-¿Qué le pasa? - preguntó Changbin acercándose a Minho mientras secaba su sudor con una pequeña toalla que tenía sobre su fuerte hombro. Christopher había estado los últimos días con una expresión que invitaba a todo el mundo a su alrededor a alejarse de él. No era raro que esté de ese humor irritable, pero era extraño que le durara tantos días y Changbin ya empezaba a preocuparse por su amigo.
-Decidió quedarse con ese fisioterapeuta y el entrenador le mandó el contrato para ser su fisioterapeuta personal pero todavía no le responde - le contestó Minho sonriendo al ver a Christopher tan molesto. Siempre disfrutaba viendo al boxeador enojado, mucho más preguntándose cuál sería su próximo movimiento.
-Alguien debería contarle a ese chico que no es buena idea hacerlo esperar - dijo recordando que había visto a aquel joven a los lejos cuando había ido por primera vez al lugar donde entrenaban. Había parecido un pequeño ciervo rodeado de tantos hombres tan fuertes, con sus ojos inocentes y contextura delgada. Cuando Christopher se había parado frente a él y le había dicho que lo acompañara, a Changbin no le hubiera sorprendido que el fisioterapeuta se hubiera mojado los pantalones ahí mismo.
Siguió a Minho, quien se estaba acercando a donde estaba Christopher con su celular, mirándolo tan concentrado como si quisiera romperlo con su mente.
-Tal vez lo bloqueó - siguió contándole a Changbin, elevando el tono de voz para captar la atención del boxeador, quien los miró de reojo-. Tal vez no quiera trabajar con un enfermo como él...
-Bloquearme a mí - bufó Christopher-. Le voy a dar razones para que me bloquee - amenazó y Changbin lo miró levantando una ceja.
-No creo que haya muchos fisioterapeutas que quieran trabajar contigo. Tenle paciencia, ya te contestará - le dijo Changbin y como si lo hubiera invocado, el celular de Christopher sonó.
El boxeador desbloqueó rápidamente su celular y leyó el esperado mensaje, sonriendo victorioso. Felix había aceptado ir esa noche a su departamento luego de su trabajo para hablar del contrato.
-El contrato no es solo sería trabajar como tu fisioterapeuta, ¿verdad? - preguntó Felix mientras se sentaba en el sofá donde le había indicado Christopher que tome asiento. El boxeador, en cambio, se quedó parado a unos metros del rubio, estudiándolo con los brazos cruzados frente a su pecho.
-En el último campeonato tuve el mejor desempeño que tuve en años. Y disfruté nuestro encuentro. Pareces ser la mejor solución para mi maldición - le respondió-. Trabajarás como mi fisioterapeuta y los días anteriores a las peleas tienes que estar para mí.
Felix bajó su mirada hacia sus manos, las cuales estaban jugueteando con el borde de su sudadera. Tratando de calmar sus nervios y seguir con su plan, respiró hondo antes de hacer frente al intimidante hombre.
-Me ofreciste 4000 dólares, pero quiero 14 - soltó. Era suficiente para pagar aquel nuevo medicamento para su abuela y también hacerse cargo de sus deudas.
-Así que todo esto se trata de que quiere más dinero - rió Christopher y Felix se volvió a preguntar cómo era su salud mental al haberse encontrado eso gracioso-. Eres toda una puta - siguió acercándose solo unos pocos pasos hacia la dirección de Felix y por un momento creyó que se había enojado y que lo golpearía, pero el boxeador inclinó su cabeza hacia un lado-. Está bien - Felix no se había dado cuenta que se había encogido en el lugar esperando una golpiza, pero al escuchar que Christopher había aceptado pagar ese exagerado dinero abrió los ojos con sorpresa, esperanzado de que podría pagar ese medicamento-. Pero tengo una condición. Sin importar si tengo una pelea o no, me dejaras usar tu cuerpo, sin importar la hora o lugar.
Felix sabía que no se saldría con la suya tan fácilmente, pero aquella condición podría terminar en Christopher abusando constantemente de su agujero. Si todas las siguientes veces que tengan sexo fueran como la primera vez, no sabría como saldría de todo aquello. Pero era la única esperanza que tenía para pagar lo que debía y no se le ocurrían más opciones.
-Acepto - susurró, sintiendo como si le estuviera vendiendo su alma al diablo. Confirmó aquella sensación cuando Christopher le dirigió la sonrisa más torcida que había visto en su vida.
Felix llegó al bar que lamentablemente debía visitar cada un par de semanas. Tratando de dejar de lado sus emociones, las cuales eran principalmente miedo, entró por la puerta trasera, donde estaba la ''oficina'' de los prestamistas. Si eso se puede llamar oficina.
Tocó la puerta sin dejar de abrazar con un brazo su mochila donde estaba el dinero que le había dado Christopher la primera vez que había ido a su departamento. Esperaba que ese dinero sea suficiente para que dejen de molestarlo unos días.
La puerta se abrió, dejando ver del otro lado a Beom, quien era la mano derecha del jefe, Gwon, desde hace varios años. Tenía unos 45 años y su cabello estaba decolorado en un intento de rubio, pero terminó siendo de un tono más naranja. Trataba de aparentar juventud, no solo por su aspecto físico sino también por su ropa, pero ya nada podía ocultar sus arrugas y su comienzo de calvicie.
-Tardaste - fue su único saludo y Felix no esperaba nada más de él.
Se hizo a un lado para dejar pasar al joven, quien cruzó la puerta rezando para que todo salga bien. Beom comenzó a caminar, guiándolo hacia donde se encontraba Gwon. Una vez llegaron a la oficina privada del jefe, tocó la puerta y abandonó a Felix, quien abrió la puerta para pasar una vez el hombre gritó una orden para que haga aquello.
Gwon estaba sentado en su exuberante pero roto asiento mientras fumaba, apartando la mirada de sus papeles para estudiar a Felix, rápidamente notando la mochila que estaba abrazando el joven.
El hombre tenía aproximadamente la misma edad de Beom, pero era mucho más atractivo que el asqueroso de ese hombre. No pretendía tener menos edad de la que tenía, llevando con seguridad una barba prolija y ropa de marca. Felix sabía que era muy conocido en el bar por ser un galán entre las mujeres, pero lo que aquellas personas que solo visitaban ocasionalmente el bar no conocían la verdadera personalidad de aquel perverso. Disfrutaba del dolor ajeno, habiendo torturado a una mujer durante años, sin importarles que un niño presenciara todo eso. Felix se escondía siempre que llegaba Gwon junto a su grupo, pero cuando comenzó a intentar defender a su abuela cuando cumplió 10 años terminaba también siendo golpeado, aunque no con tanta intensidad como la señora. No fue hasta que llegó a su mayoría de edad que Gwon descubrió un nuevo placer: obligarlo a que se la chupara con la excusa de que le bajaría el monto de sus deudas. Felix había aceptado en un momento de debilidad, con miedo a qué le pasaría a él o a su abuela si se negaba.
-¿Me trajiste algo, lindo? - preguntó y Felix tuvo que aguantar sus deseos de vomitar.
Se acercó para dejar la mochila sobre su escritorio y Gwon la abrió, sin esperar para nada aquella cantidad de dinero. Con los ojos abiertos como platos, volvió su mirada hacia Felix.
-¿Cómo lo conseguiste tan rápido? Hace unos días me dijiste que no tenías suficiente - preguntó extrañado y Felix trató de mantener la compostura.
-Un adelanto del trabajo - mintió mientras sacaba el dinero de su mochila para dejarla sobre el escritorio del hombre con la suficiente velocidad para abandonar el lugar lo más rápido posible pero intentando que Gwon no notara su nerviosismo-. Espero que sea suficiente por ahora - siguió, tomando la mochila ahora vacía y abandonando el lugar antes de que todo saliera mal.
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jinx » chanlix
FanfictionLee Felix era un fisioterapeuta que solo quería poder vivir con su abuela en paz, lejos de aquellos prestamistas que siempre encontraban oportunidad para aprovecharse de aquel joven. Su vida siempre estuvo rodeada de esa gente y era una batalla cont...