¿Puedo tener un perro?

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― Hey ¿Quién eres? ―Audrey se encontraba tumbada en el piso tratando de evitar los lengüetazos, así que se sentó para ver mejor a su nuevo amigo― ¿acaso estas perdido? ―preguntó mientras le rascaba detrás de las orejas en busca de una placa o algo que le diera información― Qué extraño, no tienes placa, pero parece que llevas mucho tiempo en la calle.

Audrey se levantó del pasto húmedo y se sacudió para quitarse la tierra, volvió a ver al perro negro que tenía frente a ella, al observarlo con cuidado pudo notar que estaba bastante delgado y con muchas bolas de pelo por todos lados, tenía unos enormes ojos amarillos, pero parecía que aún tenía bastante energía ya que se veía bastante feliz por la forma en como le insistía para jugar.

― Eres muy tierno ―dijo la chica mientras lo acariciaba― y parece que tienes buenos modales, iré por un poco de agua y algo de comida para ti, así que no te muevas de aquí solo tardare un momento.

Al entrar a la casa, Audrey fue directo a la cocina para buscar un par de tazones para darle agua y comida a su nuevo amigo, pero al salir de nuevo al jardín no lo vio por ninguna parte en su lugar encontró a su tía.

― Audrey ¿Qué haces? ―preguntó Elizabeth al reparar que su sobrina parecía estar buscando algo o alguien.

―Eh nada ―respondió al tiempo que le sonreía a su tía.

― Con que nada, entonces me puedes decir ¿para qué son esos tazones?― preguntó con curiosidad mientras señalaba los tazones que su sobrina escondía detrás de su espalda.

― Para...― empezó por responder alargando la última a― las ardillas.

― ¿Ardillas?

― Amm si, deben de estar bástate sedientas y hambrientas, así que pensé en darles algo.

―Sabes, es curioso, no recuerdo haber visto una sola ardilla a las afueras del valle y mucho menos en los jardines o el invernadero de la casa. ―Al decir esto Elizabeth miro con atención a su alrededor como si buscara algo mas.― Sabes, lo mejor será que entres a la casa, está empezando a refrescar y no queremos que te enfermes antes de regresar al colegio ¿o sí?.

La chica solo asintió y entro a la casa, Elizabeth espero a que entrara por completo y cerró la puerta tras ella, acto seguido tomo su varita y empezó a caminar por el jardín y los alrededores, en cada paso que daba tenía la sensación de que algo no andaba bien. Caminó hasta el invernadero y noto que la puerta estaba abierta, así que no lo dudo, respiro profundo y apunto con su varita.

― Llego esta nota para ti― Audrey se encontraba de pie detrás de Elizabeth― tía ¿todo está bien? ―preguntó al verla empuñando la varita.

― Eh...si no es nada, solo venia por un poco de diente de león y acónito, debo de hacer algunas pociones ―se limitó solo a dar una sonrisa― pero ¿Qué me decías?

― Decía que te acaba de llegar esta nota, la trajo una lechuza supongo rentada.

Audrey le entrego la nota, al verla Elizabeth no tuvo que hacer más preguntas ya que reconoció la letra tan solo con verla.

―Sabes la leeré adentro, le pediré a Lala que te haga un té y lo suba a tu habitación. Así que andando.

Ambas entraron a la casa por la puerta de la cocina, al ver a Lala, Elizabeth comenzó a darle algunas instrucciones y espero a que la elfa y su sobrina salieran de la cocina. Al encontrase sola tomo asiento en el desayunador y abrió el sobre.

Querida Elizabeth, sé que tal vez estas palabras te tomen por sorpresa, mucho más si tomamos en cuenta la última charla que tuvimos semanas atrás, y no me lo tomes a mal, en verdad te agradezco a ti y Dumbledore por supuesto, el que pensaran en mí para impartir la materia. Pero temo que me será imposible asistir a la cena de hoy, en verdad quiero ver a Audrey, después de todo la última vez que la vi era tan solo una bebé, pero no creo que sea el mejor tiempo por ahora, tú comprendes no me siento muy bien del todo y no quisiera hacerlas pasar un mal rato, pero supongo que veré a Audrey en Hogwarts. Recibe un abrazo de mi parte y dale mis saludos a mi ahijada.

Juegos del destino segunda parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora