Una aventura en Paris.

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― Nadie la aceptara, ningún colegio mágico tendrá lugar para ella, eso fue lo que dijeron ustedes dos.― Elizabeth se encontraba molesta, he imitaba a sus amigos mientras caminaba de un lado a otro del despacho, parecía que estaba por hacer un surco en el piso.

― Eli, me parece que debes de calmarte un poco ―sugirió Alex que miraba a su amiga― A nosotros también nos sorprendió la noticia tanto como a ti.

― ¡Tranquilizarme! ¿Cómo esperan que me tranquilice? ―Elizabeth se frenó en seco en medio de la habitación y giro para ver a sus amigos― mi sobrina está a un paso de ser enviada a Ilvermony, ¿saben lo difícil que será cuidar de ella ahora?

― Y ¿eso cuando te ha impedido cuidarla? ―Elizabeth clavo la mirada en Albert cuando lo escucho decir esto― escucha, acaso crees que no sabemos, que en los últimos dos años la haz estado visitando en Hogwarts.

― Eso es diferente ―se excusó la bruja― fui porque ella me necesitaba y además...

― Eli ¿A caso Audrey sabe, que su tía es una animago? Y ¿Qué se transforma en una lechuza? Que... ―Alex hizo una pausa mientras miraba a su amiga― casualmente ha estado vigilándola en el colegio.

― No...―dio un suspiro y se sentó frente a ellos― jamás le he dicho, tampoco que cuando era una bebe, solía visitarla de esa forma, solía posarme fuera de su cuarto y solía verla a través de la ventana, era tan pequeña...es una pena que ellos no pudieran verla crecer.

― Lo sabemos ―respondió Albert acercándose a ella poniendo sus manos sobre sus hombros― y es momento de que la dejes crecer, en caso de que el ministro o ella acepten la invitación, nosotros cuidaremos bien de ella.

― Albert tiene razón, nosotros estaremos al tanto de lo que ocurra con Audrey ―menciono Alex poniéndose en cuclillas poniendo sus manos en su regazo― te mantendremos al tanto de lo que ocurre, de ser necesario pondremos aurores en las entradas para mantenerla a salvo, además sabes también como yo que se necesitaría un ejército para alejarte de ella.

Nadie dijo nada más después de eso. Los días en New York transcurrieron de forma tranquila. Durante algunos días Elizabeth volvió a Londres a resolver algunos asuntos del ministerio de forma urgente, dejando dicho que se verían de nuevo en Paris días antes de su entrevista con la directora. Así que Audrey se quedó bajo el cuidado de Alex y Albert.

En esos días Albert, Alex y Anthony se encargaron que tuviera cosas que hacer o ver. En una ocasión Anthony la llevo a Central Park. Alex la llevo a una función de teatro donde participaban dos antiguos amigos de él. Albert por su parte la llevo a conocer la biblioteca pública de New York y el acervo mágico que se guardaba en esta.

― Eli ¿estas lista? Papá y Albert esperan abajo.

― Eh, si solo dame un momento ―Dejo la pluma con la que estaba escribiendo, metiendo la carta en un sobre la sello y se la entregó a una lechuza blanca.― Bien aquí tienes, buen viaje.

El ave soltó un chillido tomo la carta con el pico, giro hasta darle por completo la espalda soltó un chillido por última vez y emprendió el vuelo. Anthony se encontraba en el umbral de la puerta mirando a su amiga.

― ¿A quién le escribiste? ―pregunto interesado dando unos pasos hacia ella.

― A Harry, Hedwig me trajo una carta así que supuse que lo mejor era contestarle ahora, al parecer no está siendo tan buen verano para él― respondió algo pensativa mientras veía como se alejaba la lechuza.

― Eli...acaso ¿no les dijiste a tus amigos que no regresarías? ―Anthony la tomo de la mano esperando una respuesta. Y haciendo que esta girara hacia él.

Juegos del destino segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora