✿ 𝟝 ✿

126 19 188
                                    

Pese a que Eric no había hecho nada, cuando el policía hizo presencia en el aula para retirarlo él se asustó.

Imaginó que el asesino había sido tan hijo de puta de inculparlo sin pruebas y que para peor, los policías le habían creído.

De todos modos Eric era un tipo problemático, se metía con quiénes en inicio se metían con él o por simple capricho.

Así que cuando vió a los Broflovski parados en la dirección del colegio, acusó instantáneamente a Kyle.

— Eric. Como tú debes de saber, ahora eres huérfano. — explicó Gerald, sin siquiera dejar hablar al policía ni explicarle la situación al gordo — estás solo, y sé que no fuiste el mejor con nosotros, pero eres un niño.

— Decidimos adoptarte, Eric. — le resumió Sheila. Eric se puso extremadamente pálido y caminó hacia el asiento más cercano para tranquilizarse.

— ¿Adoptarme? — susurró él.

— Bueno, adoptarte en términos de "adoptar", no. Solo te quedarás en casa, Eric. — añadió Gerald. Eric miró al policía con intenciones de que diga algo, pero no mencionó nada.

— Dormirás con Kyle. — Eric se insultó a sus adentros. Nunca se había sentido tan humillado — y no te preocupes, Eric. Que tu familia materna hará unos papeles y te sacarán de aquí.

Nunca se imaginó en esta situación, y mucho menos teniendo que irse con los Broflovski por un tiempo. Esto sería algo curioso para contarle a la descendencia, el hecho de que se vió obligado a estar con los Broflovski durante un tiempo y por lo tanto, conviviendo con Kyle.

Para cuando Eric es libre y tiene que volver a su aula, todos están en el almuerzo.

Eric se espera que Kyle esté en la cafetería pero no es así, el pelirrojo está, posiblemente, donde siempre estaba a estas horas.

El gimnasio de la escuela.

Sin poner pies ahí, se da cuenta de su presencia. Es como un radar de ambulantes diurnos que tiene implementado, o quizá es herencia de su padre a quién cocinó, quién sabe.

Kyle tenía la costumbre, desde que mi hermano se inscribió en el club de deportes, de ir a verlo. Las prácticas son en conjunto con las porristas, por lo que a falta de Stan, Kyle sigue a Wendy con la mirada.

En silencio, el gordo se sienta al lado del chico pero él se termina dando cuenta de la presencia de Cartman por el chirrido que hizo la grada.

— Que onda, Kyle. — saludó Eric. En sus manos llevaba, y como si no le hubieran dado la peor noticia de su día hace unos minutos, una hamburguesa — hoy es día de hamburguesas.

— Se nota. — respondió Kyle — ¿Qué haces aquí?

— No, más bien... ¿Qué haces tú aquí? ¿No era que solo te gustaba Stan? Judío homosexual.

Kyle lo miró, con disgusto en su mirada, y volvió a mirar hacia adelante.

— ¿Sabes qué, Kahl? Ninguno tiene el culito tan rico como lo tenía Bebe Stevens. La voy a extrañar.

— ¿Cómo carajo puedes extrañar a la asesina?

— Oh, no, no, no. Créeme, mi radar de gordo hijo de puta sabe cuando otro es también uno. Bebe no es una asesina.

Todo parecía indicar que ella era la que le había hecho eso a su madre. Cada que Kyle recuerda con detalle lo que sus padres le contaron sobre la muerte de ambas mujeres, siente náuseas.

De hecho, lo de que Bebe era una asesina vino por suposiciones rápidas de Kenny. De todos modos se entendía, él también estaba preocupado por todos.

— Cartman... — susurró Kyle. Eric lo miró — culón, ¿Quién crees que puede ser el asesino?

Eric examinó a todos, pero no tardó en responder.

— Wendy.

— Cállate, Cartman. Lo digo en serio. — exclamó Kyle — conozco a Wendy, es muy dulce. De hecho es quién más colabora con la policía para encontrar al asesino.

— Entonces, Tolkien.

— ¡Eres un racista! — gritó Kyle. Casi parecía que él no se sentía conforme con ninguna suposición de su amigo.

— Y qué te parece... Henrietta.

Detrás de Nichole y Tolkien, sentada en la grada más baja, está Henrietta Biggle.

Todo esto cuadraba, era gótica y con una personalidad errática que asustaría a más de uno.

Todo esto indicaba algo obvio, y es que los asesinatos podrían tener algo que ver con un rito satánico.

Tolkien y Nichole salieron más temprano que el resto de estudiantes del gimnasio.

Y su relación parecía, como también la vida de los otros muertos, una fantasía.

Tolkien era jugador destacado y Nichole una porrista talentosa. Eran tan perfectos y tan el uno para el otro, que la estabilidad del colegio dependía de si ellos estaban juntos.

No obstante, Tolkien últimamente no ha estado muy feliz. Ha faltado mucho a clases desde que su mejor amigo murió, y quién estaba convencido de que era la asesina (Bebe) murió.

Por ello ese día fue. Fue la última vez que se le vió, o por lo menos con vida.

Después de clase, en compañía de su novia fueron al estacionamiento del colegio porque Tolkien había hecho algo hasta ilegal; y era robarle el coche a su padre.

— Tolkien, tienes quince años. ¿Cómo es que vas a conducir un coche sin que te detengan?

— No te preocupes, amor. Súbete. — le pidió él.

La mente de Tolkien estaba constantemente con pensamientos de la vida cotidiana pero ahora estaba más serena que nunca. Por su expresión casi se podía descifrar lo que pensaba, así que Nichole imaginó que iban a pasar un buen día juntos, como pareja.

No era la primera vez en que iban ambos al bosque, pero si la última.

El chico negro la hizo bajar primero. Nichole miró hacia todos lados, perdida.

— Tolkien, creo que te haz pasado un poco. — indicó ella — ¿Cómo harás para explicarle a tu papá después? Estoy hasta un poco asustada.

— No te preocupes, Nicky. — soltó él. Nichole todavía no volteaba, miraba hacia los costados en busca de una salida pronta — Nichole, no voltees.

— ¿Qué vas a hacer? — preguntó Nichole — no me digas que es otra de tus sorpre-

Las palabras de la afroamericana fueron silenciadas por un dolor que traspasó su frente. Sintió un sabor fuerte en la boca, se tambaleó y cayó de costado al piso.

Tolkien, aún con la pistola en su mano y al notar que la bala solo le había dado en la cabeza y continuaba con vida, volvió a apuntarle.

Siquiera sus quejidos de confusión y un sentimiento de haber sido traicionada que hasta Tolkien notó, pudo evitar que la rematase con otro tiro en la cabeza.

Después de matarla retrocedió unos pasos y chocó contra el auto. Todavía encendido, todavía resonando. Volvió a girar hacia su novia y se acercó corriendo.

— Nichole, Nichole, mi amor. — el chico se había arrepentido de lo que hizo en cuestión de segundos. Había matado a su novia, y siquiera él recordaba porqué.

Tolkien: ¡Maté a Nichole! ¡La maté! ¡Mierda, mierda, mierda, la maté!

???: ¡¿Pero qué hiciste, pedazo de basura?!

Tolkien: Quería llevármela conmigo, pero ahora tengo miedo de morir.

???: Hazlo, mierda repugnante. Que ni eso mereces. 

Escudo de metal ▸South Park Fanfic◂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora