Sirius Black.

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―Buenos días ministro, me alegra haberlo alcanzado, y a ustedes. Pero que agradable coincidencia ―Ante el asombro de todos en la habitación, Albus Dumbledore acababa de aparecer por la chimenea.

―Pero Albus, ¿Qué te trae hasta aquí? ―preguntó el ministro con asombro.

―Ah, veras Cornelius ―empezó por decir el director mientras tomaba el asiento que Alex le ofrecía― ha llegado a mis manos una carta, de la academia de magia Beauxbatons.

―¿Por qué, te mandarían a ti una carta?

―Esa, es una excelente pregunta, veras Cornelius la carta en realidad estaba dirigida a la Profesora Mcgonagall, que es la directora de la casa Gryffindor, a la cual pertenece tu nieta. ―al decir esto último le dirigió una sonrisa a Audrey que seguía sin creer que el director estuviera en Paris.― en dicha carta Madame Maxime, expone su...preocupación por la señorita Evans.

―¿Preocupación? ―Indagó Elizabeth con interés― se puede saber ¿Qué es lo que le preocupa a Maxime?

―Nada que no tenga solución, en realidad Elizabeth al parecer a Maxime le interesa saber con detalle... ―el profesor realizo una pausa, mientras aceptaba el té que le ofrecían― las razones del porqué, el ministro retiro a Audrey de Hogwarts.

En ese instante Audrey, recordó que el profesor Dumbledore, conocía algunas de las razones por las cuales su abuelo la había retirado del colegio. Pero ignoraba si él sabía cómo había llegado a la cámara de los secretos.

―No es nada, de lo que debieras preocuparte Audrey ―le expreso con ternura el director, este se puso de pie y caminó hacia la chica― todos en esta habitación, conocemos los hechos de lo ocurrido aquella noche y no es tu culpa. Tú solo has demostrado el por qué, él sombrero seleccionador te coloco en Gryffindor, hasta ahora has mostrado valor, valentía, y una gran lealtad hacia tus amigos.

Al escuchar esto, Audrey se sintió extraña por un minuto pensó, en lo mucho que le hubiera gustado que aquellas palabras se las hubiera dicho su abuelo. En lugar de todo lo que le dijo aquel día.

―En sí Elizabeth, como comprenderás la preocupación de Maxime es... ―giro para ver a Elizabeth y a los dos aurores― bastante valida, así que pensé que lo mejor sería que vinera yo mismo a explicarle, en lugar de que la profesora Mcgonagall enviara solo una carta.

―Y ¿viajaste desde Londres, para hablar con ella? ―pregunto el ministro al director.

―Si se le puede decir viaje, si así fue ―respondió el director al ministro― lo más correcto sería decir que, varios amigos me hicieron el favor de conectar sus chimeneas, además de que ser el director tiene sus ventajas, además...un viejo amigo me hizo el favor de conseguirme un traslador.

―¿Tal vez prefieras descansar un poco? ―pregunto el ministro, no muy convencido de ver a Dumbledore ahí con él.

―Tonterías Cornelius, eso no es necesario ―respondió el director con una sonrisa― además supongo, que ustedes estarán ocupados con otras cosas, así que iré directo al grano como dicen los muggles. Antes de ir a hablar con Maxime, me interesa discutir dos asuntos con ustedes, el primero claro, atiende a la situación de la señorita Evans.

En la habitación todos lo miraron con profundo interés, en especial Audrey y su tía ya que ambas pudieron notar por la expresión del ministro, que este no estaba nada cómodo con la visita tan inesperada de Dumbledore.

―Verán, la directora y la subdirectora del colegio Ilvermony me han escrito, para informarme del interés que tienen, en que la señorita Evans concluya su educación mágica en su colegio ―el ministro estaba a punto de decir algo pero Dumbledore no se lo permitió― ya que al parecer la subdirectora Luna ha quedado impresionada por sus conocimientos, además de ver cierto juego de tiro con arco.

Juegos del destino segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora