone e blanco al escucharla decir la palabra "amor" en frances.

—A ver, vuelve a decir "amour".

—Amour, amour, amour, amour, amour, amour, amour, amour, amour, amour, amour, amour, amour, amour, amour —me parece tan tierna escucharla que solo la abrazo, ella en lugar de continuar el abrazo me besa.

—Quiero hacer algo.

—Ya sabes que estoy a tus ordenes, ¿que quieres mi Madi? —ella besa mi mano, en la que próximamente habrá un anillo de compromiso.

—Cuando lleguemos a París, quiero ver la torre eiffel, da igual la hora que sea, llevame, y no me dejes verla hasta que esté frente a ella, es decir, véndame los ojos, y si lloro, besame y graba, quiero mantener eso siempre conmigo.

Ella parece tan emocionada con la idea que una sonrisa tan enorme se forma en su rostro y sus ojos brillan como si en ese momento lo estuviera imaginando.

—Yo quiero que sepas que puedes negarte, y lo comprendería completamente, somos muy chicas y aún nos queda mucho tiempo juntas... —decido interrumpirla para contarle la idea que ha estado rondando en mi cabeza desde hace días.

—No me negaría, y no somos tan chicas, estaba pensando que quizá hasta podríamos tener un hijo —miró atenta a su reacción, quedó paralizada—. Podemos con eso, ambas tenemos trabajos grandiosos, con muy buena paga, hacemos lo que nos gusta y somos una pareja estable, creo que un niño o una niña correteando por la casa quedaría de maravilla.

La veo que piensa muy seriamente del tema seguro que está pensando muy rápido, al final solo sonríe y de nuevo el brillo en sus ojos aparece.

—Espera, nunca te atreviste a pedirme matrimonio pero me dices tan tranquila que quieres que tengamos un hijo —yo solo me encojo de hombros mientras me muerdo el labio inferior.

—Bueno, es que, se que proponer matrimonio es algo que se te daría mejor a ti —la señora que va a nuestro lado suelta una carcajada que llama la atención de mi futura prometida.

Que hermoso sonó eso, tengo que decírselo, pero luego.

—Ay muchachas, no me queda duda de que un amor como el de ustedes durará por toda la vida.

Solo existe contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora