Capítulo 7

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—Su majestad, la rebelde acaba de despertar.

Jeongyeon dejó su despacho, yendo en seguida a la alcoba que le había asignado a la castaña.

—Buenos di...—Un zapato voló en su dirección. Iba ser difícil de esta manera.

Parecía un gato que le hacía falta ser domesticado.
Nayeon le iba causar varios problemas, si continuaba con la misma actitud.

—¡No te atrevas a acercarte a mi!—La interrumpió con altanería.

—Buenos días.—Dijo por fin. Jeongyeon sobó el puente de su nariz, tomando aire. Intentando mantenerse calmada.—Ahora vivirás aquí, esta será tu alcoba, mis doncellas no tardarán en venir, a arreglarte, para que te pongas cómoda, y luego si te portas bien, puede que te den un paseo por el palacio. Tal vez puede que te deje conocer a las otras chicas, pero por ahora sólo le verás en los horarios de comida, y si dejas de ser una subordinada puede que te otorgue lecciones.

Levantó la voz, extasiada. —Pero, ¿de que carajos estás hablando?—No entendía nada de lo que decía. ¿Qué otras chicas? ¿Dónde mierda estaban? ¿Qué palacio?

—Cuida tu vocabulario, princesa. Ahora estás en mi palacio.—Apretó la mandíbula.

—¿Quién mierda eres?—Por lo general, no solía usar groserías, pero al ver el efecto que le producían a su contraria, no iba desperdiciar nada que pudiera hacer sacarle de quicio.

Jeongyeon cortó la brecha entre ambas, acercándose amenazadoramente.—Ten más cuidado a como te refieres a tu Emperador.

¿Emperador?

No.

No, no, no, no, no.

¡No sólo era un vampiro!

¡Era el maldito rey de los vampiros!

¡Y la había besado!

Y ahora estaba encaprichada con ella.

Probablemente quería que fuese su juguete.

—¿Para que me trajiste aquí?—Reprochó, perdiendo los estribos.

—Serás mi concubina.

¿Su qué?

—¿C-co-concubina?—Casi se atraganta al pronunciarlo. Sonaba más asqueroso en voz alta.

—Así es, estarás a mi servicio.

—¿A tu servicio?—Jeongyeon asintió con suficiencia.—¿Cómo para que o que?—Escupió la más joven.

—Para ser mi mujer.—Completó con dureza, al descifrar la burla en cada una de las expresiones de la castaña.

—Te puedes ir a la mierda, en la vida voy a ser tuya, me mentiste, te ayude y te aprovechaste de mi amabilidad, eres una maldita mentirosa, aparte de ser un maldito monstruo, no puedo sentir otra cosa por ti que no sea asco y ren...—Jeongyeon la calló, estrellando sus labios contra los suyos y rodeando su cintura con sus brazos.

Sin duda tenía el coraje de la condesa.

Pero seguía estando muy lejos de llegar a ser ella.

Y eso, producía una extraña sensación en su ser.

Albergaba algo parecido a la incertidumbre.

¿Qué esperaba de ella?

¿Qué esperaba trayendóla al palacio?

Tenerla cerca todo el tiempo que pudiera.

Pero por si ella no resultaba ser la condensa, entonces..

Esa idea traía un extraño alivio que no lograba descifrar.

VAMPIRES LOVERS \ 2YEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora