Capítulo 5

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¿Por qué la había besado?

Las cosas se habían descontrolado un poco, debía admitirlo.

Y eso no era lo que planeaba realmente.

¿Qué era lo que realmente planeaba?

¿Besarla y luego llevarla a su castillo para reclamarla como suya?

No estaba pensando de forma razonable.

Roseanne le observó con curiosidad, moverse de un lado a otro en su despacho.

Rió bajito y dejó ambas copas de vino sobre su escritorio, para después sentarse no muy lejos de ambos cristales y atraer la atención de Jeongyeon.

Jeongyeon dejó de moverse cuando olisqueó el olor a sangre. Acercándose de inmediato, para comenzar a devorar lentamente su cuello. Succionando con hambre.

Roseanne gimoteo suavemente, enredando su cabello entre sus dedos para después abrazar sus caderas con sus piernas, atrayendóle a su cuerpo completamente.
—¿Puedo saber que es lo que le tiene tan estresada, mi divinidad?—Susurró sensualmente, comenzando a frotarse lentamente contra ella. Sintió como sus colmillos se hundían aún más profundo y gruñía casi inaudiblemente.—Sabe que estoy a su disposición para todo, no es así, ¿mi señora?

Jeongyeon se apartó repentinamente de ella. Viéndole a los ojos. Sus orbes rojizos y vacíos. Sin desenredarse de sus piernas y su rostro sin expresión alguna.

Roseanne sonrió cuando sintió su eje endurecer contra su palpitante y calida pelvis.

Nunca fallaba en ponerle dura.

Las manos de Jeongyeon, grandes y fuertes, sostuvieron sus muslos, para después acomodarle en el centro del escritorio con un poco de brusquedad y luego dirigirse a su cinturón.

Lo desabrochó sin apuro.

Sólo tuvo que deslizar suavemente la atrevida lencería de la neozelandesa por sus cremosas piernas y en menos de lo esperado, ya se encontraba dentro de ella, empujando fuerte y duro.

Roseanne se llevó una mano a su boca, intentando silenciar sus gemidos luego de recibir una fuerte embestida, que pareció ensordecer todos sus sentidos.

Eso era lo que buscaba cuando atravesó el umbral de la puerta. Una buena cogida.

Jeongyeon la miró a los ojos, mientras llevaba sus manos a su cuello, asegurando su agarre como fuente de apoyo para luego clavarle otra fuerte estocada que le hizo saltar ligeramente en su lugar.

Rió por lo bajo, viendo a la otra rubia estremecerse mientras intentaba mantener el ritmo de sus movimientos.

—Quiero que me ayudes a traer a esa chica aquí. —Pidió con voz ronca. Rosé regresó a la realidad, concentrándose en su voz. Hipnotizada por sus orbes rojizos.

—¿M-mi... señora?

—A la condesa.—Replicó. —La quiero aquí.—Gruñó, frunciendo el ceño a medida que aceleraba sus movimientos, haciéndole perder la poca cordura que le quedaba a la rubia. —Siendo una más de mis concubinas.

Jeongyeon apretó la mandíbula cuando sintió sus paredes contraerse y apretarse alrededor de su miembro. Sus líquidos le inundaron, sin embargo, ni eso, ni los gimoteos de la menor detuvieron sus embestidas, hasta que le llenó por completo. Logrando desahogarse en el frenesí de un crudo orgasmo.

Roseanne suspiró, dejando salir el aire de sus pulmones cuando la de cabellos dorados le liberó de su agarre, posando su cuerpo en el suelo para luego beberse una de las copas hasta el fondo y acomodar su fino pantalón.

VAMPIRES LOVERS \ 2YEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora